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Informe de lectura. “La Ciudad – Estado”


Enviado por   •  28 de Julio de 2017  •  Apuntes  •  3.663 Palabras (15 Páginas)  •  216 Visitas

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Informe de lectura. “La Ciudad – Estado”

Christian Mauricio Cruz Pineda.

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales.

Curso: 1B / Código: 137874.

Historia de la Filosofía y Ética.

Abogado: Carlos Alfredo Sánchez Mafla.

Universidad Libre, Seccional Cali (Valle del Cauca).

Período académico 2013 – 2014, Jornada Nocturna.

La Ciudad – Estado.

Resumen:

La mayor parte de los ideales políticos modernos como la justicia, la libertad, el régimen constitucional y el respeto al derecho o, al menos,  sus definiciones comenzaron con la reflexión de los pensadores griegos sobre las instituciones de la ciudad - estado. Pero en la larga historia del pensamiento político, el significado de tales términos se ha modificado de muchas formas y hay que entenderlo a la luz de las instituciones que habían de realizar esos ideales y de la sociedad en la que operaban esas instituciones. La ciudad - estado griega era muy diferente de las comunidades políticas en que viven los hombres modernos como también lo era el clima de opinión en el que realizaron su trabajo los filósofos griegos. Aunque sus problemas no dejan de tener analogías en el presente, no fueron nunca idénticos a los problemas modernos. El gobierno de Atenas es el más conocido  y fue objeto de especial preocupación para el más grande filósofos griegos, en cuanto a tipo de instituciones y ciudadanía se refiere.

Clases Sociales:

Comparada con los estados modernos, la antigua ciudad - estado era extremadamente pequeño, tanto en área como en población. Tal organización de un pequeño territorio dominado por una sola ciudad era típica de la ciudad - estado.

Esta población estaba dividida en tres clases principales, que eran política y jurídicamente distintas:

-Los esclavos.

-Los extranjeros residentes o metecos.

-Los ciudadanos.

En el grado más bajo de la escala social se encontraban los esclavos, que conformaban una tercera parte de la población de Atenas y constituían una institución universal en el mundo antiguo, que era tan característica de la economía de la ciudad-estado como la del asalariado lo es del estado moderno.  Los esclavos no contaban políticamente en la ciudad-estado.

La clase ociosa de Atenas difícilmente pudo ser mayor de lo que es la de una ciudad norteamericana de igual tamaño, ya que los griegos no eran ricos y vivían con un margen económico muy estrecho. Si tenían más ocio  que los modernos, ello se debía a que su maquinaria económica no estaba ajustada de modo tan preciso como la nuestra, cosa que les condenaba a un nivel de consumo inferior. Aristóteles, consideraba: deseable que todo el trabajo manual lo realizasen los esclavos para que los ciudadanos pudieran tener el ocio que les permitiera dedicarse a la política, no hay duda de que no describía la realidad existente, sino proponiendo un cambio para la mejora política.

El segundo grupo importante en una ciudad griega se componía de los extranjeros residentes o metecos. En una ciudad comercial como Atenas, el número de tales personas pudo llegar a ser grande y muchas de ellas no serían transeúntes. Pero no había forma de naturalización legal y la residencia durante varias generaciones no convertía a los metecos en ciudadanos, a menos que ingresaran en esta categoría por inadvertencia de quienes la integraban. El meteco, como el esclavo, no tomaba parte en la vida política de la ciudad, aunque era hombre libre y su exclusión no implicaba una discriminación social con él.

Finalmente, encontramos el cuerpo de ciudadanos, o sea quienes eran miembros de la polis y tenían derecho a tomar parte en su vida política. Este era un privilegio que se obtenía por nacimiento, pues el griego seguía siendo ciudadano de la polis a la que pertenecían sus padres. La ciudadanía daba derecho a ser miembro de la ciudad - estado; es decir, a un mínimo de participación en la actividad política o en los asuntos públicos. La noción moderna de ciudadano, como persona a quien se le garantiza jurídicamente ciertos derechos, la habrían entendido mejor los romanos que los griegos, ya que el término latino Ius implica en parte esta posesión de derechos privados. Sin embargo, los griegos no consideraban su ciudadanía como algo poseído, sino como algo compartido, en forma análoga a lo que representa el ser miembro de una familia.

Instituciones Políticas:

Atenas, representa el tipo mejor conocido de la constitución democrática. Todos los ciudadanos varones formaban la asamblea o ecclesia, reunión a la que todo ciudadano tenía derecho a asistir desde que llegaba a la edad de veinte años. En la asamblea no se formulaba la política ni se discutían las medidas adoptadas, la democracia directa regida por todo el pueblo reunido es más bien un mito político que una forma de gobierno. Además, todas las formas griegas de gobierno (con excepción de la dictadura extrajurídica) tanto aristocráticas como democráticas, comprendían algún tipo de asamblea del pueblo, aunque su participación en el gobierno fuese en realidad pequeña.

Lo que es interesante en el gobierno ateniense no es la asamblea de todo el pueblo, sino los medios políticos ideales para hacer que los magistrados y funcionarios fuesen responsables ante el cuerpo ciudadano y estuviesen sometidos a su control. Los plazos de ejercicio de los cargos eran breves; por lo general, había una disposición contraria a la reelección; de este modo se encontraba abierto el camino para que otros ciudadanos interviniesen por turno en la dirección de los asuntos públicos. La mayor parte de los magistrados tenía poco poder. Los dos cuerpos que formaban la clave del control popular en Atenas eran el Consejo de los Quinientos y los tribunales con sus grandes jurados populares. Para fines de gobierno local, los atenienses se dividían en unos cien demos (barrios, parroquias o distritos), eran la puerta por la que el ateniense entraba a la ciudadanía, ya que tenían el registro de sus miembros y todo mozo ateniense era inscrito en el a la edad de dieciocho años. Los demos elegían candidatos en número aproximadamente proporcionado a su tamaño, y la suerte designaba quienes de los incluidos en esta lista habían de desempeñar los cargos. Los ciudadanos atenienses que quedaban fuera de este sistema de designación por sorteo y que tenía una independencia mucho mayor que los otros eran los diez generales escogidos por elección directo y eran además reelegibles en sucesivas elecciones, en teoría eran meros oficiales militares, y tenían sobre todo en época imperial, no sólo poderes importantes en las partes extranjeras del imperio ateniense, sino también una gran influencia en las decisiones del consejo y la asamblea. El cargo no era en realidad militar, sino en ciertos casos un puesto político. Pericles actúo año tras año como líder de la política ateniense gracias a su cargo de general, y su posición con respecto al consejo y a la asamblea  se parecía mucho más a la del primer ministro en un gobierno moderno que a la de un simple comandante de tropas.

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