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Evaluacion Educativa


Enviado por   •  6 de Junio de 2013  •  2.472 Palabras (10 Páginas)  •  227 Visitas

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Qué entendemos por evaluar?

Se evalúa para conocer y adoptar decisiones que conduzcan a la mejora de lo que se evalúa. Evaluar se considera hoy una necesidad para que cualquier organización avance y crezca, pues sin evaluación es difícil que mejore la calidad.

Por eso cada día crece más el número de partidarios de la evaluación, no sólo para conocer la realidad sino que también se considera un elemento de cambio y oportunidad para su mejora. La evaluación sistemática establecida como un proceso de mejora continua es ya un indicador de su propio funcionamiento y buena organización. Pero depende de los objetivos, del diseño previo y de los planteamientos de partida que hagamos de la evaluación, (en resumen, éstos deben responder a preguntas como: ¿para qué evaluamos?, ¿qué evaluamos?, ¿cómo evaluamos? y ¿qué haremos después de la evaluación?) podremos decir que existe una relación entre evaluación y cambio educativo.

¿Evaluación: una necesidad actual para el sistema educativo y los centros?

En educación la evaluación, tanto interna como externa, es uno los objetivos del actual sistema educativo y hoy se siente por todos como una necesidad para mejorarlo. Es más, la evaluación es considerada como un indicador de calidad de un buen sistema educativo.

Hoy nuestro número monográfico está dedicado a la evaluación externa. La evaluación se ha prodigado últimamente de una forma generalizada. Esta necesidad es tan sentida y evidente que no tenemos más que ver la trascendencia y resonancia en los medios de comunicación social que han tenido o tienen evaluaciones internacionales como el informe PISA y las evaluaciones de diagnóstico que realizan algunas Comunidades Autónomas. Estos informes evidencian que las evaluaciones interesan a la sociedad y sus resultados llegan a provocar inquietud sobre la marcha del sistema educativo de cada país, comunidad autónoma e incluso en cada centro.

Lo anteriormente dicho no quita para constatar que todas las evaluaciones que se están haciendo sean válidas y/o sirvan para mejorar el sistema educativo, centros, profesores o programas evaluados. Para que la evaluación sea válida, relevante y útil precisa que ésta parta con unos claros planteamientos establecidos de forma previa y adopte unos modelos de evaluación que sean coherentes y acordes con el objeto a evaluar. Esta situación de partida debe dar respuesta a preguntas como éstas, en las cuales centraremos nuestro artículo: ¿para qué evaluamos?, ¿qué evaluamos?, ¿cómo evaluamos? y ¿qué haremos después de la evaluación?

¿Para qué evaluamos?

En este sentido, deberíamos precisar previamente qué entendemos por educación, cuestión esta primordial porque a partir de definir qué entendemos por educación llegaremos a concretar qué y cómo evaluar.

La experiencia nos dice que en el ámbito de la evaluación, en general, los discursos educativos y curriculares habitualmente van por un lado y los discursos evaluadores van por otro. Mientras que los primeros hablan de competencias básicas, de habilidades y destrezas, procedimientos, procesos de enseñanza y aprendizaje, contextos educativos, valores etc., los evaluadores se refieren a rendimientos en las disciplinas instrumentales (Matemáticas, Lengua etc.,) en un nivel determinado, olvidándose del resto de los elementos del currículo. La enseñanza del currículo y evaluadores no van en el mismo sentido, por lo tanto difícilmente pueden coincidir.

Naturalmente que hay que evaluar los resultados académicos de los alumnos, pero además hay que tener en cuenta otras dimensiones por lo que es obligada una reflexión sobre cuáles son las funciones de una escuela y cuáles son los indicadores fundamentales. La aproximación al conocimiento de esas dimensiones, a la integración de esa información y a la puesta en marcha de mecanismos y estrategias que ayuden a mejorar la situación, son básicas en la evaluación educativa.

Por ello consideramos que la evaluación debe integrarse en el discurso educativo y por tanto debemos evaluar lo que consideramos que es relevante en educación.

Consideramos que una buena evaluación debe incorporar múltiples dimensiones que se valoren o se equilibren entre sí para que de la valoración y reflexión de datos se pueda conducir a procedimientos de cambio.

¿Qué evaluamos?

Por eso, el para qué evaluamos, es decir, la reflexión sobre hacia qué dimensiones está apuntando la evaluación, es una reflexión que conecta con lo que evaluamos, y en este caso, ¿evaluamos sólo a los alumnos haciendo evaluaciones de diagnóstico? ¿Dónde quedan los demás elementos y dimensiones que intervienen en los procesos educativos y enseñanza aprendizaje?

En este sentido en relación a la evaluación de centros establecida en la LOE, resulta sorprendente que se indique que las evaluaciones diagnósticas sean formadoras e internas, transmitiéndose con ello un mensaje genérico de evaluación de centros y de autoevaluación. Las orientaciones que se leen en textos legales recientes dan esa impresión. Se insiste, con buen criterio, en que lo que hay que evaluar en las evaluaciones diagnósticas de los centros docentes, en dos momentos de la educación obligatoria, son las competencias de los alumnos. Pero ¿sólo existen estas dimensiones? Esa manera de entender lo que es una escuela y sus procesos de enseñanza y aprendizaje deja fuera algunos elementos importantes a evaluar como son los profesores, las condiciones de la escuela, la opinión de los padres, etc.

La respuesta a esta pregunta de ¿qué evaluamos? nos muestra que normalmente se evalúa lo que se valora y lo que no se valora se queda en la penumbra. Su estudio también nos puede aportar información oculta o no explícita de una determinada evaluación.

¿Cómo evaluamos? ¿Evaluación interna y/o externa de los centros?

En relación con la cuestión de cómo evaluar, la evaluación debe combinar inteligentemente la evaluación externa y la interna.

Hay que integrar y graduar los procesos para que el esfuerzo evaluador no limite el necesario esfuerzo posterior de mejorar los centros. Una buena estrategia es que las Administraciones educativas evalúen un porcentaje de centros anualmente (como ya hacen algunas Comunidades Autónomas), y no sólo las competencias de los alumnos (como hacen sólo otras), sino también los procesos de enseñanza

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