Revolucion Cubana

Laura González Giraldo

La política exterior de Cuba está marcada por su posición geográfica. Este hecho histórico incontrovertible lo corrobora el interés que la isla ha suscitado a las potencias internacionales, esto así desde la conquista. Y este interés radica, básicamente, en que la isla de Cuba constituye el núcleo de la cuenca del Caribe, importante porción de agua y tierra que compromete a casi veinte países, desde las costas de la Florida en EEUU, hasta las playas venezolanas, incluyendo el conjunto de islas y de cayos diseminados por toda la región.

Desde el establecimiento de plantaciones de tabaco y azúcar en los siglos XVI y XVII, lucrativo monopolio de la corona española, hasta el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en los últimos días, las posibilidades que ofrece la isla exceden sus recursos naturales, dado que su principal relevancia consiste, como se ha dicho, en su posición geográfica. Basta recordar que las expediciones que culminaron con la conquista de México por parte de Hernán Cortés se gestaron, logísticamente, en la Isla, así como las diferentes empresas expedicionarias por todo el Caribe. De esta circunstancia geopolítica da cuenta el informe del General Alberto Ruiz Novoa (1983) publicado por la Sociedad Geográfica de Colombia en su boletín número 118 y en la cual dice respecto de Cuba:  

Sin embargo, lo que destaca la importancia geográfica del área, es su posición estratégica, en el centro del continente americano y desde donde pueden alcanzarse con los armamentos nucleares todos los países americanos; además, estando en el camino de las comunicaciones aéreas y marítimas con el hemisferio sur, de allí pueden difundirse las influencias sociales y políticas en todas direcciones.

Entender la importancia estratégica de la Isla de Cuba es determinante para comprender los movimientos sociales, políticos y económicos que se desarrollaron en la segunda mitad del siglo XX y que tuvo repercusiones internacionales en cuanto a las relaciones de la Isla con el resto del mundo.

Desde la época colonial hasta la revolución de 1959 el papel de la isla en el panorama internacional era, por decirlo de alguna manera, pasivo. Lo anterior quiere decir que sobre Cuba pesó la hegemonía política y económica de potencias como la corona española y, posteriormente, el gobierno de los EE.UU. En efecto, luego de la activa participación norteamericana en la independencia de Cuba, se aprueba la enmienda Platt, concesión bilateral que autoriza al gobierno de los Estados Unidos a dirigir la economía de la isla hasta 1934 y el establecimiento de bases militares como la de Guantánamo (EN CUBA, s.f). En este sentido se comienza a perfilar la importancia estratégica de la Cuba contemporánea, dado que además de sus recursos naturales constituye un lugar privilegiado de control político, comercial y militar en la zona del Caribe, circunstancia bien aprovechada por los gobiernos estadounidenses. Así pues, Cuba dejó de servir a los intereses españoles para servir a los intereses norteamericanos, esto así en distintos frentes, a tal punto que algunos decían que Cuba era el patio de recreo de la clase alta norteamericana. Por otro lado, las políticas imperialistas implantadas por Washington sumieron la clase obrera y campesina en un atraso social y económico que no tardó en generar descontento en un sector de la población. De este descontento surge el movimiento revolucionario dirigido por Fidel Castro y que culminó con el derrocamiento de Fulgencio Batista, dictador simpatizante de la burguesía y del gobierno norteamericano. Los acontecimientos del primero de enero de 1959 marcan un punto de inflexión en la política internacional de Cuba.

Luego de finalizada la segunda guerra mundial, el mundo conoció la polarización política que se dio en los términos de capitalismo norteamericano contra socialismo soviético. Comienza entonces una lucha ideológica por todo el orbe: los soviéticos adquieren influencia política en China, Corea del Norte, el sudoeste asiático, fuera de los estados europeos que ya estaban bajo la cortina de hierro. En esta expansión del comunismo soviético los norteamericanos veían su principal amenaza. Ejemplo de este temor es la Doctrina Truman, medida gubernamental internacional norteamericana enfocada en prevenir la propagación de las ideas socialistas en los pueblos democráticos.

El descontento en Washington por la caída de su aliado en Cuba y el temor por la expansión de las políticas comunistas en la región, motivan la invasión norteamericana a Bahía Cochinos. El intento fue repelido por las fuerzas revolucionarias y en acto público Castro afirma que Cuba adhiere a las políticas sociales y económicas del socialismo de tipo soviético. De aquí en adelante comienza un nuevo rol de Cuba, en lo que a política internacional se refiere.

Si en el pasado el papel de Cuba en el escenario internacional era pasivo respecto de la potencia mundial de turno, con la consolidación de las políticas socialistas y la adopción de estas por parte de Cuba, su rol en la política internacional se activa. Comienza así un matrimonio político, comercial y tecnológico entre Cuba y la URSS que solventa el proyecto castrista, lo cual le da un estatus político a la isla que hasta entonces desconocía. El papel que desempeña Cuba está indisociablemente ligado a los intereses políticos de la URSS, como quiera que es el único aliado en el hemisferio occidental de la potencia socialista. De hecho, el momento más álgido de la guerra fría se conoce como la crisis de los misiles. En 1962 militares rusos instalan misiles en las playas cubanas con capacidad para llegar a las costas norteamericanas; esto fue interpretado por Washington como una provocación y una amenaza a su seguridad. Este impase da cuenta de la subordinación de Cuba a las directrices soviéticas.                                                                                                                                                    

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