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Filosofia: Heraclito


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2014  •  2.882 Palabras (12 Páginas)  •  304 Visitas

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FILOSOFIA.

NIETZSCHE – “CARACTERISTICAS DEL LECTOR”.

Debe tener tres cualidades:

1. Debe ser tranquilo y leer sin prisa. Lectores serenos, hombres que no están aun involucrados en la engañosa prisa de nuestro vertiginoso tiempo y que estiman el valor de las cosas según el ahorro de tiempo o el derroche del mismo.

2. No debe inmiscuir continuamente a sí mismo y a su formación. Que sea lo suficientemente formado como para tener a su formación realmente por muy poco, más aun, pensar despectivamente sobre ella; entonces podría entregarse con toda confianza a la guía del autor, que se atreve precisamente a hablarle únicamente desde el no-saber y desde el saber del no-saber.

3. No debe esperar al final, digamos como resultado, nuevos cuadros sinópticos.

LYOTARD – “POR QUÉ DESEAR?”.

DESEO PARA LYOTARD.

Lyotard parte de que al hacerse la pregunta ¿Por qué filosofar?, el “por que” lleva a la destrucción de lo que cuestiona. En esta pregunta se admiten a la vez la presencia real de la cosa interrogada y su ausencia posible, se dan a la vez la vida y la muerte de la filosofía. Y para entender mejor la relación entre el acto de filosofar y la estructura presencia-ausencia, conviene examinar que es el deseo. Indica dos cosas respecto al deseo:

1. Hemos adquirido la costumbre de examinar un problema como el deseo bajo el ángulo del sujeto y del objeto, de la dualidad entre quien desea y lo deseado; hasta el punto de que la cuestión del deseo se convierte fácilmente en la de saber si es lo deseable lo que suscita el deseo o, por el contrario, el deseo el que crea lo deseable. Esta manera de planteamiento pertenece a la causalidad, visión dualista de las cosas, y por lo tanto no permite afrontar seriamente el problema. Para Lyotard el deseo no pone en relación una causa y un efecto, sino que es el movimiento de algo que va hacia lo otro como hacia lo que le falta así mismo. Esto quiere que lo otro está presente en quien desea, y lo está en forma de ausencia. Quien desea ya tiene lo que le falta, de otro modo no lo desearía, y no lo tiene, no lo conoce, puesto que de otro modo tampoco lo desearía. Por ambas partes existe la misma estructura contradictoria, pero simétrica: en el sujeto, la ausencia del deseo en el centro de su propia presencia, del no-ser en el ser que desea; y en el objeto una presencia, la presencia del que desea sobre un fondo de ausencia, porque el objeto esta allí como deseado.

2. Lo esencial del deseo estriba en esta estructura que combina la presencia y la ausencia. La combinación no es accidental: existe el deseo en la medida que lo presente este ausente a sí mismo, o lo ausente presente. El deseo no es más que esta fuerza que mantiene juntas, sin confundirlas, la ausencia y la presencia.

NACIMIENTO DE EROS (EL AMOR).

Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete y estaba Poros, el hijo de Metis. Después que terminaron de comer vino a mendigar Penia. Mientras, Poros, embriagado de néctar entro al jardín de Zeus, se durmió. Entonces Penia, impulsada por su carencia de recursos, planea hacerse hacer un hijo por Poros y fue así como concibió a Eros.

La condición, el destino de Eros procede, evidentemente, de su herencia: Siendo pues hijo de Poros y Penia se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre y lejos de ser delicado y bello. Pero, por otra parte, de acuerdo con la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bueno y lo bello; es valiente, audaz, ávido de sabiduría y rico en recursos.

El relato de Diotima está dotado sin duda de una gran fecundidad:

- Primero, el tema según el cual Eros es engendrado el mismo día en que Afrodita, la Belleza, su objeto en definitiva, viene al mundo; hay una especie de co-nacimiento del deseo y de lo deseable.

- Después, esta idea de que la naturaleza de Eros es doble; no es dios, no es hombre, participa de la divinidad por parte de su padre y es mortal por parte de su madre. Así pues es vida y muerte. El deseo, por ser indigente, tiene que ser ingenioso, mientras que sus hallazgos terminar siempre por fracasar. Eso quiere decir que Eros continua bajo la ley de la Muerte, de la Pobreza, tiene permanentemente necesidad de escapar de ella, de rehacer su vida, precisamente porque lleva la muerte en sí mismo.

- Finalmente el deseo es hombre y mujer a la vez que vida y muerte. El padre de Eros simboliza lo que en el deseo acerca el amor a su objeto, su encuentro, mientras que su madre, la pobreza, encarna lo que los mantiene separados.

CONVERSACION ENTRE SOCRATES Y ALCIBIADES.

Alcibíades, convencido de que Sócrates está enamorado de él, decide ofrecerle la ocasión de sucumbir, desea lograr que Sócrates le diga absolutamente todo lo que sabe. Alcibíades propone un intercambio: el concederá sus favores a Sócrates, Sócrates responderá dándole a cambio su sabiduría. Lo que hace Sócrates es poner en tela de juicio este negocio redondo y preguntarse en voz alta donde está la ganancia. Alcibíades quiere cambiar lo visible, su belleza, por lo invisible, la sabiduría de Sócrates. Al hacer esto corre un enorme riesgo: porque puede suceder que, si no hay sabiduría, no obtenga nada a cambio de sus favores. Sócrates intenta que Alcibíades acepte que la sabiduría no es una cosa que pueda ser poseída. Luego dirá Sócrates que la sabiduría consiste en “saber que no sabe nada” y para mostrar que realmente no tenía nada que perder, aceptará beber la cicuta. Esta frase de Sócrates nos dice que el filósofo no quiere que nada quede escrito en piedra, transformado en cosa sino que cada uno de nuestros deseos sea examinado, cuestionado, reflexionado. Que nos preguntemos siempre qué es lo que sabemos, si realmente sabemos. Escuchar esta ausencia sería la verdadera sabiduría, la verdadera filosofía.

CAMBIO Y PERMANENCIA.

DEVENIR E INMUTABILIDAD.

Lo que movió a los griegos a filosofar fue el asombro, por el cambio, es decir, que las cosas pasen del ser al no-ser y viceversa. Heráclito, afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante, que el ente deviene, que todo se transforma, en un proceso continuo de nacimiento y destrucción al que nada escapa. El otro, al contrario, Parménides, ensena que el fundamento de todo es el ente inmutable, único y permanente; que el ente es, simplemente sin cambio ni transformación alguna. Heráclito plantea dos ideas fundamentales:

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