ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Programa De Reformas Estructurales En La Argentina En La década Del Noventa

lauravennera14 de Diciembre de 2013

5.012 Palabras (21 Páginas)572 Visitas

Página 1 de 21

Las mutaciones económicas y sociales llevadas a cabo en la década del noventa a partir de la implementación del modelo neoliberal conllevaron conjuntamente a la configuración de una cúpula empresaria caracterizada entre otras cosas por su enorme concentración y centralización de capital, así como también al empobrecimiento general de vastos sectores de la población. El plan económico puesto en marcha por el gobierno de Carlos Menem exasperó hasta límites históricos una paradoja sin precedentes en la sociedad argentina anterior a la dictadura iniciada en 1976: la disociación del crecimiento económico y el bienestar general de amplios sectores sociales. Los primeros años en los cuales se implementa dicho modelo (consideramos a tales efectos el período 1991-1994 debido a que partir del año 91 confluyen la estabilización de la economía con las reformas estructurales) mostraron como el crecimiento de determinadas variables económicas, el producto bruto interno e inversión entre otras, podía ser acompañado, y de hecho lo era, con un proceso creciente de regresividad social. De esta manera se profundizarían los principales lineamientos impuestos por la última dictadura militar. La concentración del capital y la distribución regresiva del ingreso serían llevados hasta límites históricos generando un proceso de polarización social sin precedentes en nuestra sociedad. Siguiendo a varios autores, entre ellos, a Eduardo Basualdo, se hace hincapié entonces en los elementos de continuidad que el modelo neoliberal de los noventa comparte con las políticas inauguradas por el gobierno militar de 1976. Así las profundas transformaciones de los noventa ““trajeron aparejada la consolidación de las principales tendencias que se impusieron como patrones distintivos del régimen de acumulación que se fue configurando en el país a partir de la segunda mitad del decenio de los setenta (“desindustrialización”, concentración y centralización del capital, predominio de la valorización financiera, caída de los salarios, desempleo y precarización laboral, distribución regresiva del ingreso y fragmentación social) . Paralelo al surgimiento de la “cuestión social” generada por el modelo neoliberal, y como contrapartida de este mismo proceso, los años noventa serán testigo de la consolidación hegemónica de los sectores de capital más concentrados, sectores que a partir de la última dictadura militar se vieron beneficiados por la obtención de ganancias extraordinarias y cuasi-rentas, pero que recién en los noventa lograrían traducir su creciente dominación económica en un orden político legítimo. Los dos gobiernos de Carlos Menem implicaron la construcción de este bloque hegemónico, el cual estuvo basado en una coalición electoral entre los sectores dominantes y amplios sectores populares que de esta manera convalidaron la puesta en marcha de un orden social que los excluía y los dejaba fuera del proyecto de país imaginado. El peronismo por su parte se uniría con el “adversario social de ayer” Las políticas económicas neoliberales permitieron que los sectores dominantes lograran conformar un verdadero bloque de poder ya que a partir del plan de convertibilidad y de las reformas estructurales diseñadas, especialmente las privatizaciones de empresas públicas, se articularon los intereses de las distintas fracciones de capital, esto es, del capital concentrado interno (grupos económicos locales y conglomerados extranjeros) y de los acreedores externos, permitiendo que se llegara a conformar entre ellos una verdadera “comunidad de negocios” , Ahora bien, para comprender el proceso a partir del cual dichas fracciones lograron aumentar su poder económico y social e imponer consecuentemente un modelo de desarrollo que hizo de la desocupación y la pobreza un elemento estructural y central de su funcionamiento deben señalarse primero, y antes de centrarse en una explicación basada en los efectos, las condiciones que posibilitaron dicha hegemonía. Al respecto, la crisis desatada en 1989 y el diagnóstico que los sectores dominantes hicieron de la misma condicionó en última instancia los sucesos posteriores. Así “el proceso económico y social de la década de los noventa está estrechamente vinculado al carácter que asume, y a la manera en que se resuelve, la crisis hiperinflacionaria de 1989”.

La hiperinflación desatada durante el año 89 expresa sin duda el punto de inflexión de un Estado que, agobiado ante la crisis fiscal crónica y la imposibilidad de acceder al crédito, ya no puede hacerse cargo de transferir crecientes recursos a determinados sectores sociales. A partir de dicha situación los organismos multilaterales de crédito, voceros políticos de los acreedores externos, elaboraron un diagnóstico sobre la crisis, y estas nociones y presupuestos fueron conocidos como el “consenso de Washington”. Básicamente dicho consenso entendía que el crónico déficit fiscal y externo que aquejo a los estados Latinoamericanos durante la década del ochenta era la manifestación de la crisis terminal del Estado populista y distribucionista ligado al modelo económico de la ISI. Crisis por otra parte que era consecuencia directa de la constante intervención del estado en el plano de la economía, una intervención por demás ineficiente y que no había tomado en cuenta los costos de las políticas distribucionistas. Ahora bien, la argumentación de este trabajo intenta destacar que dicho diagnóstico implicó una lectura errónea acerca de la crisis y acerca del tipo de Estado que se describía como causante de la misma, y que dicho error en definitiva fue central para posibilitar la instauración del proyecto neoliberal. Semejante lectura no tomó en cuenta la puja distributiva que en los ochenta se desató al interior del gran capital , y que en definitiva fue la causante de la hiperinflación. Lo que “estalla” en 1989 entonces no es el Estado distribucionista de las décadas anteriores sino que dicha crisis “ supuso una ruptura profunda que, por lo tanto (...) tampoco expresaba el agotamiento del modelo distributivo vinculado a los primeros gobiernos peronistas, porque hacía muchos años que no existía, ni siquiera del patrón de acumulación que caracterizó a la segunda etapa de la sustitución de importaciones porque se había interrumpido a partir de la dictadura militar”

Sumado a la lectura propiciada por el consenso de Washington, y que también encontró eco entre el capital concentrado interno, debe destacarse la aceptación general que dicho proyecto tuvo en amplios sectores de la sociedad. Al respecto es importante señalar que las crisis hiperinflacionarias actúan como un eficaz mecanismo de disciplinamiento de los sectores populares, esto es, el caos asociado a dichas crisis, la enorme transferencia de ingresos que dicha situación supone para los sectores de menores ingresos, explican en última instancia que las medidas de corte ortodoxo hayan sido toleradas y que el diagnóstico unilateralmente elaborado haya encontrado eco en los sectores populares.

La década del noventa trajo consigo la resolución del conflicto entre las fracciones de capital. Aceptado el diagnóstico se procedió a la implementación de las medidas neoliberales. Dichas políticas guardan estrecha relación con el perfil que adquiere la cúpula empresaria ya que el contenido de cada una está orientada, y, es funcional, a la obtención de ganancias extraordinarias, o cuasi rentas de privilegio, por parte de los sectores dominantes, que terminan así logrando independizarse y “desprenderse” del ciclo económico. De esta forma las fracciones de capital obtendrán ganancias extraordinarias incluso en períodos recesivos de la actividad económica. Al respecto dice Basualdo: “(...) no menos importante es reparar que las ventas de las grandes firmas crecen sostenidamente aun cuando la economía en su conjunto entra en una etapa recesiva, como ocurrió en 1995. De esta manera la cúpula empresaria recobra en los años 90 uno de sus atributos fundamentales (...) que es su independencia del ciclo económico” . Para mostrar esta relación fundamental entre la lógica del modelo neoliberal y la conformación de una elite empresarial caracterizada por su enorme concentración de capital y su desprendimiento del ciclo se procederá a la explicación de tres medidas concretas: el plan de privatización de empresas públicas, el plan de convertibilidad, la reestructuración industrial observada en la década y asociada a esta, la política de apertura comercial. Luego se explicará, a partir de la reestructuración industrial, los efectos inversos que el modelo neoliberal tuvo sobre el mercado de trabajo, demostrando así que la polarización social y la exclusión social fueron la otra cara de estas medidas económicas supuestamente orientadas a producir el crecimiento económico y bienestar de toda la sociedad .

Dentro de las reformas estructurales propiciadas, la privatización de las empresas públicas adquiere relevancia central. Para el capital concentrado interno el acceso a la propiedad de los activos públicos implicó la entrada a mercados mono u oligopólicos que garantizaban ganancias extraordinarias. Seguían manteniendo así una relación preferencial con el Estado. Para los acreedores externos, además de las atractivas tasas de rentabilidad que ofrecían estas condiciones de mercados cautivos y monopólicos (condiciones que se mantuvieron inalteradas por la acción u omisión de entes reguladores ineficientes) el acceso a las empresas públicas implicaba recuperar el capital e intereses adeudados durante los ochenta. Significaba en última instancia que la relación de fuerzas con la otra fracción de capital se había resuelto de manera favorable y que ahora también ellos entraban en la

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (33 Kb)
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com