Jean, PIAGET, “Los dos problemas principales de la epistemologia de las ciencias del hombre
Oscar Josue Villanueva GutierrezEnsayo3 de Junio de 2019
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN
“ENRIQUE GUZMÁN Y VALLE”
Alma Mater Del Magisterio Nacional
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
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Jean, PIAGET, “Los dos problemas principales de la epistemología de las ciencias del hombre”
Alumno:
VILLANUEVA GUTIERREZ, OSCAR JOSUE
2018
INTRODUCCION
Rorty R. considera a la filosofía lingüística como el punto de vista en que los problemas filosóficos pueden ser resueltos, reformando el lenguaje o comprendiendo mejor el que usamos en el presente. He ahí pues la orientación, el camino o un medio para buscar respuestas a los problemas filosóficas que se han surgido a través del tiempo.
En la historia de la filosofía se han venido dando revoluciones contra las prácticas de los filósofos precedentes y por intentos de transformar la filosofía en una ciencia.
En el pasado, cada una de estas revoluciones ha fracasado y siempre por la misma razón. El método nuevo que cada uno proponía era tal que, honestamente, sólo podía ser adoptado por los que suscribían la tesis en cuestión. Cada rebelde filosófico ha pretendido “ser carente de supuesto” pero ninguno lo ha logrado. Esto no es sorprendente, pues sería harto extraño saber qué método debe seguir un filósofo sin tener alguna noción sobre la naturaleza de la empresa filosófica y del conocimiento humano. Para saber que método adoptar, uno debe haber llegado ya a algunas conclusiones metafísicas y epistemológicas. Si se intenta defender estas conclusiones usando el método de elección uno se expone a la acusación de circularidad. A todo ello podemos decir que el método filosófico es en sí mismo un problema filosófico.
Los intentos de reemplazar la opinión por el conocimiento se ven siempre frustrados por el hecho de que lo que cuenta como conocimiento filosófico ello mismo parece ser objeto de opinión. Ante esta situación Rorty define la filosofía como la disciplina en la que se busca el conocimiento pero solo se pueden encontrar opiniones.
A pesar del fracaso de todas las revoluciones en lograr sus propósitos, tales revoluciones no son vanas. Las batallas libradas durante la revolución hacen que los combatientes de ambos bandos tengan que reparar sus armaduras, y estas a su vez se convierten eventualmente en un cambio completo del vestuario. Los que aún defienden el “platonismo” desechan la mitad de lo que Platón dijo, hay empiristas contemporáneos que gastan mucho de su tiempo justificando los desafortunados errores de Hume. Los filósofos que no cambian (o al menos no arreglan) sus vestidos para adaptarse a los tiempos, tienen la opción de decir que las creencias filosóficas vigentes son falsas, y que los argumentos que la sustentan son circulares o prejuiciosos. Pero si lo hacen por demasiado tiempo, o si se encierran en sí mismos hasta que cambie la dirección del viento filosófico, quedarán fuera de la conversación. Es por eso que ningún filósofo puede resistirlo, por ende la filosofía hace progresos o por lo menos se dan cambios, y comprender tales cambios es comprender por qué la filosofía, aunque condenada a fracasar en su búsqueda de conocimiento, no es a pesar de todo “asunto de opinión”.
Rorty cree que el fracaso de los filósofos del lenguaje se debe a que no fueron capaces de conseguir criterios objetivos, por cuya aplicación cualquiera pudiera haber sabido si eran capaces o no de llegar a conseguir los objetivos propuestos porque creían que eran o debían ser los de la filosofía lingüística.
El primero, disolver los problemas filosóficos tradicionales. Debían ser disueltos porque habían surgido de usos incorrectos o desviados de los diversos lenguajes en los que habían sido formulados. Se habla así pues, del uso incorrecto y uso desviado de una forma lógica y de la gramática ordinaria de un lenguaje dado.
Rorty señala que unos de los objetivos de la filosofía lingüística es autoconstituirse en una ciencia estricta, abordada mediante los métodos de la lingüística empírica. Todo ello constaría la base del giro lingüístico. En la pretensión de reducir los problemas filosóficos a problemas de lenguaje se conseguiría el fracaso como filósofos a aquellos que lo intentaron; según Rorty, por no proporcionar a sus posibles interlocutores, criterios claros y terminantes de éxito en cuestiones tan elementales. Lo que hace Rorty al someter a los filósofos lingüísticos a sus criterios meramente hipotéticos de coherencia, es desconstruir la figura de la filosofía que ellos habían construido como expresión de su propia diferencia hacia afuera y hacia dentro, de su común identidad o comunidad de pertenencia.
El análisis lingüístico (como la fenomenología) parece alentar la esperanza de claridad sobre ésta cuestión metodológica, y de eventual acuerdo entre los filósofos. Mientras esta esperanza permanezca, existe escasa probabilidad de que los filósofos lingüísticos cambien sus modos.
2. La búsqueda de un punto de partida neutral
Al distinguir su propia revuelta antimetafísica de la de Kant, Ayer cita la propuesta de Bradley de que “el hombre que está dispuesto a probar que la metafísica es imposible es humano metafísica(o) con una teoría rival propia”.
Así mismo sostiene que las proposiciones no son factuales sino de condición lingüística, esto quiere decir que no va a describir la conducta de objetos físicos ni mentales, sino van a expresar definiciones.
Tanto Carnap como Ayer sostienen que el mismo tipo de análisis que revela la confusión de Heidegger presenta que algunas sugerencias son significativas y otras no. El único método de Carnap para determinar si un lenguaje dado era “lógicamente correcto” consistía en si sus propuestas eran o no susceptibles de verificación. Por lo mismo afirman que no existe la disciplina tal como una “lógica” filosóficamente neutral que manifiesta juicios peyorativos sobre tesis filosóficas.
Carnap hablaba de las preposiciones ordinarias. Proponía que los filósofos hablan lo que hablan a causa de la distancia entre la sintaxis histórico-gramatical y la sintaxis lógica.
Bergman manifiesta que la Filosofía es recomendación lingüística, y eso es todo lo que el práctica. Utiliza el argumento para remplazar los procedimientos de la filosofía tradicional por lo lingüístico. Todos los filósofos lingüísticos hablan acerca del mundo por medio de un hablar sobre un lenguaje apropiado. Es el giro lingüístico, la táctica esencial a manera de método, sobre el que están de acuerdo los filósofos del lenguaje ordinario e ideal. La manera más apropiada de hablar acerca de ello es hablar sobre la sintaxis y la interpretación de un lenguaje.
3. Filosofía del lenguaje ideal “versus” filosofía del lenguaje ordinario
Existen muchos ensayos que reflejan cierta controversia, que está sujeta a críticas y que tales se consideran ficticias y de existencia innecesaria. Dentro de esta contradicción hallaremos dos escuelas: el lenguaje ordinario y por el otro lado el lenguaje ideal.
Se menciona, pues a cerca de las diferencias existentes entre los filósofos del lenguaje ideal y aquellos filósofos que son de lenguaje ordinario. Se explica pues, los argumentos que presentan ambos para refutar a su contrario; en el caso del lenguaje ordinario a ceca de los programas constructivistas y las réplicas típicas de los filósofos pertenecientes a este campo. La actitud por la que optan los filósofos del lenguaje ordinario en contraposición al lenguaje ideal es denominado “locus classicus”, un ejemplo de ello es el comentario que realiza Strawson a Carnap, explicando pues, que las intenciones del lenguaje ideal serían vanas si es que no aportan soluciones a los problemas típicos que presenta la filosofía. Continúa explicando que son justamente estos conceptos ordinarios no construidos los que provocan estas dificultades en la filosofía, objetivo contrario que pretende lograr el lenguaje ideal. Enfocándose en la perspectiva constructivista se toma al lenguaje ideal como aquel que se encargará de reemplazar los conceptos ordinarios, además la lógica de las expresiones lingüísticas del lenguaje natural puede por sí misma llegar a los resultados deseados, y una forma que evidencie ello, es a través de la práctica, lo que aún no se ha llevado a cabo.
Tal apreciación de parte de Strawson es comparada incluso con los síntomas de la persona neurótica, sus comportamientos, en el que para calmar tales malestares, se le otorga una droga correspondiente para aliviar su estado, pero no significa que hayamos acabado en definitiva con el problema; lo mismo ocurre en el empleo del lenguaje ideal, en el que se menciona que criar una generación de hombres que hablen solamente lenguaje ideal, no significará precisamente que ya se hayan resuelto los problemas filosóficos.
Según las apreciaciones de Bergman, ninguna proposición del leguaje ideal será materialmente equivalente a una proposición del uso ordinario no reconstruido; todo ello solo sustenta la idea de que el lenguaje ideal hace no más que clarificar y no como se explicaba anteriormente la de sustituir conceptos ordinarios. Por su lado Goodman tomaría el papel del lenguaje ideal como medio para poder conseguir o alcanzar un nuevo mundo, también llamado “lebenswelt”, en donde no se encuentre noción de problemas filosóficos. Rorty muestra su punto de vista a cerca de las diversas ideas planteadas por los autores mencionados ya anteriormente, y la variabilidad en la eficacia de resultados que busca cada uno de ellos con sus respectivas ideas; no descarta la importancia del aporte de cada una de ellas, pero aún no se encuentra un consenso entre todas estas.
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