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El Segundo Consulado


Enviado por   •  25 de Mayo de 2015  •  2.815 Palabras (12 Páginas)  •  420 Visitas

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EL SEGUNDO CONSULADO.

El Paraguay al borde de la anarquía

A punto estuvieron de cumplirse las profecías de quienes vaticinaron el advenimiento de la anarquía a la muerte del doctor Francia. El día de su fallecimiento, los comandantes de los cuarteles de la capital, Agustín Cañete, Pablo Pereyra, Miguel Maldonado y Gabino Arroyo, se hicieron cargo de la situación y el 24 se constituyeron en Junta de Gobierno bajo la presidencia del alcalde Manuel Antonio Ortiz. Esta Junta era hechura del temible actuario del difunto dictador, Policarpo Patiño, cuyo auge fue efímero. Perseguido por el odio popular, fue presentado baja la acusación de conspirar para hacerse dictador, y poco después se le encontró ahorcado en la prisión. La opinión pública se orientó firmemente en el sentido de reclamar la convocación de un Congreso.

El 21 de enero de 1841 una asonada militar, dirigidas por los sargentos Duré y Ocampos, depuso a la Junta y constituyó un Triunvirato integrado por el alcalde Juan José Medina y los ciudadanos José Gabriel Benítez y José Domingo Campos. Su única misión era convocar un Congreso General para constituir el Gobierno definitivo; pero acusado de ejercer funciones que no se le atribuyeron y de dilatar la convocación del Congreso, fue derrocado el 9 de febrero, asumiendo el Gobierno, con el título de Comandante General de Armas, el comandante del cuartel de San Francisco, Mariano Roque Alonso, quien tenía la obligación precisa de inaugurar el Congreso el 12 de marzo de 1841.

Surge la figura de Carlos Antonio López

Los militares dominaban aparentemente la situación. El dictador los había elegido, no entre los más aptos y prestigiosos, sino entre aquellos que menos veleidades políticas podían tener. Desprovisto de aptitudes, pronto se dieron cuenta de su incapacidad para el Gobierno. Necesariamente se hicieron de “directores” ocultos, elegidos entre los funcionarios civiles allegados al extinto dictador. Policarpo Patiño fue el primero, y desaparecido le sucedió en el favor militar Juan Antonio Salduondo, también odiado por el pueblo. Mientras declinaba el prestigio de los colaboradores de la Dictadura, aumentaba el del abogado Carlos Antonio López. Catedrático del Colegio de San Carlos, quien hacía largos años se había refugiado prudentemente en Villa del Rosario. Nada tenía que ver con la Dictadura, y en su voluntario confinamiento había completado, mediante la lectura, su ilustración, que era bastante general. Amigo del comandante Alonso, apenas supo la muerte del dictador bajó a la capital y se convirtió en su diligente consejero; no le fue difícil adquirir pronta ascendencia en los cuarteles, que frecuentaba con asiduidad.

El Congreso restablece el Consulado

Cuando los congresistas del campo llegaron a Asunción, cundió entre ellos la versión de que el doctor Francia antes de morir, había recomendado a Carlos Antonio López como a su sucesor. La especie conmovió a los campesinos. Entre los enemigos del dictador, López también gozaba de popularidad, pero por otras razones se atribuía a su influencia de libertad de los numerosos pesos políticos producida después del motín del sargento Duré. El Congreso inaugurado el 12 de marzo de 1841, fue fácilmente manejado por los partidarios de López. El diputado Juan B. Rivarola propuso que el Congreso dictara una Constitución, pero López no dejó prosperar la idea. Se resolvió restablecer la institución del Consulado, designándose para ejercerlo a Carlos Antonio López y a Mariano Roque Alonso; sólo en apariencia fueron investidos de igual jerarquía. El consulado debía durar tres años y se le autorizó a entablar relaciones con los demás Gobiernos. Se establecieron condiciones para el comercio fluvial sólo hasta Villa del Pilar, pues el país, aunque ansioso de romper su largo aislamiento, no lo quería hacer sino a medias.

Se inicia la vida exterior del Paraguay

La caótica situación de las provincias argentinas no afirmó a los cónsules a entrar de lleno en la vida internacional. Corrientes gestionó el apoyo paraguayo en la guerra contra Rosas, que fue negado, pero se consistió en firmar el 31 de julio de 1841 dos tratados provisionales, indispensables para iniciar el comercio siquiera con la fronteriza provincia de Corrientes: uno de los convenios era de amistad, comercio y navegación, y otro de límites. El Uruguay manifestó deseos de ajustar otro tratado; Inglaterra, por boca de Palmerston, cuando aún vivía Francia, también había expresado sus propósitos de establecer relaciones amigables. Los cónsules adoptaron una actitud recelosa al contestar a esos propósitos.

Por los tratados con Corrientes el Gobierno paraguayo no se proponía tomar partido en la guerra contra Rosas, ni menos desconocer la unidad de la Confederación argentina, cuyos derechos fueron salvados. Solo buscaba abrir puertas al comercio del Paraguay. Para encausarle se dictó un reglamento de aduanas y varias otras disposiciones para la navegación, la que no podía realizarse sino hasta Pilar. Al mismo tiempo se levantó para los extranjeros la prohibición de abandonar el país. Artigas no quiso hacer uso de esta opción; prefirió quedar en el Paraguay y los cónsules le trajeron de su lejano confinamiento, dándole cómodo alojamiento en Ibiroy, cerca de Asunción, en donde permaneció hasta su muerte, ocurrida en el año 1851.

Fomento de la instrucción pública

La instrucción superior abandonada por la Dictadura, mereció atención preferente del Consulado. El 30 de noviembre de 1841 decretó la creación de la Academia Literaria, cuyos cursos comenzaron con las cátedras de Castellano y Latín, con ciento cincuenta alumnos dirigidos por dos jesuitas venidos de Buenos Aires. La instrucción primaria también recibió considerable impulso, destinándose diez mil pesos para las escuelas rurales.

Se prohíbe opinar sobre el doctor Francia

Después de la muerte del dictador y libertados los presos políticos, estos llevaron a sus hogares su odio enconado e irreductible. Las calles se llenaron de pasquines contra la memoria del doctor Francia, y su obra fue tema de encendidades de discusiones.

Los restos maltrechos del antiguo patriciado y la clase mercantil hacía al difundo dictador objeto del más ardiente odio; en cambio el doctor Francia encontraba defensores en la masa campesina. El Gobierno consular, que vió en estas controversias la raíz de posibles formaciones partidistas y un comienzo de anarquía,

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