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“El historiador y los hechos”.


Enviado por   •  19 de Agosto de 2016  •  Ensayos  •  4.830 Palabras (20 Páginas)  •  586 Visitas

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CARR, E. ¿Qué es la historia? (1983). Cap. I: “El historiador y los hechos”.

Carr comienza citando a Acton y Clark, quienes escribieron para Cambridge Modern History en dos tiempos distintos y desde perspectivas diferentes. El desacuerdo entre Acton y Clark refleja el cambio sufrido entre los siglos XIX y XX en la sociedad, y por lo tanto en historiografía. De esta misma forma, contestar la pregunta ¿Qué es la historia? Siempre reflejará nuestra posición en el tiempo.

Acton (1897) habla sobre la posibilidad que ha dejado el siglo XIX de acceder a toda la información. Mediante la división del trabajo sería posible poner al alcance de cualquiera el último documento con las conclusiones más elaboradas y, de este modo, todo problema sería capaz de ser solucionado. Agrega la imposibilidad de elaborar una historia definitiva en ese momento, pero resalta la idea de eliminar la historia convencional.

Clark (1957) comenta que el conocimiento del pasado llega a nosotros por mediación de las mentes humanas, que es elaborado por estas. Para Clark no existe una verdad histórica objetiva, por lo tanto no hay posibilidad de llegar a una “historia definitiva”, ya que  todo juicio histórico implica personas y puntos de vistas.

El siglo XIX, de los historiadores rankeanos y positivistas como Acton, fue el siglo de los hechos. Para Ranke la tarea del historiador era mostrar lo que realmente aconteció. Los positivistas sostenían el culto de los hechos como un modo de afianzar su defensa de la historia como ciencia. Esta teoría empírica presupone una total separación entre el sujeto y el objeto. Los hechos inciden en el observador desde el exterior, independientemente de su conciencia, es un proceso receptivo pasivo. Es una concepción donde la historia consiste en un cuerpo de hechos verificables, hechos que encuentra el historiador en los documentos. Acton sostenía la objetividad total del hecho, los hechos eran sagrados, aunque uno por su cuenta luego podría interpretarlos. Existe un cuerpo de hechos básicos que son los mismos para todos los historiadores y por lo tanto constituyen hechos históricos.

Carr argumenta que no todo hecho puede ser considerado histórico y desmiente la idea de que los hechos hablan por sí solos. En su lugar, sostiene que los hechos hablan sólo cuando el historiador apela a ellos, siendo esencialmente selectivo, por lo cual la idea de objetividad de los hechos es una falacia. La condición de hecho histórico depende de la interpretación, es el elemento interpretativo el que interviene en todos los hechos históricos. Datos y documentos son esenciales para el historiador, pero no constituyen la historia por si solos, el historiador debe descubrir los pocos datos relevantes y convertirlos en hechos históricos. Contrariamente, la historia decimonónica compilaba la mayor cantidad de datos de carácter irrefutable y objetivo, lo que fue considerado un “fetichismo de los documentos” que llevó al “fetichismo de los hechos”. Los documentos no dirían realmente lo que ocurrió, sino lo que se creyó que había ocurrido o lo que se deseaba que se piense o se crea que ocurrió, sino sería una historia de juicios admitidos. Los datos básicos son tomados como materia prima de la historia, como datos sin cualidad de hecho histórico hasta que el historiador lo decida, para afianzar la precisión de esos datos la historia puede recurrir a las ciencias auxiliares.

En el siglo XX comenzaba a defenderse una filosofía de la historia: Croce decía que la historia consistía en ver el pasado por los ojos del presente, a la luz de los problemas de ahora. Becker agrega que los hechos de la historia no existen para ningún historiador hasta que él los crea. Collingwood, con un gran aporte a la filosofía de la historia, expresa que la filosofía de la historia no se ocupa del “pasado en sí” ni de la “opinión que de él se forma el historiador”, sino de ambas cosas relacionadas entre sí. La reconstitución del pasado en la mente del historiador se apoya en una evidencia empírica, mediante la selección e interpretación de los hechos. La historia para Collingwood es la experiencia del historiador, nadie la “hace” como no sea el historiador: el único modo de hacer historia es escribirla. De este modo, nuestro interés debería ir al historiador, se debe comprender lo que está haciendo, ya que lo que el historiador encuentre dependerá de lo que él busque y las herramientas que use para ello. El segundo aporte de la historia del siglo XX, fue la idea de necesidad de una “compresión imaginativa” de las mentes de las personas sobre las que escribe, del pensamiento subyacente a sus actos, lo cual no implica necesariamente simpatía o acuerdo. Por último, manifiestan la posibilidad de captar el pasado y lograr comprenderlo a través del presente, ya que el historiador pertenece a su época y está vinculado a ella. Así, surge la idea del pasado como clave para comprender el presente.

En cuanto a la visión de Collingwood, Carr refuta el énfasis que le pone al papel del historiador como hacedor de la historia, ya que esto tiende a descartar la posibilidad de una historia objetiva. Se opone a la historia como algo brotado del cerebro humano, lo que llevaría a una multiplicidad de significados y todos validos. Otro peligro aun mayor estaría dado por el enfoque del historiador mirando al pasado solo como clave para comprender el presente, como si los hechos no fuesen nada y su interpretación todo. El último problema sería el de que el historiador escriba desde y para el presente, el cual lleva a un conocimiento para un fin.

Finalmente, el historiador debe no solo verificar la exactitud de los hechos, sino asegurarse de que no falte en su cuadro ninguno de los datos conocidos que sean relevantes para el tema que le ocupa. No debe eliminar la interpretación que es la savia de la historia. Para Carr leer las fuentes y escribir un libro son procesos que se deben dar en simultáneo y dentro de un mismo proceso, la lectura es fecundada por la escritura. A partir de la dicotomía de los hechos y la interpretación, debe entenderse que la relación entre historiador (presente) y sus datos (pasado) es de igualdad, de intercambio.  

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