Realidad Nacional
camilajajaviera23 de Septiembre de 2013
4.014 Palabras (17 Páginas)327 Visitas
La receta económica y la realidad de Chile
El programa económico actualmente puesto en práctica en Chile realiza una aspiración histórica de un grupo de economistas chilenos, la mayoría de ellos entrenados en la Universidad de Chicago por Milton Friedman y Arnoldo Harberger. Profundamente involucrados en la preparación del golpe, los "Chicago boys", nombre con que se les conoce en Chile, convencieron a los generales que ellos estaban en condiciones de complementar la brutalidad, que los militares poseían, con los activos intelectuales de que carecían. El Comité Especial del Senado Norteamericano sobre Inteligencia ha revelado que los "colaboradores de la CIA" ayudaron a planear las medidas económicas que la Junta chilena puso en ejecución inmediatamente después de usurpar el poder ("A Draconian Cure for Chile's Economic Ills", Business Week, 12 de Enero de 1976). Testigos ante el Comité sostienen que algunos de los "Chicago boys" recibieron fondos de la CIA por esfuerzos de investigación tales como un programa económico de 300 páginas que fue entregado a los líderes militares antes del golpe. Es por lo tanto comprensible que después de tomarse el poder ellos estuvieran como lo dijo The Wall Street Journal (2 de Noviembre, 1973), "impacientes por lanzarse" sobre la economía chilena. Su primera aproximación a la situación fue gradual; sólo después de un año de relativa confusión decidieron implementar sin mayor modificación el modelo teórico que habían aprendido en Chicago. La ocasión mereció una visita a Chile de Mr. Friedman mismo, quien, junto a su colega Profesor Harberger, hizo una serie de bien publicitadas apariciones para promover un "tratamiento de shock" para la economía chilena, algo que Friedman enfáticamente describió como "la única medicina. Absolutamente. No hay otra. No hay otra solución de largo plazo" (la cita es de "El Mercurio" de Santiago, 23 de Marzo de 1975).
Estos son los principios básicos del modelo económico ofrecido por Friedman y sus seguidores y adoptado por la Junta chilena: que el único marco posible para el desarrollo económico es uno dentro del cual el sector privado pueda operar libremente; que la empresa privada es la forma más eficiente de organización económica y que, por lo tanto, el sector privado debería ser el factor predominante en la economía. Los precios deberían fluctuar libremente de acuerdo con las leyes de la competencia. La inflación, el peor enemigo del progreso económico, es el resultado directo de la expansión monetaria y puede ser eliminada sólo mediante una drástica reducción del gasto gubernamental.
Salvo en el Chile de hoy, ningún gobierno en el mundo deja a la empresa privada las manos absolutamente libres. Esto es así porque todo economista (excepto Friedman y sus seguidores) ha sabido por décadas que, en el capitalismo de la vida real, no existe algo como la libre competencia descrita por los economistas liberales clásicos.
En Marzo de 1975, en Santiago, un periodista osó sugerir a Friedman que incluso en países capitalistas más avanzados, como por ejemplo los Estados Unidos, el gobierno aplica varios tipos de controles sobre la economía. El señor Friedman respondió: "Siempre he estado en contra, no los apruebo. Creo que no deberíamos aplicarlos. Estoy contra la intervención económica del gobierno, en mi propio país, tanto como en Chile o en cualquier otra parte" (Qué Pasa, semanario chileno, 3 de Abril de 1975).
No es éste el lugar para evaluar la validez general de los postulados avanzados por Friedman y la Escuela de Chicago. Deseo concentrarme sólo en lo que ocurre cuando su modelo es aplicado a un país como Chile. En este caso las teorías de Friedman son especialmente criticables, -tanto desde un punto de vista económico como moral -, porque proponen una política de libre mercado absoluto en un marco de extrema desigualdad entre los agentes económicos involucrados: desigualdad entre empresarios monopolísticos y pequeños y medianos empresarios; desigualdad entre los propietarios del capital y aquellos que sólo poseen su capacidad para trabajar, etc. Se producirían situaciones similares si el modelo fuera aplicado a cualquier otra economía subdesarrollada y dependiente. Es absurdo hablar de libre competencia en Chile. Allí la economía es altamente monopólica. Un estudio académico realizado durante el régimen del Presidente Frei señaló que en 1966, "284 empresas controlaban cada una y todas les subdivisiones de la actividad económica chilena. En el sector industrial, 144 empresas controlaban cada uno y todos los sub sectores. A su vez, el interior de cada una de estas 144 empresas manufactureras que constituían el núcleo del sector industrial, unos pocos accionistas controlaban la administración: en más del 50% de las empresas, los diez mayores accionistas poseían entre el 90 y el 100 % del capital"(Política y Espíritu. número 365, 1975).
Por otra parte, también estudios realizados durante el periodo pre Allende, demostraron el grado en que la economía chilena ha sido dominada por empresas multinacionales foráneas. Como lo expresaron Barnet y Muller en Global Reach, "en el Chile anterior a Allende, el 51% de las 160 firmas más grandes eran efectivamente controladas por grandes corporaciones. En cada una de las siete industrias claves de la economía de una a tres firmas controlaban a lo menos el 51% de la producción. De las mayores veintidós grandes corporaciones que operaban en el país, diecinueve operaban libres de toda competencia o compartían el mercado con otros oligopolistas".
Desde 1971 a 1973, la mayoría de las industries monopólicas y oligopólicas fueron nacionalizadas y transferidas al sector público. Sin embargo, el celo con que la dictadura militar ha desmantelado la participación del Estado en la economía y transferido industrias a propietarios extranjeros sugiere que los niveles de concentración y monopolización son ahora a lo menos tan altos como fueron antes del gobierno de la Unidad Popular (Allende).
Un informe del Fondo Monetario Internacional de Mayo de 1976 establece: "El proceso de restitución al sector privado de la gran mayoría de las empresas que durante los quince años anteriores, especialmente en 1971-73, habían llegado a ser parte del sector público continuó (durante 1975). A fines de 1973 le Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) tenia un total de 492 empresas, incluyendo diez y ocho bancos comerciales ...De este total, 253 empresas... han sido devueltas a sus propietarios anteriores. Entre las otras 239 empresas ... 104 (entre ellas diez bancos), han sido vendidas; diez y seis (incluyendo dos bancos) han sido ya adjudicadas, siendo la ejecución completa de los procedimientos de transferencia cuestión de semanas; la venta de otras veintiuna está siendo negociada bilateralmente con grupos de potenciales compradores...". Falta aún solicitar propuestas para las restantes empresas. Obviamente los compradores son siempre un número pequeño de poderosos intereses económicos que han estado agregando estas empresas e las estructuras monopólicas u oligopólicas dentro de las que operan. Al mismo tiempo, un considerable número de industrias ha sido vendido a les corporaciones transnacionales, entre ellas le industria Nacional de Neumáticos (INSA), comprada por Firestone en una suma desconocida, y una de las principales industrias de pulpa para papel (Celulosa Forestal Arauco), comprada por Parssons and Whittemore.
Hay muchos otros ejemplos para mostrar que, mientras la competencia sigue su curso, las prescripciones del señor Friedman no rinden los efectos económicos implícitos en su modelo teórico. En la primera mitad de 1975, como parte del proceso de suprimir las regulaciones de la economía, el precio de la leche fue eximido de control. ¿Cuál fue el resultado? El precio al consumidor subió un 40% y el precio pagado al productor cayó 22%. Hay más de 10.000 productores de leche en Chile pero sólo dos compañías procesadoras, que controlan el mercado. Más del 80% de la producción chilena de papel y el total de ciertos tipos de ese producto proviene de una sola empresa -la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, controlada por el grupo de intereses Alessandri- que establece precios sin temor a competencia alguna. Más de quince marcas extranjeras se ofrecen en el mercado chileno de artículos para el hogar, pero todas ellas están en manos de sólo tres compañías, que los arman en Chile y determinan su precio de venta al público.
Por supuesto cualquiera de los seguidores de la Escuela de Chicago diría que, con la liberalización del mercado internacional, como prescribe el modelo, los monopolios y oligopolios chilenos quedarían expuestos a la competencia externa. Sin embargo, no ocurre así. La carencia de divisas en Chile es tal que el país no puede importar lo que necesita ni siquiera en los rubros más esenciales. Aún más importante es el hecho que las empresas extranjeras no están interesadas en enviar a Chile bienes que puedan competir con aquellos manufacturados por sus propias subsidiarias chilenas. Al mismo tiempo, en Chile los intereses económicos que controlan la industria manufacturera también controlan el aparato financiero y las actividades de importación. Estos grupos no están dispuestos a competir consigo mismos. En síntesis, la aplicación de las teorías de Friedman al mundo real de Chile significa que los industriales pueden libremente "competir" a cualquier nivel de precios que ellos elijan.
Otros aspectos del tipo de pensamiento económico enseñado en la Universidad de Chicago son convenientemente ignorados por los consejeros
...