Artistica
14090013 de Marzo de 2015
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Manifestaciones Plásticas en Venezuela en el siglo XIX
Pintura
Primera mitad del siglo XIX: como la guerra emancipadora marcó una ruptura con el estilo de vida colonial, del mismo modo en la inspiración del arte hay un cambio.
Ya los temas de los artistas no son de asunto predominante religioso, ni de influencia española; se busca, en cambio, exaltar los héroes y episodios de la Independencia. Por eso cobra más importancia el género del retrato y la pintura histórica.
La figura más representativa de este período de transición entre la Colonia y la Independencia es el pintor Juan Lovera.
Juan Lovera (1778 – 1851): Sus comienzos son los de un pintor artesanal colonial. Inició estudios de pintura guiado por los frailes del convento de los Dominicos San Jacinto, y más tarde tuvo como maestro el pintor colonial Antonio José Landaeta.
En 1814, huyendo del sanguinario Boves, se une a los patriotas que emigraron a Oriente y vive por un tiempo en Cumaná. Luego estuvo en Puerto Rico, y tal vez, en Cuba, para regresar a Venezuela después del triunfo de Carabobo.
Las obras que le dieron fama fueron: "El 19 de Abril de 2010" y "El 5 de julio de 1811", las que, si bien fue testigo presencial, pintó varios años después de los acontecimientos: en 1835 y 1838, respectivamente.
Juan Lovera realizó también varios retratos de patriotas y de personajes importantes de su época; de modo que se puede decir que, de no ser por sus pinturas y retratos, no conoceríamos el rostro de los próceres que nos dieron la Independencia.
Segunda mitad del siglo XIX: después de Juan Lovera las figuras señeras de la siguiente generación de pintores venezolanos son: Martín Tovar y Tovar, Antonio Herrera Toro, Arturo Michelena y Cristóbal Rojas.
Martín Tovar y Tovar (1828 – 1902): Nacido en Caracas. Fue el más destacado intérprete y quien llevó su apogeo la pintura de historia de Venezuela.
Muy joven marchó a España donde fue alumno de José Madrazo, pintor de asuntos históricos y retratos de estilo neoclásico; y de Federico Madrazo (hijo del anterior), gran retratista de estilo romántico. Posteriormente se traslada a París y estudia en la Academia de León Cogniet.
Al regresar a Venezuela inicia su carrera retratista.
Cuando Guzmán Blanco comienza su gobierno progresista aprovecha el talento de Tovar y le encarga una galería de retratos de los principales próceres de la Independencia. Son 25 retratos de medio cuerpo que realiza el pintor en París. Tanto en estos retratos como en los anteriores Tovar idealiza el personaje simplificando detalles y estudiando la pose más expresiva de la figura.
El siguiente encargo de Guzmán Blanco fue el gran cuadro (6 x 4, 56 m.) de "La Firma del Acta de la Independencia". Tovar lo pinta también en París y los representa en la exposición organizada como parte de los festejos del Centenario del Nacimiento del Libertador (1883).
Es una pintura concebida para dar importancia especial a la esbelta figura de Francisco de Miranda.
La composición es grandiosa y, a la vez, solemne, aunque menos fiel a la verdad histórica y a la fisonomía de los personajes si la comparamos con al que había pintado Juan Lovera con anterioridad sobre el mismo tema.
El éxito de este lienzo le valió a Tovar otro gran importante encargo por parte de Guzmán Blanco: los cuadros de las batallas que sellaron la independencia de los países bolivarianos: "Carabobo, Boyacá, Junín y Ayacucho", para decorar el recién construido Palacio Legislativo de Caracas.
El cuadro más relevante es el de la Batalla de Carabobo cuya basta escena ocupa el plafón abovedado del Salón Elíptico.
En esta extensa pintura Tovar resuelve complicados problemas de escorzo y perspectiva, imprime a la composición y a las figuras el movimiento vertiginoso propio de la batalla; y, al mismo tiempo, destaca las formas con precisión y nitidez de contornos.
Acerca de esa obra se expresó el famoso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros: "Tovar y Tovar en su mural de la bóveda del salón elíptico muestra, sin duda alguna, al más grande muralista latinoamericano del siglo XIX y uno de los más brillantes del mundo.
Antonio Herrera Toro (1857-1914): Pintor valenciano, fue discípulo y ayudante de Tovar y Tovar. Guzmán Blanco le asignó una beca para estudiar en Europa. Permaneció 3 años en París y 2 en Italia donde estudió decoración mural.
Al llegar a Caracas le encargaban una pintura para el presbiterio de la Catedral: "La Asunción de la Virgen". Éste es su primer trabajo de decoración importante. Es una obra religiosa de figuras en escorzo (vistas de abajo hacia arriba) algo convencionales al estilo de las pinturas barrocas. Luego, pinta en la misma Catedral, "La Fe, La Esperanza y LA Caridad". En esos trabajos le sirvió como ayudante el joven pintor Cristóbal Rojas.
En el Baptisterio de la Iglesia de Altagracia de Caracas pinta "El bautismo del Salvador" y "La Inmaculada Concepción".
Herrera fue el continuador de la pintura histórica de Tovar; pero fueron obras espaciadas a lo largo de su carrera. Hizo los estudios de la sabana de Carabobo que Tovar utilizaría en su famoso lienzo; viajó a Perú a documentarse sobre el paisaje de la batalla de Junín y ejecutó ese lienzo y el de la Batalla de Ayacucho según bocetos originales dejados por Tovar. Para el salón del Centenario del natalicio del Libertador donde Tovar expuso él "La Firma del Acta de la Independencia", Herrera concurrió con el cuadro: "La muerte de Bolívar" y obtuvo un segundo premio.
Pero el género en el cual obtiene mejores resultados es en el retrato. Pintó muchísimos y excelentes retratos (más de 70), de gran calidad artística y donde supo captar e interpretar el carácter de cada uno de los modelos. Además de sus tres autorretratos, se destacan los del Gral. Cipriano Castro, Eduardo Blanco, y Arístides Rojas.
Herrera Toro fue también escritor, grabador en litografía, tipógrafo y director de un periódico llamado "El Granuja".
En sus últimos años sucedió al pintor Emilio Maury como director de la Academia de Bellas Artes, lamentablemente en un momento crítico cuando el alumnado protestaba tanto por la indiferencia del gobierno por las artes como por la enseñanza tradicional que se impartía en la Academia. Varios alumnos se retiraron y fueron los fundadores del Círculo de Bellas Artes y, si bien algunos reconocieron la labor artística de Herrera Toro, otros la desacreditaron o silenciaron injustamente en sus escritos.
Cristóbal Rojas (1857 – 1890): Nació en la población de Cúa, Estado Mirada. Se trasladó a Caracas a raíz del terremoto que dejó en ruinas su pueblo natal. Herrera Toro lo recibe como ayudante en la decoración de la Catedral de Caracas y le confía las pinturas de las columnas y de los arcos de la cúpula central.
Su cuadro "La muerte de Girardot", presentado en el Centenario del natalicio del Libertador y merecedor del premio único, le valió una beca para estudiar en París.
Llegado a París, se inscribe en la Academia Julián dirigida por Jean Paul Laurens. Dos años más tarde, llegará a esa misma academia otro pintor venezolano: Arturo Michelena, con quien compartirá sus dificultades y triunfos.
Envía sus primeras obras al Salón Anual de Artistas Franceses y obtiene una mención de Honor con su cuadro: "La Miseria". Más tarde con "La primera y última Comunión" y "El Bautizo" no recibe ningún premio, pero resuelve cada vez mejor los efectos plásticos y lumínicos que se plantea.
Pero el cambio más notable en su estilo se percibe en su obra: "Dante y Beatriz", y en algunos cuadros de pequeñas dimensiones como la "Naturaleza muerta con faisán". Allí aparecen, ya superadas las limitaciones impuestas por el tema, y se libera del academicismo. Algunos autores ven en ellas preanuncios del impresionismo.
Al mismo tiempo trabajaba un cuadro de gran formato que le había encargado el párroco de la iglesia de La Pastora en Caracas: "El Purgatorio". Al terminarlo, con mucha dificultad, aquejado por la tuberculosis que lo debilita cada vez más, lo manda al salón, y finalmente obtiene el tan ansiado premio: la medalla de Oro.
Cuando regresa a Caracas enfermo, y fallece a la temprana edad de 35 años, trochando la muerte las posibles nuevas y variadas direcciones que parecían vislumbrarse en su obra.
Arturo Michelena: Tiene mucho en común con Cristóbal Rojas: ambos presentan obras para el Centenario del Natalicio del Libertador, se inscriben en la misma Academia Julián de París, viven en una misma casa, los liga una estrecha amistad y mueren en plena juventud. Sin embargo, sus temperamentos son completamente opuestos: El de Rojas es atormentado y patético; el de Michelena es jovial y sereno.
Nació en Valencia de padres relacionados con el mundo de las artes, puesto que su padre era Juan Antonio Michelena era pintor, y su madre Socorro, hija del Pintor Pedro Castillo, era autora de trabajos de bordado famosos en toda Valencia. Esto explica, en parte, la temprana incursión de Michelena en la labor artística. Tenía solo 12 años de edad cuando realiza con extraordinaria pericia 10 ilustraciones para el libro "Costumbres venezolanas" del escritor Francisco de Sales Pérez.
Cuando cumple 22 años viaja a París y entra en la Academia de Jean Paul Laurens. Allí se encuentra con Cristóbal Rojas y alquilan un segundo piso de una casa.
Con más suerte que Rojas, ya desde el primer cuadro que envía al Salón
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