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La Filosofía Como Ciencia


Enviado por   •  25 de Febrero de 2015  •  2.657 Palabras (11 Páginas)  •  395 Visitas

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LA FILOSOFÍA COMO CIENCIA PRIMERA

El conocimiento y la verdad

El conocimiento según platón: la gran teoría platónica acerca de las Ideas, teoría que constituye el fondo y la esencia de la filosofía del discípulo de Sócrates, puede reducirse y condensarse en los siguientes términos: La Idea, con relación a Dios, es su inteligencia; con relación al hombre, es el objeto primero y real del entendimiento; con relación a al mundo externo y sensible, es el arquetipo, el modo ejemplar; con relación a sí misma, es la esencia de las cosas; con relación a la materia, es su medida, su sigilación, su principio, su impresión.

- Según Platón el conocimiento se pueda identificar con la percepción sensible, ya que la verdad se expresa en el juicio y no en la sensación; 2) que ni siquiera se puede identificar el conocimiento con el "juicio verdadero" ya que podría formularse un juicio que resultara verdadero y estuviera basado en datos falsos; 3) que tampoco se puede identificar el conocimiento con el "juicio verdadero" más una razón, pues ¿qué podría añadirse, mediante el análisis, a un "juicio verdadero" que no contuviera ya, y que le convirtiera en verdadero conocimiento? Platón admite, con Protágoras, que el conocimiento sensible es relativo; pero no admite que sea la única forma de conocimiento.

Cree, por el contrario, con Parménides, que hay otra forma de conocimiento propia de la razón, y que se dirige a un objeto distinto del objeto que nos presenta la sensibilidad: las Ideas. El verdadero conocimiento ha de versar sobre el ser, no sobre el devenir, y no puede estar sometido a error, ha de ser infalible. El conocimiento sensible, pues, no puede ser el verdadero conocimiento ya que no cumple ninguna de esas características.

- Para los sofistas, sin embargo, el conocimiento sensible es, simplemente, el conocimiento. La verdad o falsedad no pueden existir como absolutos, estando sometidas a la relatividad de la sensación. Si prescindimos de la sensación, prescindimos del conocimiento. Lo que me parece frío, es frío, según Protágoras, aunque a otro le pueda parecer caliente: y para él será caliente. La razón debe partir de los datos sensibles para realizar sus operaciones, por lo que depende absolutamente de ellos. No tiene sentido hablar de un conocimiento racional como si fuera algo distinto y aún opuesto al conocimiento sensible.

• Según Aristóteles conocimiento y verdad:

Aristóteles distingue varios niveles o grados de conocimiento. El conocimiento sensible deriva directamente de la sensación y es un tipo de conocimiento inmediato y fugaz, desapareciendo con la sensación que lo ha generado.

El conocimiento sensible es propio de los animales inferiores. En los animales superiores, sin embargo, al mezclarse con la memoria sensitiva y con la imaginación puede dar lugar a un tipo de conocimiento más persistente. Ese proceso tiene lugar en el hombre, generando la experiencia como resultado de la actividad de la memoria, una forma de conocimiento que, sin que le permita a los hombres conocer el porqué y la causa de los objetos conocidos, les permite, sin embargo, saber que existen, es decir, la experiencia consiste en el conocimiento de las cosas particulares:

El nivel más elevado de conocimiento vendría representado por la actividad del entendimiento, que nos permitiría conocer el porqué y la causa de los objetos; este saber ha de surgir necesariamente de la experiencia, pero en la medida en que es capaz de explicar la causa de lo que existe se constituye en el verdadero conocimiento

El conocimiento sensible es, pues, el punto de partida de todo conocimiento, que culmina en el saber. Y Aristóteles distingue en la Metafísica tres tipos de saber: el saber productivo, el saber práctico y el saber contemplativo o teórico. En la Ética a Nicómaco volverá presentarnos esta división del saber, en relación con el análisis de las virtudes dianoéticas, las virtudes propias del pensamiento discursivo (diánoia). El saber productivo (episteme poietiké) que es el que tiene por objeto la producción o fabricación, el saber técnico.

El saber práctico (episteme praktiké) remite a la capacidad de ordenar racionalmente la conducta, tanto pública como privada. El saber contemplativo (episteme theoretiké) no responde a ningún tipo de interés, ni productivo ni práctico, y representa la forma de conocimiento más elevado, que conduce a la sabiduría.

 La verdad según Aristóteles: Por su parte lo que es en el sentido de «es verdadero», y lo que no es en el sentido de falsedad, están referidos a la unión y a la división, y entre ambos, a su vez, se reparten la contradicción.

«La falsedad y la verdad no se dan pues en las cosas (como si lo bueno fuera verdadero y lo malo, inmediatamente falso) sino en el pensamiento, y tratándose de las cosas simples y del quê-es(tó tí), ni siquiera en el pensamiento.» (Aristóteles, Metafísica, Libro VI, 1027b).

• Las vías del conocimiento sapiencial.

Es la filosofía sapiencial, es la filosofía concebida como ciencia de la vida, la que nos puede dar una idea más aproximada de lo que fue en sus inicios la filosofía en Occidente. La filosofía era entonces “sapiencial” pues orbitaba en torno al ideal de la sabiduría. Filósofo (philosophos), a su vez, era el que aspiraba a encarnar en lo posible el modelo de la naturaleza humana.

filosofía sapiencial se ha entendido, en cambio, como una actividad en la que lo decisivo no es el discurso filosófico o la arquitectura conceptual en sí, sino, ante todo, la visión, la actitud y el estado de ser que el filósofo encarna y propone; en la que ambas dimensiones —pensamiento y vida, conocer y ser, se han considerado indisociables.

Desde nuestra perspectiva contemporánea, y debido al concepto de filosofía que ha llegado hasta nosotros, con frecuencia pasamos por alto que los filósofos de la antigüedad no eran profesores de filosofía ni profesionales del pensamiento.

Las enseñanzas de Heráclito, Parménides, Pitágoras, Platón o Sócrates, las de los pensadores estoicos, cínicos, epicúreos, escépticos, neoplatónicos, etc., no eran meras teorías especulativas sobre la naturaleza última de la realidad; eran, indisociablemente, prácticas orientadas a la realización operativa de las posibilidades latentes en la estructura profunda de todo ser humano, caminos de plenitud y de liberación interior.

Los grandes filósofos de la antigüedad no se limitaban a elaborar y postula

r sistemas teóricos, sino que, ante

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