La sociedad líquida de Bauman

LA SOCIEDAD LÍQUIDA DE BAUMAN

Un sólido es un objeto firme que se opone a ser dividido, suele conservar su forma aún al pasar a numerosos recipientes, un líquido, por su parte, está en constante transformación mientras fluye. Tal como la sociedad que nos plantea Bauman, cuya desregulación, flexibilización y liberación de las instituciones gubernamentales, los mercados y los modelos de comportamiento exiguos han dejado sin una forma definida.

Las repercusiones que han tenido nuestro estado líquido nos han llevado al mundo de hoy, en donde marejadas de información nos hacen susceptibles a muchas cosas. En los siguientes párrafos abordaré la visión del mundo actual a través de Bauman y la sociedad líquida en que nos hemos convertido.

Todos nos influenciamos con todos, nada permanece aislado, nada permanece fuera del cúmulo constante de la información, todos somos parte de una misma sociedad que se ha vuelto individualista gracias a las nuevas tecnologías que separan aquellos que duermen bajo el mismo techo y co-existen en un mismo espacio.

A pesar de todo, no dudo que existan comunidades que hayan resguardado celosamente su sabiduría frente al mundo al permanecer aislados del catastrófico desarrollo humano, donde el vídeo de un perro bailando hace más ruido que el turismo sexual infantil. Aunque la globalización sí ha podido externar mucho más estas cuestiones, ahora todo es visible, incluso lo que muchos gobiernos se esfuerzan por tapar. Asuntos graves como la miseria humana son notables, podemos ver de cerca las carencias extremas de esos seres detrás de la pantalla, las tragedias de un país o simplemente el infortunio de nuestro propio pueblo, lugares donde las desgracias no dependen de la gente, sino de las circunstancias que los rodea.

Bauman parece estar de acuerodo con Marx acerca de los males del capitalismo, todo gracias al enriquecimiento de aquellos que ya son ricos, y el empobrecimiento de aquellos que ya son pobres. Incluso hace énfasis numerosas veces en que nuestro bienestar garantiza el sufrimiento de otros, donde un mercado sin fronteras es parte del problema, pues contribuye al desorden mundial, gracias a aquellos que solo buscan acumular ganancias a costillas ajenas, pagando salarios mínimos en países con altos índices de pobreza, para poder así exportar sus productos a todo el globo y cumplir con una cuota.

Sí, vivimos en una sociedad sin regulación, en donde el más avispado y cuyo privilegio de nacimiento o de territorio le permite seguir manteniendo aquel estatus de poder. Es una anarquía global en donde todos buscan sobresalir para evitar ser aplastados con el yugo de los más ricos y no diluirse tan fácil en la sociedad líquida e inestable actual, si no pisas, eres pisoteado. Así, la mayor parte de la riqueza global está en mano de unos cuántos.  

Si analizamos el problema de raíz, podríamos llegar a la misma conclusión de Bauman, la globalización ha sido la causante de nuestra pérdida de solidez, un mundo en el que no hay fronteras materiales ni intelectuales. Era inevitable, desde que los primeros colonos entendieron que había gente más allá del charco no dudaron en venir por montones para conocer a los indígenas en taparrabos que cambiaban oro por espejos.

Desde entonces no hay frontera para las desgracias, la globalización negativa ha hecho su parte, es selectiva en su capital, nos mantiene en constante vigilancia y recopilando información sobre nuestra conducta y las nuevas tendencias de internet, para sacar productos que permitan seguir lucrando con nuestras necesidades y, ¿por qué no?, crear nuevas. Pero esto no solo nos ha mantenido embobados detrás de una pantalla y al pendiente de las nuevas tecnologías, la delincuencia y el terrorismo tampoco respetan fronteras. “Una sociedad abierta es una sociedad expuesta a los golpes”, nos dicen Bauman, aquello que nos orgullece es aquello que nos expone a ser golpeados por distintas facciones.

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