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Andamarca ayacuchana desafía la historia oficial


Enviado por   •  5 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  2.508 Palabras (11 Páginas)  •  346 Visitas

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Taller de Estudios Sociales y Políticos 
"Antenor Orrego"
Centro de Investigaciones Políticas, Sociales y Económicas

 

 

 

 

 

Andamarca ayacuchana desafía la historia oficial
Hugo Vallenas Málaga

 

 

La Andamarca histórica ayacuchana es en la actualidad el distrito Carmen Salcedo-Andamarca en la provincia de Lucanas. Comparte el valle del Sondondo con los distritos de Chipao, Cabana, Aucará y Huaycahuacho. El antiguo pueblo de San Cristóbal de Sondondo, donde naciera el cronista Guaman Poma, es en la actualidad un anexo de Cabana. 
El valle del Sondondo, y muy en especial Andamarca, ha sido uno de los centros originarios del Taki Onqoy, un conjunto de danzas rituales de invocación a los 
apus y los poderes ultraterrenos para desafiar a los conquistadores.
De estas danzas rituales deriva otra expresión artística importante que se origina en este valle: los 
danzaq o danzantes de tijeras, protagonistas irremplazables de las festividades regionales de la provincia de Lucanas.
Los andamarquinos conservan muchas tradiciones comunales derivadas de su sistema de labor agrícola. Este se desarrolla en andenes de antigüedad milenaria que se extienden a lo largo de ambos márgenes del río Negromayo. Andamarca tiene, posiblemente, el más antiguo y extenso sistema de andenes en plena productividad.
Entre las fiestas relacionadas con el calendario agrícola y la labor en los andenes, la celebración del Yaku Raymi tiene una especial significación. Es una fiesta de origen preinca que se origina en la labor comunal para la limpieza de acequias y canales y el reinicio del riego. Se realiza en Andamarca durante la tercera semana de agosto. 
La comunidad andamarquina ha incluido en las diversas actividades que forman parte de la celebración del Yaky Raymi, la representación de 
La Muerte de Huáscar en Andamarca, Ayacucho. Es una obra de teatro que se representa en quechua, en los escenarios considerados históricos, con participación de toda la comunidad.

Lo que cuenta la tradición andamarquina

Entre las antiguas tradiciones andamarquinas se incluye considerar que la antigua fortaleza de Caniche, que es parte de la Andamarca preinca de la provincia de Lucanas, Ayacucho, fue durante la época inca un lugar de reclusión y castigo. Y que volviendo del Cusco, luego de realizar matanzas y sacrilegios, el ejército atahualpista que llevaba cautivo al inca Huáscar, encontró allí el lugar más seguro para tener a su prisionero libre de las acechanzas de sus leales. Los rucanas eran neutrales en medio del conflicto y tenían, además de un centro fortificado, espacio y recursos para dar abrigo a un amplio contingente de soldados. 
Esta misma tradición relata que los rucanas se opusieron a los vejámenes y maltratos que sufría el inca cautivo y le ayudaron a sobrellevar de la mejor manera posible el trágico final ordenado desde Cajamarca por su rival vencedor, en ese momento prisionero de los conquistadores comandados por Francisco Pizarro. Luego de ser ejecutado el inca Huáscar por los generales de Atahualpa, su cuerpo decapitado habría sido arrojado al río Negromayo. Los andamarquinos muestran a los visitantes los lugares donde la tradición señala que esto ocurrió.
Las tradiciones andinas tienen un valor antropológico especial, ya que son conservadas con gran celo de generación en generación y entrelazan en sus relatos datos históricos y culturales de inapreciable valor. Por ejemplo, mucho de lo que hoy sabemos sobre las relaciones de parentesco en el 
ayllu se basa en la investigación de tradiciones orales.

Lo que cuenta la historia oficial

Los andamarquinos han comprobado, no sin cierta sorpresa, que muchos personajes del mundo académico oficial discrepan con su tradición sobre la muerte de Huáscar. Y no es un tema de poca importancia, ya que se trata de un hecho que marcó profundamente la etapa final del imperio de los incas. El impacto político, militar, cultural y moral de esta guerra fratricida permitió a los recién llegados conquistadores españoles imponer su dominio con relativa facilidad. 
Aunque la única Antamarca o Andamarca que aparece en los primeros libros de historia es la ayacuchana, es decir, la antigua sede del señorío de los rucanas, ubicada en el valle del Sondondo, donde creció el cronista Guaman Poma, los historiadores oficiales aseguran que la Andamarca donde fue ejecutado Huáscar estaría dentro de la zona comprendida entre Cajamarca, Huamachuco y el Callejón de Huaylas, suponiendo que entre esos lugares era conducido el inca cautivo para ser sometido a la voluntad de su rival vencedor.

Andamarca: ¿A poca distancia de Cajamarca?

La presunta ubicación de la Andamarca histórica cerca de Cajamarca se basa en un error repetido hasta el cansancio, desde mediados del siglo XIX, por investigadores que no acuden a las fuentes originales. El influyente estudioso estadounidense William H. Prescott (1796-1859), autor del libro Historia de la conquista del Perú (1847), señaló que “Huáscar, [quien] desde su derrota había sido detenido como prisionero […] hallábase entonces en Andamarca, a poca distancia de Caxamalca” y que “el desgraciado príncipe fue ahogado, según se dice, en el río de Andamarca”. 
Esta opinión de Prescott −apuntada a la ligera y sin verificación− fue aceptada a pie juntillas por muchos tratadistas, porque el norteamericano decía basarse en las crónicas del conquistador Miguel de Estete, consultadas en el Archivo de Indias de Sevilla. Estete fue autor de una 
Relación o Noticia del Perú, y una Relación de la expedición a Pachacámac de Hernando Pizarro, dos breves documentos manuscritos de 1534 que estuvieron inéditos hasta 1918 y que fueron divulgados en forma parcial por Prescott en su libro de 1847. Por muchos años, la Historia de la conquista del Perú de Prescott fue la única fuente de acceso a la información proporcionada por dicho cronista. 
El minucioso historiador pisqueño Raúl Porras Barrenechea (1897-1960), que sí acudió a las fuentes, precisó en un texto de 1945 que, según el cronista Estete, Andamarca estaba en un lugar distinto al sugerido por Prescott. En efecto, Raúl Porras mencionó que, al preparar su expedición hacia el Cuzco, los españoles tomaron provisiones “en Andamarca, que se hallaba según Estete, siete leguas al sur de Huamachuco”.
 La legua castellana equivalía a cinco mil varas castellanas o 2,5 millas romanas, es decir, entre 5,5 y 5,9 kilómetros. De acuerdo con este cálculo, la Andamarca a la que se refiere el cronista Estete habría estado 40 km al sur de Huamachuco, lo cual nos lleva, siguiendo la ruta tradicional del Chinchaysuyu, al Callejón de Conchucos, en Áncash.  

Andamarca: ¿En tierra de los conchucos?

En efecto, el cronista Estete estableció una minuciosa secuencia de la ruta entre Cajamarca y el santuario costeño de Pachacámac, recorrida por los españoles en enero de 1533. Según este itinerario, en 1533 existía una Andamarca en la ruta entre Huamachuco y el Callejón de Conchucos. Este es un dato que desde la segunda década del siglo XX, otros tantos estudiosos han considerado indiscutiblemente cierto sin indagar ni comprobar la vieja información. 
No toman en cuenta que el relato de Miguel de Estete tuvo la debilidad de describir con ligereza escenarios que eran vistos por primera vez y dependiendo de lo que le informaban las “lenguas” o traductores. Del recorrido que describe, no  queda claro si algunos lugares que recorría su expedición eran en realidad poblados, tambos o simples parajes. 
Tal es el caso de la presunta Andamarca que menciona en dicha ruta. Curiosamente, el cronista Pedro Cieza de León, autor de 
La crónica general del Perú (1553), que recorrió detenidamente la misma ruta con fines descriptivos, no encontró esta Andamarca. Tampoco la encontró en 1561 otro observador acucioso, el padre Antonio de la Calancha, quien describió con todo detalle la “provincia de los Conchucos” (hoy, más o menos equivalente a las provincias ancashinas de Pallasca y Corongo). El visitador Cristóbal Ponce de León, que realizó entre 1571 y 1572 un minucioso censo de pueblos y caseríos en esa zona, tampoco dio noticia de un lugar con este nombre. 
Ahora bien, en Pallasca existe una tradición que refiere que esa localidad habría integrado un territorio mayor que se llamó Andamarca. Habrían formado parte de él los ayllus más antiguos del Callejón de Conchucos, como Chaupe, Llangar Chonta, Checras y Cuymalcas. La tradición relata que estos ayllus se unieron para resistir el avance militar del inca Túpac Yupanqui, quien finalmente los venció y sometió. 
Es una tradición interesante y digna de estudio. Cabe entonces preguntarse: ¿Acaso los conchucos y coronguinos que vieron a los primeros expedicionarios españoles —entre ellos el cronista Miguel de Estete— dijeron que el nombre de esa región era Andamarca, evocando el nombre que pudo haber tenido antes de la época de los incas? También cabe preguntarse si el verdadero nombre de la región habría sido Angasmarca –nombre de un río cercano y de un poblado de Santiago de Chuco– y no Andamarca, como creyó entender el cronista Estete.  

Andamarca: ¿Cerca de Huamachuco?

Otros historiadores pretenden situar la Andamarca histórica en las inmediaciones de Huamachuco, en la actual región La Libertad, suponiendo que fue cerca de allí la batalla de Chontacaxas, donde fue derrotado y capturado el inca Huáscar. 
Este es otro ejemplo de lectura apresurada que repite errores de otros. Debemos a dos cronistas religiosos los datos más confiables y detallados sobre la derrota y captura de Huáscar en Chontacaxas: a Miguel Cabello Balboa, autor de 
Miscelánea antártica (1586), y a Martín de Murúa, autor de una Historia general del Perú escrita entre 1565 y 1611.
            El cronista Cabello Valboa no dice la ubicación exacta de Chontacaxas, ni la de “Antamarca”, pero, según describe las distancias, todos estos parajes están ubicados a una o dos jornadas del Cuzco. La batalla de Chontacaxas se realizó, según este cronista, en “unas laderas” cercanas al “río de Cotabamba” (es decir, el río cercano a Cotabambas), en Apurímac.
            Por su parte, el fraile mercedario Martín de Murúa no se refiere a esta batalla como la batalla de Chontacaxas sino como “la batalla de Cotabamba”, en la que Huáscar ordenó a sus generales que “a todo enemigo que encontraran lo fueran empujando hacia el río de Cotabamba” y que también se atacase “por la parte de abaxo, que es hacia la puente de Apurímac” y “que procurasse subir al cerro de Cotabamba a dalle la batalla y cogiéndolos en medio los destruyesen más fácilmente”.
 
            Vemos entonces, de la pluma de dos autores que recorrieron ampliamente el Perú en los días de la conquista, que el escenario de la derrota, captura y prisión de Huáscar no pudo estar en la sierra norte peruana —como muchos autores “oficiales” aseguran— sino en la sierra sur, entre Cuzco, Apurímac y Ayacucho.

Pueblos con el mismo nombre quechua

Otras versiones han supuesto que el lugar histórico de la muerte de Huáscar pudo ser Santa Cruz de Andamarca, en Huaral (Lima), el sitio arqueológico denominado Antamarca, cerca de Churín, en Oyón (Lima), o la Andamarca de Concepción (Junín), sin olvidarnos de la localidad de Andaymarca Pukutascca, en Tayacaja (Huancavelica), o la comunidad Jichoccollo-Antamarca, en Ilave (Puno).  
Estas localidades que comparten el mismo nombre o uno similar no tienen la misma antigüedad ni albergan tradiciones tan precisas como en el caso de la Andamarca ayacuchana. 
Como bien sabemos, la existencia de distintos pueblos andinos con el mismo nombre quechua tiene su origen en el traslado forzoso de grupos humanos de una región a otra, como medida de castigo, que hicieron los conquistadores españoles. Tal fue el caso, por ejemplo, de los yarowillcas huanuqueños que, entre 1539 y 1543, apoyaron la rebelión de Manco Inca. De los yarowillcas trasladados a Ayacucho desciende el cronista Guaman Poma, quien se declara originario de San Cristóbal de Suntunto (o Sondondo), “repartimiento de los soras, corregimiento de los lucanas y andamarcas” pero cuya sangre, según el propio cronista, es de la estirpe de “allauco-guanuco yarobilca Capac Apo Guaman Chauca-Guaman Poma”.  
La profusión de nombres geográficos homónimos proliferó cuando el virrey Francisco de Toledo decretó las “reducciones de indios”, es decir, la formación obligatoria de pueblos cristianos, con plazas y parroquias, después de 1570. Muchos de estas reducciones se hicieron desorganizando 
llactas y pachacas de antigua data y reubicándolas en lugares lejanos con el fin de imponer la mita minera o ganadera. 
Por esta razón, las diversas Andamarcas andinas aparecen en los registros coloniales recién en el siglo XVII. Hasta entonces, sólo existía una sola Andamarca, la ayacuchana.

Un ejemplo de inexactitud

No han faltado intelectuales y docentes que se han acercado a los andamarquinos de Lucanas para criticar su tradición sobre la muerte de Huáscar, citando el libro de algún prestigioso historiador. Es una lástima que algunos estudiosos que aportan muchos conocimientos en diversas áreas, no contribuyan a esclarecer un hecho histórico tan importante. 
Por ejemplo, según Waldemar Espinoza Soriano, Atahualpa “ordenó victimar [a Huáscar] en el paraje de Andamarca, al sur oeste de Huamachuco, en la hoy provincia de Santiago de Chuco; cosa que fue cumplida por sus secuaces, tirando sus restos mortales al río Yanamayo; así evitó que se aliara con los españoles”.
 
Hay que decir, respecto a dicho párrafo, que el autor ubica la Andamarca histórica “al sur oeste de Huamachuco” confundiéndola con la actual localidad de Angasmarca (distrito de Santiago de Chuco), cuya historia es muy distinta. Además, no hay un río de nombre Yanamayo cerca de esa localidad. El río norteño Yanamayo está en Áncash, en la zona media y oriental del departamento, como parte de la cuenca del Marañón, muy lejos de Santiago de Chuco.   
En cambio, en la Andamarca ayacuchana existe el río Negromayo, lo que en quechua equivale a decir Yanamayo (
yana = ’negro’, mayu = ‘río’). Las tradiciones de los antiguos andamarquinos, es decir los rucanas, relacionan la muerte del inca Huáscar con ese río y en particular con una catarata conocida como Yanapaqcha (yana = ‘negro’, paqcha = ‘cascada’). 
Vemos de este modo cómo un esfuerzo comunal basado en tradiciones orales arroja más visos de verdad que muchas páginas de los historiadores “oficiales”. Y cómo estos visos de verdad se tornan evidencias documentales si se presta la debida atención a las fuentes. 
Es un motivo más para visitar Andamarca y apreciar con interés dicha representación de 
La Muerte de Huáscar en Andamarca, Ayacucho.


Prescott, William H: 
Historia de la conquista del Perú (1847). Editorial Imán, Buenos Aires, 1955, p 279.

Porras B., Raúl: “Atahualpa no murió el 29 de agosto de 1533”; artículo publicado en la revista Excelsior, Lima, enero-febrero de 1945, N° 143-144, p. 23-24. Puede consultarse a Estete en: Los cronistas de la conquista; Biblioteca de Cultura Peruana, dirigida por Ventura García Calderón, Brouwer Ed., París, 1938, tomo II.

Cabello Valboa, Miguel: Miscelánea antártica (1586), UNMSM, Lima, 1951, p. 473.

Ver: Ballesteros-Gaibrois Manuel: “La guerra incaica según una fuente española”, en la revistaMilitaria N.º 4, Madrid, 1992, pp. 51-52. La cita de Murúa pertenece a la sección 1. 53, del libro original.

También hay dos poblados llamados Andamarca en el departamento de Oruro, Bolivia: Santiago de Andamarca (fundado en 1723) y Belén de Andamarca, más reciente.

Espinoza Soriano, Waldemar: Los Incas. Economía, sociedad y Estado en la era del Tahuantinsuyo. Amaru editores, 3ª edición, Lima, 1997, pp. 109-110.

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