Nietzsche: Moral Y Derecho
artoz1530 de Abril de 2015
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En el segundo apartado de Aurora, pensamientos sobre los juicios morales, se continúa indagando sobre el aspecto moral. Por ejemplo, uno de los temas más importantes que se mencionan son: los negadores de la moral, el egoísmo aparente, sobre el derecho y el deber, la felicidad, etc. Estos temas ayudan a clarificar el pensamiento de Nietzsche conforme a la moral.
Ahora bien, se dice que negar la moral es afirmar que ella misma es una mera cuestión de palabras y de engaños que son propios del hombre. También es negar que los juicios morales se basen en verdades.” En este caso, se concede que tales juicios son verdaderamente motivos de los actos, pero que son estos errores, que sirven de fundamento de todos los juicios morales, los que impulsan a los hombres a sus acciones morales.”[1]
Tomando como referencia al hombre, Nietzsche considera oportuno señalar que en la medida que el individuo quiere su felicidad, no se le deben dictar normas sobre el camino que le conduce a ella, pues la felicidad individual brota de las leyes propias. Sin embargo, si hay normas externas la obstaculizan y detienen. El filósofo alemán indica que “las normas que se llaman morales están, a decir verdad, dirigidas contra los individuos y no tienden, en ningún caso, a su felicidad.”[3] Estas normas tampoco representan mucho más en relación con la felicidad y el bienestar de la humanidad, pues es imposible dar a dichas palabras una significación precisa. Por tanto, no es verdad que la moralidad, como quiere el prejuicio sea más favorable para el desarrollo de la razón que la inmoralidad.
A partir de lo que ya se ha mencionado hay que tener presente que existe en todos los estadios evolutivos una especial e incomparable felicidad que puede conseguirse, una felicidad que ni es superior ni inferior, sino peculiar. Es así que “la evolución no quiere la felicidad, quiere la evolución y nada más. Sólo en el caso de que la humanidad tuviera una meta universalmente reconocida, podrían proponerse normas del tipo así y así debe actuarse, pero por ahora no existe semejante meta”[4]. Entonces las exigencias o normas de la moral no deben ponerse en relación con la humanidad, pues hacerlo sería insensatez y puerilidad.
Nietzsche considera oportuno mencionar el tema de los deberes y del derecho. Para ello, piensa que los deberes no son otra cosa que los derechos que tienen los demás sobre uno. “Los derechos que los demás tienen sobre nosotros sólo pueden afectar a aquello que entra de nuestro poder, a los que podemos hacer, pues sería absurdo que nos exigieran cosas imposibles”[5]. Esto da a entender que los derechos afectan sólo a los que los otros están dentro de nuestro poder. En cuanto al sentido del deber, depende de que, con respecto al entorno del poder, se tenga la misma fe que los demás. De esta forma se arguye que los derechos de cada individuo son la parte de su poder que los demás reconocen y que quieren que sean conservados.
Cuando el poder es perturbado o se viene abajo cesan los derechos, y a la inversa, pues cuando se es más poderoso, los derechos ajenos dejan de ser lo que eran hasta entonces. Para ello el filósofo alemán indica:
“Si las relaciones existentes entre distintos poderes se modifican de una forma sustancial, desaparecen unos derechos y surgen otros, como los demuestra el constante vaivén de los pueblos. Si disminuye mucho nuestro poder, variará también el sentir de quienes nos reconocían ese poder, en el sentido que tratarán de reducir nuestro poder a sus límites primitivos y procurarán interferir en nuestros asuntos apelando a sus deberes”[6]
Entonces, hay que recordar que los deberes no son otra cosa que los derechos que tienen los demás sobre cada uno. Y por supuesto, los derechos afectan sólo a los que están determinados por el poder de la persona.
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