La sociedad moderna y su tendencia a la decadencia.El mundo fuera de la burbuja
Valentina Algarra RuizTarea14 de Marzo de 2023
14.320 Palabras (58 Páginas)105 Visitas
La sociedad moderna y su tendencia a la decadencia |
El mundo fuera de la burbuja
¿Sobre qué estándar se define la palabra “amor”? cuando puede encasillarse como a cada uno se le pegue en gana.
¿Es acaso el amor un tópico necesario para mantener saciados los deseos carnales? ¿Hasta dónde llegaría una persona enamorada por ser amada? ¿Es bueno usar estratagemas y falacias para obtener algo de afecto de otra persona? ¿Podemos realmente convivir en paz con un universo encarnado diferente al propio?
Lujuria
Asmodeo
“Mi ángel es el que saca el diablo en mí”
Anthony T. Hincks.
-Tan fría y húmeda, es la misma Bogotá que recuerdo de mi infancia-
Con el gorro calado hasta los lóbulos de las orejas y la chaqueta llena de bolsillos en los que no guardaba más que unas llaves viejas, el celular con la pantalla rota y el nombre escrito de una panadería popular escrito en un trozo de papel arrancado de Matar a un Ruiseñor, es un sentir extraño, ví la pobreza en el pueblo con los “rotos” pero no como la que existía en la nevera; mi padre solía contarme del sitio, cuando fueron los habitantes puros oligarcas, estaba medianamente organizado y hasta las gentes se respetaban y un día mataron a un señor “mataron a Gaitán” gritaban los mismos que en pocos minutos le harían cualquier cantidad de vejámenes al albañil Roa Sierra, se armó un mierdero el tremendo.
Ahora es común ver a las prostitutas contoneando la grasa que cuelga de sus muslos y oler a los desdichados comiéndose una sopa de una botella cortada con algún pedazo de bisturí que, al contrario de ellos, no tenía filo alguno.
“Que moridero me vine a visitar, el viejo sí me advirtió de la situación actual pero esto ya es algo irreal” pensaba al tiempo que bajaba en la estación Tercer Milenio, con paso apurado llegué a la cafetería.
Ella ya me esperaba, sonriendo como si nunca me hubiese ausentado, sentí la calidez de estar en el lugar indicado en el momento debido, sí bien estaba un poco nervioso por su elegante presencia, de las facciones bien definidas de su rostro, de su cuello claro que resaltaba al tono de sus rizos o sus caderas bendecidas por la misma Yemayá y ese rico aroma café con malboro del rojo.
Aunque estábamos un poco lejos decidimos caminar con paso aletargado, cómo quién no quiere dejar pasar el tiempo ¿es normal admirar tanto a un ser de carne y hueso sin aburrirse? me preguntaba en mi monólogo mental para calmar la ansiedad del silencio.
-¿Cómo está tu papá? ¿Sigue siendo profesor?-
-No…. no, el viejo renunció hace unos tres años, cambio a algo más simple-
No podría confesar de buenas a primeras que lo encontraron cogiendose a una alumna y casi le cortan lo castran ¡Que horror! Las directivas no entendían el qué y cómo había sucedido con tan buen maestro y la calidad de persona que es; le dejaron en paz, lo vetaron de todo sitio que lo pudiese acercar al contacto con menores de edad y él se limitó a aceptar sin rechistar, igual…
-Llegamos-
Recordé que visitaba a Felicia cuando éramos niños y jamás hubo problemas en ello "¿Por qué crecer es el equivalente de perder la inocencia?" Era de mis frases favoritas pero quizá y, por más estúpido que suene, entiendo el miedo de la sociedad dejan a dos sacos de hormonas encerrados sin cuidado. Mi psique se desvanecía a cada paso de sus caderas y el baile de sus cabellos ¿Cuándo creció tanto?; ese lugar me parecía extrañamente cálido, con aroma inefable, una cama sencilla acompañada de una mesa blanquecina que de forma muy pulcra tenía fotos y souveniers, una mesa llena de cuadernos y ropa sin ordenar me saludaron, la biblioteca me reclamó por los textos que jure regresar y ahora ni recuerdo dónde quedaron. Me pregunto ¿Cuántas veces se conoció en ese lugar? Y no me refiero a explorar sus placeres si no también a entender que le causaba risa, que la curaba de la soledad o sobre la ropa que le hacía sentirse bonita… cuántas cosas le provocaron lágrimas. Deje de lado mi pensamiento y solo supe observar su tez delicada y su sonrisita, me hablaba de cuando ganó un concurso de matemáticas, de su faceta de poeta después de mi partida y que aún no se creía la oportunidad de irse al exterior, me limité a sonreír y a recordarnos cuando íbamos a la escuela con los juegos simples y sinceros, de cuando mi primo José se rompió el dedo jugando futbol, de la primera vez que hicimos una pijamada y sus papas no nos dejaron dormir juntos “¿pero por qué, ma'? Es que Felipe y yo siempre hacemos todo juntos, no hay nada de malo en dormir” ¡Que recuerdos más bellos! Y ya tan lejanos.
No sentí el escalofrío la primera vez pero la segunda me hizo torcer levemente el cuello, ella tan dulce y frágil me tiraba un airecito cálido en la oreja .
-juguemos un poco ¿no?-
Mi carne es humana y desde que la ví nuevamente sentí el súbito deseo de soltar mis ataduras , con ese poco conocimiento práctico y más bien teórico, toqué ligeramente su rostro y le bese la comisura de los labios, aunque fríos y secos por el clima de la ciudad, suaves y afrutados. Con movimiento ágil y veloz para quedar sobre de ella bese su fino cuello, ame su alma desde la más tierna infancia, quería gritarle que la extrañaba tanto, que me tocó madurar a las patadas por su falta en mi vida, la idealice como quién le ora a una estatua y cree que le concederá los milagros que necesita.
Escuchaba el leve sonido de un gemido dulce y lascivo, quise perderme en su cuerpo; con mayor habilidad se hizo encima de mis muslos mientras nos besábamos, la mujer a la que sentí tanto tiempo amar ahora quería unir su carne con la mía ¿es acaso esta una recompensa divina, mi Dios?, metí las manos bajo del buzo de punto sin descubrir demasiado y así comenzar un juego de tirar y aflojar, sentí su tersa piel, algunas estrías en la parte posterior de la espalda que me hicieron recordar la espuma del mar y los cercos del campo listos para ser cultivados, “un poco más”, posé mis dedos sobre una fina tela con broches. Jamás sentí tanto odio por alguien que no conocía como aquel que sentía hacia el creador de esos malditos acertijos metálicos.
Recuerdo el tacto de sus labios, el sabor de toda una vida cambiante y sempiterna en su lengua, sus dientes entre cerrándose de a pocos atrapando con distintas presiones mis labios y el agitado respirar de ambos; podría quedarme allí todo el tiempo que tiene la eternidad simplemente haciendo esos leves gestos faciales
-¡Ay!.. Un poco más despacio…-
Decía con su bello rostro sonrojado ¿alguna vez has visto las flores cuando abren sus pétalos por primera vez? Siento que ese mágico instante tan único y tan similar al de las demás flores trae los colores más brillantes, su nuevo tono influido por mis actos, en su rostro una flor blanca con las mejillas rojas y la nariz rosada.
Se me ocurrió la idea de sí estoy enamorado o meramente excitado.
Si nunca has tenido el placer de comer helado en un día caluroso entonces dudo que puedas entender lo que sentí al deslizar mi mano hacía su entrepierna, es un lugar cálido en donde la vida y la muerte conviven se sabe que el órgano reproductor femenino cuenta con un pequeño pliegue de piel llamado clítoris (lo aprendí hace algunos años cuando estaba leyendo “¿qué le sucede a mi cuerpo?”), este lugar tan mágico contiene más de ocho mil terminaciones nerviosas ¿Quién contaría cada terminación?, mientras seguía el ritmo de la situación encontré un error clásico de nuestra sociedad apendejada por los Conservadores, el de llamar vagina a la vulva, sabiendo que la vagina es el canal interno que alberga… Recordé un párrafo que leí en un viejo cuaderno de papá
...