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Filosofia desde la antiguedad hasta la actualidad

chechi2006Apuntes11 de Abril de 2016

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Inicios de la filosofía

LA ANTIGÜEDAD

El origen de la filosofía occidental se da en la antigua Grecia. Los griegos comienzan a filosofar hacia el año 600 a.C, época que se caracterizó por profundas transformaciones económicas y sociales que llevaron a una crisis de la nobleza y finalmente a nuevas formas de gobierno (tiranía, democracia). Coetáneo con estos cambios se da el paso del mito al logos, es decir el lugar de interpretación mitológico-religiosa del mundo es progresivamente ocupado por una explicación filosófico-científica racional.

La filosofía antigua se inicia con los presocráticos (650-500 a.c.), los filósofos de Mileto (Tales, Anaximandro), los pitagóricos, los eletas (Jenofanes, Heráclito, Parménides) y los atomistas (Leucipo, Demócrito). Estos pensadores se ocupaban en lo fundamental con el problema de determinar cuál es la realidad de las cosas, que se ocupaban sobre todo por los problemas relativos a la “naturaleza” o al “mundo” y no propiamente por el hombre como tal, por ello suele denominarse cosmológico ese primer período de la filosofía griega durante el cual predominan los problemas relativos al cosmos (siglo IV y primera mitad del V).

En el siglo V a. C, la vida intelectual de Grecia se trasladó de sus colonias a la tierra natal. Atenas llega a ser el centro de la vida intelectual griega. Es el siglo de Pericles, tiempo de paz, de grandes riquezas, de la ciencia y del arte. Tiempo de Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Fidias, etc. La mentalidad griega cambia profundamente en esta época: conjuntamente con la adquisición de mayor profundidad, toma nuevos rumbos. Ahora la atención de los pensadores griegos se concentra en el hombre y su problemática. De esta manera se pasa del periodo cosmológico al periodo antropológico. Los sofistas y Sócrates son los representantes de este nuevo periodo. En el periodo cosmológico no había ciencias especiales fuera de la filosofía. La filosofía abarcaba todo. El periodo antropológico ofrece un gran desarrollo de las ciencias particulares; matemáticas, astronomía, medicina, historia, etc.

El período clásico (desde aprox. 480-320 a.C.) es la época del florecimiento más notable, a lo largo del cual los griegos crearon sus obras más perfectas en el ámbito de las artes plásticas (construcción de la Acrópolis bajo el régimen de Pericles; importantes escultores: Mirón, Fidias, Policleto), la poesía (época de los máximos representantes de la tragedia ática: Esquilo, Sófocles, Eurípides) y la corriente filosófica clásica (Sócrates, Platón, Aristóteles).

Con el avance del siglo V toman mayor relieve las cuestiones referentes al hombre, a su conducta y al Estado: así se habla de un período antropológico que abarca la segunda mitad del Siglo V a.C y cuyas figuras principales son los sofistas y Sócrates.

Las diversas contingencias sociales y políticas de la época pueden sintetizarse diciendo que se produce el ascenso de todos los ciudadanos al poder, es decir, el desarrollo de todas las posibilidades del régimen democrático. Se trataba a diferencia de las democracias modernas, de carácter representativo, de una democracia directa, donde eran los propios ciudadanos –no sus representantes o diputados- quienes intervenían en el manejo de la cosa pública (Asamblea del pueblo). Esa democracia deriva hacia la demagogia en algunos casos o hacia la tiranía en otros. Estas circunstancias corren paralelas con el cambio que se registra en los intereses filosóficos.

La participación de los ciudadanos en el gobierno llega en esta época a su máximo desarrollo, cada vez interviene mayor número de gente en las asambleas y los tribunales, tareas que hasta entonces habían estado reservadas a la aristocracia. El número de intervinientes cada vez crece más, como así también la necesidad de prepararse para la nueva tarea que se les ofrece y de adquirir los instrumentos necesarios para que su actuación en público sea eficaz. Por lo tanto buscan información que los capacite para enfrentar los problemas de los cuales tendrán que ocuparse y necesitan también un instrumento con el cual persuadir a quienes los escuchen, convencer y ganar en las controversias: el arte de la retórica u oratoria. Los encargados de satisfacer estos requerimientos de la época fueron los sofistas. Estos fueron de tendencia escéptica o relativista, dado que en la medida que eran profesionales de la enseñanza de la retórica, no les interesaba tanto la verdad de lo demostrado o afirmado, sino la manera de embellecer los discursos y hacer triunfar una tesis cualquiera independientemente de su valor intrínseco.

La segunda mitad del Siglo V a.C atraviesa una crisis de carácter político, social y económico, pero en un plano más profundo una crisis de las convicciones básicas sobre las que los griegos habían vivido hasta entonces: se trata de la conmoción de todo su sistema de creencias, de los fundamentos mismos de su existencia histórica. Las costumbres tradicionales griegas, la religión, la moral, los tipos de vida vigentes hasta ese momento, así como la forma e ideales de educación que hasta entonces habían sido su modelo dejan de valer. En este momento de crisis aparece Sócrates que representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofísticos. En una época en donde todos creen saberlo todo o poder enseñarlo todo y discutirlo todo, en pro o en contra indistintamente, sin importar la verdad o justicia de lo que dicen, Sócrates proclama su propia ignorancia. Los demás creen saber, cuando en realidad no saben ni tienen conciencia de esa ignorancia, mientras que él posee esta conciencia de su ignorancia que a los demás les falta. La sabiduría de Sócrates no consiste en la posesión de determinada doctrina, no es sabio porque sepa mayor número de cosas, pero puede afirmar con plena conciencia “solo sé que no sé nada” y en esto consiste toda su sabiduría y su única superioridad sobre los demás. Interroga constantemente a sus conciudadanos. No comunicaba ninguna doctrina a los que interrogaba. Su objeto fue completamente diferente: consistió en el continuo examen de los demás y de sí mismo, en la permanente incitación y requerimiento a problematizarlo todo, considerando que lo más valioso del hombre, lo que lo define está justo en su capacidad de preguntar, de plantearse problemas, que es lo mejor que le recuerda la condición humana, a diferencia del Dios –el único verdaderamente sabio y por ello libre de problemas y preguntas. Sócrates desarrolla su método práctico basado en el diálogo, la conversación, la dialéctica y en el que a través del razonamiento inductivo se podría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Su método constaba de dos fases: la ironía y la mayeútica cuya finalidad en última instancia ha de posibilitar encontrar una definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales a los que ayudaba a alumbrar. La cuestión moral del conocimiento del Bien estuvo en el centro de sus enseñanzas, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega.

Platón: Vive su juventud bajo los avatares de la Guerra del Peloponeso, y desarrolla su actividad filosófica tras la restauración de la democracia, una democracia que tiene que hacer frente al declive del poderío militar y económico de Atenas y en la que el aristócrata Platón verá un enemigo, al consagrar la igualdad entre los ciudadanos. Una igualdad que, Platón consideraba contra natura.

La influencia de Sócrates fue decisiva en su vida. No tomó parte activa en la política. Estaba convencido que la política inspirada en la filosofía, conduciría al mundo por la idea del bien. El punto de partida de la filosofía Platónica es la búsqueda de un fundamento metafísico para justificar la virtud socrática. La oposición entre Sócrates y los Sofistas constituye el punto de partida del pensamiento platónico. La teoría socrática ponía en los conceptos o ideas el saber seguro y absoluto. La doctrina socrática se refiere solamente a las ideas éticas, mientras que Platón las extiende a toda clase de ideas.

La aceptación por Platón de la existencia del “mundo de las ideas”, resuelve el problema planteado tanto por Heráclito (la realidad es un permanente devenir), como por Parménides (la realidad es el ser inmutable y permanente). Platón al aceptar el mundo de las apariencias y el mundo de las ideas contesta que el ser de las apariencias cogido por los sentidos es mutable; mientras que el ser de las ideas es inmutable. La solución dada por Platón involucra un dualismo; el ser aprehendido por los sentidos y el ser captado por la inteligencia. El ser captado por los sentidos es temporal, cambiante e imperfecto mientras que el ser captado por las ideas es eterno, inmutable y perfecto.

El mundo de las ideas, es el ser incorpóreo, susceptible de ser conocido por los conceptos. Por vez primera en la historia del pensamiento, se admite una realidad inmaterial, y se la halla mediante un saber supra-empírico, y mediante una actividad espiritual desembarazada del mundo de la materia. Relación entre el mundo de las ideas y el mundo de las cosas que nos rodean: aunque el mundo de las ideas es muy diferente en cuanto a la realidad y perfección del mundo de las cosas, sin embargo, entre ambos existe cierta relación.

El mundo de las cosas no iguala al mundo de las ideas, pero existe cierto parecido entre ambos mundos. Las ideas no son causa de las cosas son simplemente sus prototipos.

Las cosas participan de las perfecciones de las ideas y por esto tienen cierto parecido con ellas. El orden del mundo está realizado a la imagen del mundo de las ideas.

Este

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