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Teorias De La Democracia


Enviado por   •  5 de Marzo de 2013  •  1.389 Palabras (6 Páginas)  •  457 Visitas

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Teorías de la democracia.

Pueblo y poder.

Democracia en el sentido etimológico de la palabra es “Poder popular”. Si esto es así, las democracias deben ser lo que dice la palabra: sistemas y regímenes políticos en los que el pueblo manda.

La primera noción es la más intuitiva e imprecisa por qué no aclara si los volantes son los ciudadanos o también los residentes y siempre sobre entiende que los menores quedan excluidos del todo en sentido político. La segunda no aporta un criterio para decidir cuántos forman el pueblo. Respecto a la tercera, la estructura de las sociedades industriales y de servicios no es piramidal y la mayoría de sus ciudadanos pertenecen a las clases medias. La concepción del pueblo como una totalidad indivisible ha legitimado el totalitarismo del siglo XX. En las dos últimas acepciones, el pueblo se define en base a dos reglas de decisión muy diferentes.

Mayoría y respeto a las minorías.

Es necesario precisar que la cuestión es de criterio decisional, no de criterio electoraal.

El ámbito de decisión es inconmensurablemente más tenso que el de la elección, entonces, el pueblo que decide en términos del principio mayoritario absoluto es, las más de las veces, un cuerpo que representa al pueblo y que refleja, en gran parte, a la mayoría que lo elige. Al final de este trayecto queda como cierto que el pueblo contabilizado por el principio mayoritario absoluto se divide en una mayoría que toma todo y una minoría que pierde todo, lo cual permite a la mayoría, si así quiere, reducir la minoría a la impotencia, lo cual no puede ser permitido.

Kelsen (1966), quien observa: "También aquel que vota con la mayoría no está ya sometido únicamente a su voluntad. Ello lo advierte cuando cambia de opinión"; en efecto, "para que el individuo sea libre nuevamente sería necesario encontrar una mayoría a favor de su propia opinión". Y agrego: si las minorías no son tu tuteladas, se cae la hipótesis de encontrar una mayoría en favor de la nueva opinión, porque quien pasa de la opinión de la mayoría a la de la minoría caería instantáneamente en el número de aquellos que no tienen el derecho de hacer valer su propia opinión.

Nuestras democracias permiten el disenso, porque al confiar el gobierno a la mayoría tutelan el derecho de hacerle oposición. Si podemos rebatir a Rousseau cuando dice que el ciudadano es libre, pero no sólo en el momento en que vota, sino siempre, es porque él puede, en cualquier momento, pasar de la opinión de los más a la opinión de los menos. Es en este poder de cambiar de opinión en el que radica el ejercicio de libertad, el ejercicio continuo, durable de ésta.

Como escribió lord Acton (1955): "La prueba más segura para juzgar si un país es verdaderamente libre, es el quantum de seguridad de la que gozan las minorías". En la misma línea Ferrero (1947) afirmaba que "en las democracias la oposición es un órgano de la soberanía popular tan vital como el gobierno. Cancelar la oposición significa cancelar la soberanía del pueblo". De ello deriva que la democracia no es simplemente la regla de la mayoría absoluta y que la teoría de la democracia debe forzosamente encajar, aunque disguste a los impacientes, en el principio de la mayoría moderada: la mayoría tiene que respetar los derechos y la libertad de las minorías.

Poder del pueblo sobre el pueblo.

Es cierto que la doctrina medieval construye, poco a poco, un puente entre la titularidad y el ejercicio mediante la fictio de la representación. Pero se trataba verdaderamente de una "ficción", porque la doctrina medieval no atendía al hecho de que el representante tuviese pocos o ningún elector. Se comprende entonces la hostilidad irreductible alimentada por Rousseau contra la representación y por qué él voltea de cabeza la fórmula, sustituyendo la representación no elegida por el principio de la elección sin representación. La democracia rousseauniana elige a sus magistrados, pero no les atribuye una consagración representativa y el pueblo no se despoja del ejercicio del poder (El contrato social, III, 15). La solución de Rousseau no resuelve la relación entre pueblo y poder; y él mismo la declaraba realizable sólo en pequeña escala, para repúblicas muy pequeñas. Pero

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