LA REVOLUCIÓN CUBANA EN MÉXICO
MoNsEAVAXD29 de Mayo de 2013
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LA REVOLUCIÓN CUBANA EN MÉXICO(1)
OLGA PELLICER DE BRODY,
El Colegio de México
A comienzos de los años sesenta se extendió la opinión de que la Revolución cubana sería un "ejemplo espléndido para los movimientos populares en América Latina". A casi diez años de distancia cabe preguntarse: ¿Qué reacciones provocó en México, uno de los países más cercanos y con mayor tradición revolucionaria del continente?
El estudio de la vida política en México durante la primera mitad de la presente década revela que la Revolución cubana produjo entusiasmo y desconcierto. Lo primero, en quienes creyeron que su ejemplo promovería movimientos populares independientes del partido oficial en el poder: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). L o segundo, entre los capitalistas que, atemorizados, sacaron capitales del país, organizaron una lucha anticomunista y pidieron al Gobierno seguridad de que el modelo cubano no influiría en la política económica nacional.
Sólo considerando la situación política y económica del país pueden entenderse en la forma, la dimensión, y la transitoriedad de semejantes reacciones. De aquí la conveniencia de recordar primero los problemas principales a que se enfrentaba México a comienzos de la presente década.
Hecho esto, se estudiarán las actitudes frente a la Revolución cubana de la iniciativa privada y el clero, así como de los grupos llamados generalmente de izquierda. A l final, se indicarán algunos factores que influyeron en la evolución de estas actitudes.
La llegada de Castro al poder coincidió con el inicio del régimen presidencial de Adolfo López Mateos, a quien se le podía considerar un miembro más de la familia revolucionaria mexicana que ha gobernado en México desde hace largo tiempo. Algunos problemas, sin embargo, alteraban la tradicional "tranquilidad" del cuadro político mexicano: las huelgas obreras más importantes de los últimos años y la amenaza de un estancamiento económico.
El malestar popular era comprensible si se toma en cuenta que los salarios reales pagados por las principales industrias se habían mantenido prácticamente estancados durante 10 años, y que el ingreso p e r c a p i t a de los campesinos había disminuido un 5 % hacia finales de los años cincuenta.(2)
Así, y quizá aprovechando las ventajas que confería al movimiento obrero la proximidad de las elecciones presidenciales, a comienzos de 1958 surgieron los primeros brotes de descontento. Una huelga de telegrafistas decretada en el mes de febrero fue rápidamente secundada por los trabajadores de los ferrocarriles y los miembros del magisterio.; El movimiento presentaba la característica de haberse producido sin el apoyo de quienes representaban oficialmente a los sindicatos ante las autoridades del trabajo. Las huelgas se habían organizado clandestinamente o en abierta oposición a esos líderes; sus objetivos eran al mismo tiempo económicos y políticos: aumento de salarios y reconocimiento de nuevos dirigentes sindicales!.En el primer semestre de ese año, las respuestas del Gobierno a las peticiones obreras fueron favorables,(3) lo que posiblemente se explica por el deseo del Gobierno de mantener la "unidad nacional" que estaba pregonando el PRI en la campaña presidencial.(4)
Pero esas concesiones estimularon la actividad de otros sindicatos. A mediados del año surgió entre los trabajadores de Petróleos Mexicanos un movimiento que, entre otros puntos, reclamaba la derogación de los artículos 513, 514 y 515 de los estatutos de sus sindicatos que dictan la afiliación colectiva de sus miembros al Partido Revolucionario Institucional.(7) Ese ambiente de rebeldía sindical favoreció la organización de una lucha popular contra el encarecimiento de la vida, como lo sugiere el hecho de que el alza de tarifas en los autobuses de la ciudad de México provocó manifestaciones de una magnitud inusitada.
Ante las dimensiones que tomaba el descontento popular el presidente Adolfo Ruiz Cortines anunció en su último informe de gobierno que reprimiría con la "máxima energía" cualquier alteración del orden público; poco después dio orden de disolver una manifestación del Movimiento Revolucionario del Magisterio, u n nuevo grupo sindical independiente, y de encarcelar a sus principales organizadores.
Uno de los primeros actos del nuevo presidente, quien toma posesión el 1º. de diciembre de 1958, fue poner en libertad a quienes habían sido encarcelados en la manifestación de maestros. De esta manera López Mateos inició su gobierno con una medida que permitió a sus simpatizantes calificarlo de hombre "progresista y de izquierda". Sin embargo, por razones que escaparon a su control, la simpatía de López Mateos por las reivindicaciones obreras no pudo mantenerse en los hechos. En marzo de 1959 se produjo un nuevo movimiento en el sindicato ferrocarrilero ahora bajo la dirección de Demetrio Vallejo. Este dirigente, poco antes de su designación totalmente desconocido, surgió como líder local y en viajes a través de todo el país entre 1954 y 1958, tomó contacto con las diversas secciones del sindicato ferrocarrilero y con los problemas que preocupaban a sus miembros. La popularidad que adquirió, sobre todo por su independencia frente a los líderes conocidos con la peyorativa denominación de "charros", lo llevó a la dirección nacional del sindicato en 1958. Bajo la dirección de Vallejo los trabajadores pedían que se modificara la administración de los ferrocarriles.» Al mismo tiempo, insistían en que "cada ciudadano debe decidir su militancia política de acuerdo con los derechos que le otorga la Constitución". Condenaban, en consecuencia, "los estatutos de algunas organizaciones que establecen la afiliación en masa de los sindicatos a algún partido; esta posición entraña un acto inconstitucional, por tanto ilegal, que tiene que ser eliminado". (8)
Tomando en cuenta la importancia que tiene para el sistema político mexicano la incorporación en bloque de los trabajadores de empresas nacionalizadas al PRI, los ferrocarrileros iban demasiado lejos. Esa fue la opinión de algunos otros líderes obreros, entre ellos los dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas, u n grupo tradicionalmente respetado en el sindicalismo mexicano. Pero los ferrocarrileros mantuvieron su posición, y decretaron una huelga que los llevó de manera inevitable al choque abierto con el Gobierno. E l 29 de marzo, en un mensaje por radio y televisión, el Procurador General explicó que se habían tomado medidas contra los ferrocarrileros porque su conducta obedecía "a ideologías e intereses extraños a los de México". (9) Ese mismo día, fueron encarcelados los principales líderes y acusados entre otros delitos, del de "disolución social".
La represión ferrocarrilera tuvo el efecto de paralizar la lucha sindical que se había iniciado en 1958 y dejar desorientado al movimiento obrero. Así, no fueron los obreros quienes se encontraron en la mejor posición para aprovechar el estímulo de la Revolución cubana. Esta afectó principalmente a otros sectores: a los estudiantes, a la llamada "a la izquierda del PRI", y a quienes pueden agruparse bajo el rubro general de la "izquierda independiente", formada principalmente por intelectuales, artistas, periodistas y escritores. Es interesante señalar que las inquietudes obreras de finales de los años cincuenta habían contribuido notablemente a revivir el interés de estos grupos en los problemas políticos, preparando así el terreno en que tendría eco la revolución castrista. En estos años se formaron las agrupaciones que más tarde serían las principales defensoras de la Revolución cubana en México. Entre ellas, el grupo estudiantil "La Linterna" , que jugó un papel decisivo en la movilización estudiantil a favor de Cuba, y el grupo de jóvenes intelectuales que comenzaron a publicar el periódico El Espectador , algunos de los cuales se integraron después a la revista Política?
El problema de los bajos ingresos no se manifiesta solamente en movimientos de huelga. Se traducía también en un estancamiento de la demanda interna, lo que, unido a otros factores, dio por resultado otro problema con que se enfrentó México a comienzos de los años sesenta: la amenaza de un receso económico.(10) Hacia fines de la década de los cincuenta había razones para dudar si podría acelerarse, o siquiera mantenerse el crecimiento económico de México. En el período de Ruiz Cortines comenzó a sentirse que éste se debilitaba, situación que provenía, principalmente, de la baja en las ventas de nuestros productos de exportación como el algodón, el café, y los metales no ferrosos. Sin embargo, la continuación del proceso de substitución de importación de bienes de consumo, el aflujo de turistas y la inversión extranjera, bastaron para mantener el crecimiento económico del país a un ritmo satisfactorio.
Al llegar López Mateos al poder se agravaron algunos signos negativos de la economía mexicana; se estrecharon aún más las perspectivas para la salida de nuestros productos de exportación y comenzaron a desaparecer las facilidades para invertir en bienes de consumo destinados a subsistir importaciones. Los bienes de consumo ya no se importaban en cantidades considerables, pues llegaron a representar menos de un quinto de nuestras importaciones. E n consecuencia las nuevas inversiones debían dirigirse hacia la substitución de bienes intermedios; esto suponía inversiones más fuertes, una tecnología más avanzada y un mercado con nuevas estructuras.(11)
Las circunstancias anteriores
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