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Trasformacion De La Filosofia


Enviado por   •  27 de Agosto de 2014  •  7.584 Palabras (31 Páginas)  •  156 Visitas

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LA TRANSFORMACIÓN DE LA FILOSOFÍA (*)

Louis Althusser

[Comienza en la página 5]

Con vuestro permiso, quisiera presentaros algunas reflexiones sobre la filosofía

marxista.

Vivimos un período histórico en el que el marxismo, la teoría marxista, forma

parte de nuestra cultura. Lo cual no quiere decir que esté integrada en ella. Por el

contrario, el marxismo (dis)funciona en nuestra cultura, como un elemento y una fuerza

de división. Que el marxismo sea un objeto de conflicto, una doctrina defendida por unos

y violentamente atacada y deformada por otros, a nadie puede extrañar. Porque el

marxismo, su teoría y su filosofía, ponen sobre el tapete la cuestión de la lucha de clases. Y

todos sabemos muy bien que detrás de las opciones teóricas abiertas por el marxismo late

siempre la realidad de unas opciones políticas y de una lucha política.

Sin embargo, y a pesar de su gran interés, dejaré a un lado este aspecto de la

cuestión y concretaré mi exposición en las características paradójicas de la filosofía

marxista. [Pág. 5]

La filosofía marxista presenta efectivamente una paradoja en sí misma que, en

principio, nos deja estupefactos y cuya elucidación resulta muy compleja. Se puede

enunciar esa paradoja diciendo simplemente: la filosofía marxista existe y, sin embargo,

nunca ha sido producida como tal «filosofía». ¿Qué quiere decir esto? Somos conscientes

de que todas las filosofías que conocemos, desde Platón a Husserl, Wittgenstein y

Heidegger han sido producidas como «filosofías» y han aportado ellas mismas las pruebas

de su existencia filosófica, mediante sistemas teóricos racionales, generando discursos,

tratados y otros escritos sistemáticos, perfectamente aislables e identificables como

«filosóficos» en la historia de la cultura. Esto no es todo: tales sistemas teóricos racionales

y sistemáticos han producido siempre la prueba de su existencia filosófica, mediante el

conocimiento o mediante el descubrimiento de un objeto propio (ya se trate de la idea del

todo, del Ser, de la Verdad, de las condiciones a priori de cualquier conocimiento o de

cualquier acción posible, del Origen, del Sentido o del Ser, del Ente). Todas las filosofías

conocidas, por tanto, se han presentado en la historia de nuestra cultura como «filosofía»,

y en el campo de la «historia de la filosofía», bajo la forma de discursos, de tratados o de

sistemas racionales que comportan el conocimiento de un objeto propio.

Pero es necesario ir más allá. Al constituirse como «filosofías», dentro del campo

de la cultura, todas las filosofías conocidas se han autodiferenciado siempre,

cuidadosamente, de las demás formas de discursos o de cualquiera de las otras obras

escritas. Cuando Platón escribe sus diálogos o sus obras didácticas, tiene buen cuidado de

diferenciarse de cualquier discurso literario, retórico o sofístico. Cuando Descartes o

Spinoza escriben, es evidente para todo el mundo que lo que ellos hacen no es «literatura».

Cuando Kant o Hegel escriben, no [Pág. 6] se trata de una exhortación moral, un sermón

religioso o una novela. La filosofía se produce así, distinguiéndose radicalmente de los

restantes géneros morales, políticos, religiosos o literarios. Pero lo que resulta más

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La transformación de la filosofía – Louis Althusser

importante es que la filosofía se produce, como tal «filosofía», distinguiéndose de las

ciencias. Aquí se plantea uno de los aspectos más decisivos de la cuestión. Parece como si

el destino de la filosofía estuviese profundamente ligado a la existencia de las ciencias, ya

que es necesario que exista una ciencia para que (al igual que ocurre en Grecia con Platón,

al surgir la geometría) se provoque la aparición de la filosofía. Y esta vinculación, dentro

de un destino común, es tanto más profunda cuanto que la existencia de la filosofía no

puede producirse sin contar previamente con la existencia del discurso racional de una

ciencia pura (como la geometría en el caso de Platón, la geometría analítica y la física en el

de Descartes, la física newtoniana en el de Kant, etc.). Prueba de ello es que la filosofía no

existe (y no puede apartarse de los mitos, de la religión, de la exhortación moral o política

y de la sensualidad estética) más que con la condición absoluta de poder ofrecer ella

misma un discurso racional, cuyo modelo la filosofía sólo puede encontrarlo en el discurso

riguroso de las ciencias existentes. Pero en este punto las cosas sufren una sorprendente

inversión: la misma filosofía, que toma de las ciencias puras existentes el modelo de su

propio discurso racional puro (pensemos en la tradición que va desde el «que nadie entre

en la filosofía si no es geómetra», a la filosofía expuesta «more geometrico» de Spinoza y a

la «filosofía como ciencia rigurosa» de Husserl), invierte completamente en el interior de

su discurso su relación con las ciencias. Es decir, la filosofía se separa rigurosamente de las

ciencias reales y de sus objetos y declara que es ciencia, pero no en el sentido de las

ciencias ordinarias (que no saben de lo que [Pág. 7] hablan) sino que asegura que ella es la

ciencia suprema, la ciencia de las ciencias, la ciencia de las condiciones a priori de cualquier

ciencia, la ciencia de la lógica dialéctica, que convierte a todas las ciencias reales en meras

determinaciones del entendimiento, etc. En otras palabras: la filosofía toma prestado de las

ciencias existentes el modelo de un discurso racional puro. Está, pues, «sometida» a las

«ciencias reales», que son su condición de posibilidad. Sin embargo, en el interior del

propio discurso filosófico, se produce una inversión del problema: el discurso filosófico

convierte esta sumisión ante las ciencias en una relación de dominio sobre las ciencias. La

filosofía se sitúa, en tanto que tal filosofía, por encima de las ciencias, toma el poder sobre

ellas.

Así es como en Platón las matemáticas se relegan al orden subordinado de la

«dianoia», disciplinas hipotéticas sometidas a las anhipotéticas, que son el objeto de la

filosofía. Así es también como en Descartes las ciencias son sólo ramas salidas del tronco

de la metafísica. Así es como en Kant y Hegel y Husserl la filosofía es

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