Trabajo final: ¿Qué es la Filosofía de la Historia?
yair gonzalezSíntesis16 de Noviembre de 2017
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Filosofía de la Historia
Yair Amauri Martínez González
Situación: Extraordinario
Correo: yairamauri@hotmail.com
Trabajo final: ¿Qué es la Filosofía de la Historia?
La filosofía de la historia pretende hallar un sentido racional al acontecer histórico y determinar reglas de significatividad para convertir los hechos en datos de sentido que permitan interpretar la realidad social. A diferencia de lo que acontece con el filósofo, para un historiador el tiempo no tiene ninguna dimensión moral. Nociones morales como “el bien” o “el mal” no tienen sentido en historia aunque sí en filosofía de la historia. El tiempo de los historiadores es el de los acontecimientos; el tiempo de la filosofía de la historia es el de la significación (y muchas veces esa significación se confunde con el origen de los acontecimientos).
La tensión entre filosofía e historia es la que existe inevitablemente entre significación simbólica (filosofía) y hecho documental (histórico). Lo descriptivo y lo normativo no acaban de encajar jamás. Al historiador lo que le importan son los documentos, sin los cuales no existe significación que valga. Pero esos hechos solo pueden ser comprendidos al situarse en un contexto simbólico que es de suyo filosófico, en la medida que tener una historia significa, además, estar provisto de una de una identidad, de una inserción mental en el tiempo, e incluso de unos determinados hábitos perceptivos, sin los cuales el mundo deja de ser confortable. La Filosofía de la historia es la respuesta a la pregunta por el significado del pasado en el tiempo presente, por su posible sentido último (teleológico), por su huella sobre las formas de pensar, por la capacidad del pasado para incidir en el futuro y por los criterios que otorgan significatividad a un hecho o acontecimiento y que permiten construir memoria o tradición. En sentido amplio, la filosofía de la historia se plantea también cuestiones de fundamentación de la propia materia, como por ejemplo el problema de la “verdad” en la historia, la existencia (o no) de leyes o constantes históricas, el sentido del tiempo (cíclico o lineal) y el problema del progreso y sus límites.
La historia acumula una cantidad de datos fácticos, los cuales son o formas típicas de una determinada edad o algunos aspectos esenciales, de la historia humana en general, y que son tomados de la historia. Luego, de esos datos que se refieren a un período de la historia o a cualquier otro aspecto de la historia, el filósofo abstrae algunos objetos universales del pensamiento. Pero además estos objetos universales del pensamiento deben ser filosóficamente verificados. En un sentido, la filosofía de la historia, aunque conoce lo singular mediante conceptos más abstractos y universales que la historia, penetra en lo singular con mayor profundidad que la historia misma.
Para decirlo en palabras de Hegel, la filosofía de la historia es “historia reflexionante”, en la medida en que pone de relieve tanto la unidad de Espíritu como la comunidad de cultura en que los acontecimientos se suceden y se dotan de sentido. De alguna manera, la filosofía de la historia para existir en cuanto tal necesita considerar axiomáticamente que ningún pasado ha muerto. Los filósofos de la historia tienden a considerar la historia empírica, y la historiografía que la describe, como el ámbito de lo caduco y de las ruinas, mientras que la filosofía de la historia vendría a ser una especie de “hilo oculto” del tiempo, la explicitación de las líneas de fuerza de lo histórico en el nivel de la razón.
El saber que representa la filosofía de la historia, y las incógnitas que intenta descifrar, se arraigan profundamente en nuestra condición humana y ejercen una perenne fascinación sobre nuestro espíritu, que encuentra normalmente muy difícil admitir que el curso de la historia pueda ser caótico e irracional. El tipo de saber que proporciona la filosofía de la historia tiene una singularidad que le coloca en un plano muy especial, pero precisamente allí reside su interés: Por un lado, en el motivo religioso que le subyace, que intenta comprender el significado de la historia como el del sufrimiento y la angustia originados por el acontecer histórico en el frágil destino de los individuos; por otro lado, en el esfuerzo de notables pensadores —entre ellos Kant y Hegel, por ejemplo— para distanciarse de ese motivo religioso, o secularizarle parcialmente, formularon un recuento coherente e inteligible del curso histórico que a su vez le otorgará un sentido transhistórico.
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