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Introducción A El Sofista De Platón, De Patricio De Azcárate

apvega1 de Agosto de 2013

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El Sofista de Platín

Argumento

por Patricio de Azcárate

¿Qué quiere decir sofista? La respuesta a esta pregunta debería ser la definición del sofista. ¿Pero de qué medio nos valdremos para ello y ante todo para definir en general? Un ejemplo, escogido entre los más sencillos, va a mostrárnoslo.

Sea el del pescador de caña.

Es evidente que el pescador de caña practica cierto arte. Pero entre las artes, las que siembran y recogen, o acomodan las cosas a nuestro uso, o imitan, en una palabra, que dan el ser a lo que no lo tenía, componen en conjunto el arte de hacer; las que se aplican a las cosas ya existentes y nos las procuran, ya por medio de razonamientos, ya por medio de actos, constituyen el arte de adquirir.

En el arte de adquirir es preciso distinguir la adquisición por consentimiento mutuo, como cuando se compra, y la adquisición violenta, como cuando se toma por fuerza.

En la adquisición violenta, la que procede por fuerza manifiesta como un combate, y la que procede por astucia, como la caza.

En la caza, la de cosas y la de animales.

En la caza de animales, la de los animales que andan, y la de los animales que nadan (en un fiuido cualquiera, agua o aire.)

En la caza de los animales nadadores, la de las aves y la de los pescados, es decir, la pesca.

En la pesca, la que emplea redes para coger el pescado y la que emplea el hierro para herirle.

En la pesca con el hierro, la de noche y la de día, con ganchos.

En la pesca con ganchos, la que tiene lugar hiriendo al pescado de alto abajo, o la pesca con arpón, y la que tiene lugar buscando la cabeza y el tragadero por medio de la caña y del anzuelo, tirando de abajo arriba, o sea la pesca con anzuelo o con sedal.

He aquí la definición del pescador de caña: es un hombre que practica un arte, y este es el arte de adquirir con violencia, con astucia; es la caza de animales que nadan en un fluido cualquiera, de los pescados; es la pesca, la pesca con hierro, con ganchos, con caña, es decir, con sedal, y un gancho que saca el pescado de abajo arriba por la cabeza o tragadero, es decir, un anzuelo.

Procediendo de igual modo se definirá lo mismo el sofista.

I. Desde luego el sofista practica un arte: ¿cuál?

Este arte, como el del pescador de caña, es cierto género de caza: ¿qué caza?

La caza en general comprende la de los animales andadores y la de los animales nadadores; el arte del pescador de caña pertenece a la última; el del sofista a la primera.

En la caza de los animales andadores, es preciso distinguir la caza de los animales salvajes y la de los animales domesticados, particularmente los hombres.

En la caza de los animales domesticados, la caza violenta, como la piratería, la tiranía, la guerra; y la caza por la persuasión, que tiene lugar en los tribunales, en las asambleas populares, en las conversaciones.

En la caza por la persuasión, la caza pública y la caza privada.

En la caza privada, la que se hace con agasajos, es decir, el amor; y aquella en que se busca un salario.

En la caza donde se busca un salario, aquella en la que se atraen las gentes por medio de caricias, empleando el cebo del placer, sin otro objeto que el de procurarse el sustento, esto es, la adulación; y la que aparenta no querer otra cosa que enseñar la virtud y lo que realmente quiere es hacerse con dinero contante; este es el arte del sofista.

Ya tenemos el sofista definido: es un hombre que practica un arte, y este arte es la caza; la caza de animales andadores, domesticados, de hombres; es la caza privada, que busca un salario en dinero contante, y que se apodera, valiéndose del cebo engañador de la ciencia, de jóvenes ricos y de distinción.

II. Tal es el arte del sofista, pero no es esto todo, porque es muy diverso y muy complicado. He aquí una segunda forma.

Se ha dicho antes, que el arte de adquirir comprende la adquisición por la caza y la adquisición por mutuo consentimiento.

En la adquisición por mutuo consentimiento, es preciso distinguir la adquisición por donación y la adquisición por compra.

En la adquisición por compra, se distingue el comercio de primera mano, cuando se venden los propios productos, y el comercio de segunda mano, cuando se venden los productos ajenos.

En el comercio de segunda mano, el despacho, que se hace en una sola ciudad, y el negocio que se hace en diferentes ciudades.

En el negocio, el que afecta a las cosas del cuerpo, y el que trata de las cosas que se refieren al alma.

En el negocio de las cosas del alma, la exhibición de los objetos de ostentación y de lujo, y el cambio de conocimientos.

En el cambio o comunicación de los conocimientos, el de los relativos a las artes en general, y el de los relativos a la virtud, es decir, el arte del sofista.

He aquí el sofista definido de nuevo. Su arte es el de adquirir amistosamente, por el comercio exterior; es el negocio, el negocio de las cosas del alma, de los conocimientos relativos a la virtud.

III. Pero el sofista no trafica necesariamente con los productos de otros. Puede suceder que, fijo en su ciudad natal, fabrique, para ponerlos en venta, los conocimientos cuyo objeto es la virtud, y gane su vida con este oficio. En tal caso, su arte se presenta bajo una tercera forma más general; es el arte de adquirir amistosamente por el comercio interior o exterior, ya fabrique o ya reciba las cosas que vende, con tal de que estas cosas sean conocimientos, que tengan por objeto la virtud.

IV. Siguiendo esta indagación, encontraremos aún al sofista en alguna otra de nuestras divisiones.

En efecto, hemos visto que el arte de adquirir comprende, además de la adquisición por mutuo consentimiento, la adquisición violenta, a viva fuerza, el combate.

En el combate, es preciso distinguir la lucha entre rivales, y la lucha entre enemigos.

En la lucha entre enemigos, la que se hace cuerpo a cuerpo, y la que se hace oponiendo discurso a discurso, es decir, la controversia.

En la controversia, la que procede mediante largos discursos, en público, sobre lo justo y lo injusto, la controversia judicial; y la que procede por preguntas y respuestas, entre particulares, sobre cualquier materia, la disputa.

En la disputa, la que es extraña al arte y que no tiene nombre, y la que tiene en mucho a aquel, que es la discusión.

En la discusión, la que no tiene otro objeto que el placer de discutir, y que podemos llamar palabrería, y la que se propone ganar dinero; y qué otro nombre puede dársele sino el de arte sofística?

Luego el arte del sofista no es otra cosa que el arte de ganar dinero por la discusión, y forma parte del arte de disputar, del arte de controvertir, del arte de luchar, del arte de combatir, y por consiguiente del arte de adquirir.

V. Ya se ve en claro que el sofista es, como suele decirse, un animal vario y que no se deja prender con una sola mano. Pero ahora vamos a verlo más en claro aún, porque he aquí un nuevo rastro para seguirle.

Hay un arte de distinguir, al que se refieren una multitud de operaciones, tales como aechar, acribar, entresacar, etc.

En el arte de distinguir, es preciso considerar la operación que separa lo semejante de lo semejante, y la que separa lo mejor de lo peor, para guardar lo primero y desechar lo segundo; es la purificación.

En la purificación, la que concierne a los cuerpos, ya animados, como la gimnasia, ya inanimados, como el lavado; y la que concierne al alma.

Purificar el alma es desterrar de ella la maldad. Pero hay dos clases de maldades, la del vicio y la de la ignorancia. La purificación del alma comprende por lo tanto la justicia y la enseñanza.

En la enseñanza, es preciso distinguir la que se refiere a los oficios mecánicos, y la educación, cuyo objeto es desterrar el género de ignorancia, llamado necedad, la cual consiste en imaginarse que se sabe lo que no se sabe.

En la educación, la reprensión, que tan pronto se verifica con severidad, como con dulzura; y la refutación que vuelve a la modestia a los que creen saber y no saben, obligándoles a ponerse en contradicción consigo mismos.

Este método de refutación se parece mucho a la sofística, pero a la sofística de noble raza. De suerte, que el arte del sofista es el arte de discernir, el arte de purificar, de purificar el alma; es la enseñanza, es la educación, es la refutación, que confunde la vanidad de la falsa ciencia.

VI. Tenemos, pues, que el sofista se nos presenta sucesivamente como un cazador de jóvenes ricos; como un comerciante, negociando las cosas del alma, los conocimientos relativos a la virtud; como un fabricante de estos mismos objetos; como una especie de atleta de la palabra, que tiene por oficio el disputar y discutir; en fin, como un purificador del alma mediante la refutación. Si todos estos nombres le convienen, es preciso decir, sin embargo, que ante todo y esencialmente es un disputador. Bajo este punto de vista vamos a examinarlo.

El sofista no se limita a discutir; enseña a los demás a discutir como él, y sobre todas las cosas. Cualquiera creerá que posee la ciencia universal, pero su ciencia no es más que aparente; en lugar de la verdad solo presenta imágenes de ella, y el arte que ejerce pertenece al gran arte de la imitación.

El arte de imitar comprende dos especies: el arte de copiar, que reproduce exactamente las proporciones del modelo; y el arte de la fantasmagoría, que le modifica según la distancia y la perspectiva para agradar a la vista por medio de una engañosa semejanza.

Quizá el sofista está comprendido

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