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Filosofia Burquesa

13 de Mayo de 2014

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Situación socio-económica

Formas embrionarias del modo capitalista de producción aparecen en algunas ciudades del mediterráneo en los siglos XIV y XV. En Italia surgen ya en el siglo XIV las primeras manufacturas, que anuncian el paso de la artesanía, característica de la producción feudal, al capitalismo. Antes que en los demás países de Europa se asiste en este país a una expansión intensiva de las ciudades y de la cultura urbana. El comercio, la usura, así como la explotación de los obreros y los pequeños artesanos dieron vida en muchas ciudades italianas a sectores considerables de banqueros, mercaderes e industriales, que en algunas de ellas incluso se adueñaron del poder político.

Un relevante índice del progreso de las fuerzas productivas lo constituyeron los inventos e innovaciones técnicas. Apareció la rueda de pedal, se perfeccionó el telar, fue inventada la rueda hidráulica que, con el perfeccionamiento del motor de viento, introdujo enormes cambios en una producción que hasta entonces había tenido por fuerza principal la muscular de bestias y hombres. Estos mismos cambios desembocaron en la metalurgia de alto horno, que aumentó fuertemente la producción. en el arte militar fue una revolución el nacimiento de las armas de fuego, que casi anularon el significado de la caballería. Fue inmenso el alcance de la brújula, tomada por los europeos de Oriente, que multiplicó de modo extraordinario las posibilidades de la navegación marítima. El empleo de la pólvora y de la brújula y el invento de la imprenta en Europa mediado el siglo XV son, según expresión de Marx, las premisas del modo de producción burgués.

El progreso posterior del capitalismo en Europa Occidental obedeció a los grandes descubrimientos geográficos realizados a finales del siglo XV y comienzos del XVI. El descubrimiento de América y de la ruta a la India, el viaje alrededor del mundo de Magallanes abatieron – según expresión de Engels – las barreras del Orbis terrarum. “Solo entonces fue descubierto el mundo, en el sentido propio de la palabra, y se sentaron las bases para el subsecuente comercio mundial y para el paso del artesanado a la manufactura, que a su vez sirvió de punto de partida a la gran industria moderna.”

Los adelantos económicos acontecidos a finales del siglo XV y principios del XVI, y relacionados en grado considerable con el emplazamiento de las rutas comerciales que trajeron consigo los grandes descubrimientos geográficos, dieron lugar a la aparición de grandes centros de expansión económica. Italia pierde su papel rector en la propagación de las relaciones capitalistas. Surgen nuevos centros de desarrollo económico burgués en algunas ciudades costeras de España, así como del sur de Alemania y del norte de Francia. El avance de las relaciones capitalistas es particularmente impetuoso en los Países Bajos y en Inglaterra. En estos países ocurre con mayor intensidad el proceso de acumulación originaria del capital. Los éxitos del modo de producción burgués en Europa Occidental alumbraron las primeras revoluciones burguesas de aquel período. La primera de ellas (la Reforma y la Guerra de los campesinos en Alemania en 1525) terminó desfavorablemente para la burguesía alemana, que tuvo que someterse económica y políticamente a la feudalidad. La segunda ocurrió en los Países bajos a finales del siglo XVI y comienzos del XVII bajo la forma de guerra nacional y religiosa contra la España feudal absolutista y católica. Terminó con la proclamación de la independencia de los Países bajos (Holanda) y el establecimiento de una república burguesa.

Cambios en la esfera ideológica

Los radicales cambios socioeconómicos y técnicos comportaron toda una revolución en la vida espiritual de los pueblos europeos. Si en el período feudal había sido la religión la ideología dominante de modo absoluto, ahora fue abatida la dictadura espiritual de la Iglesia. El surgimiento de nuevas formas de organización política de la clase dominante supusieron un debilitamiento considerable del poderío económico y la influencia política de la Iglesia de Roma, que durante todo el Medioevo había sido la fuerza ideológica determinante y la sanción suprema del feudalismo en Europa. La ascendencia ideológica de la Iglesia se vio también gravemente comprometida como resultado de los movimientos reformadores que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XVI. Estos movimientos (luteranos, zwingliano, y, particularmente, calvinista) eran reflejo de la tendencia dentro de la fortalecida burguesía a liberarse de la tutela de la Iglesia católica romana como instrumento del feudalismo y a instituir su propia organización eclesiástica burguesa.

La victoria de los citados movimientos arrebató a la curia romana el poder en varios países europeos. Aunque de carácter antifeudal, estos movimientos se desplegaron enteramente en el ámbito de la ideología religiosa. Las primeras revoluciones burguesas también transcurrieron bajo lemas y estandartes religiosos. Como escribió Engels, “la nueva clase aún permanecería largamente envuelta por las ligaduras de la omnipotente teología.”

Cultura burguesa humanista

Los cambios socioeconómicos propiciaron el nacimiento de una intelectualidad burguesa bastante numerosa. Si en la Edad Media, por lo general los hombres de ciencia y los filósofos habían servido a la Iglesia, ahora un sector de la intelectualidad estaba relacionado directamente con la ciencia y el arte y, de ordinario, nada o poco con la Iglesia. En este período surge una nueva cultura, que recibe el nombre de humanismo, término que significa el estudio de carácter laico a diferencia del teológico-escolástico. Los humanistas enfrentaban las ciencias seglares a la erudición eclesiástico-escolástica.

La particularidad de aquella alboral cultura burguesa consistió en un aprovechamiento a fondo de la civilización greco-latina, la cultura pagana era más afín a la burguesía embrionaria que la cultura y la ideología de la sociedad feudal. La significación del legado cultural de la antigüedad fue tan inmensa que toda esta época a menudo se define como período del Renacimiento, lo que señala la reaparición de muchos aspectos de la cultura antigua, después de más de un milenio de olvido.

Por la diversidad, la profundidad y el valor de sus frutos, la temprana cultura burguesa dejó muy a la zaga a la eclesiástico-feudal. Resplandeció en la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, la ciencia y la Filosofía. Un componente determinante fue el reconocimiento de los intereses y derechos del ser humano, que había sido desdeñado por el ordenamiento feudal y la moral religiosa del ascetismo.

Doctrinas políticas y socialistas

La nueva época dio vida a nuevas concepciones concernientes a la naturaleza de la sociedad, del hombre, etc. Uno de los elementos principales del nuevo enfoque de la sociedad fue el modo de entenderla como suma de individuos independientes entre sí.

Nicolás Maquiavelo

Nicolás Maquiavelo

Uno de los primeros ideólogos políticos burgueses fue el florentino Nicolás Maquiavelo (1469-1527) que en sus obras se propone demostrar que los móviles de la gente son el egoísmo y el interés material. El hombre echa antes en olvido la muerte de su padre que la privación de los bienes de fortuna. Es decir, Maquiavelo declara propiedad natural del hombre los rasgos fundamentales del individualismo burgués que se está formando en aquella época.

El sociólogo florentino rechazaba la concepción teocrática medieval que pone al Estado en dependencia de la Iglesia, como poder supremo en el mundo, y argumenta la necesidad del Estado laico, contraponiendo a la interpretación teológica del poder público la interpretación jurídica: las disposiciones jurídicas quedan separadas de las prescripciones religiosas, a las que confiere preferentemente un sentido moral. Marx señala que en los pensadores políticos de la nueva época, a partir de Maquiavelo, “se expone siempre el poder como el fundamento del derecho, lo que lleva implícito la concepción teórica de la política como emancipada de la moral.”

En efecto como el bien y el poderío del Estado son para Maquiavelo la ley suprema de la política, cualquier medio para su logra es bueno, incluso los más inmorales, como la corrupción, el asesinato, el envenenamiento, la traición. El príncipe que emprenda la formación de un fuerte Estado centralizado debe conjugar las cualidades del león y el zorro. La política que aconseja Maquiavelo es la de la coacción y el halago. Las bases de sea política fueron denominadas maquiavelismo, el desenfado y la inescrupulosidad en la elección de medios para el logro de los fines políticos. Maquiavelo no inventó estos principios; no hizo sino elevar a ideal algunos rasgos tenebrosos de la vida política italiana de su época a la par que se adelantó a muchos aspectos típicos de la política burguesa en los tiempos posteriores.

Socialismo utópico

Tomás Münzer

Tomás Münzer

Las masas populares de Europa victimas de una despiadada explotación también promovieron a sus ideólogos. Uno de ellos fue Tomás Münzer (cerca de 1490-1525), destacada personalidad de la “Reforma popular” en el período de la Gran Guerra campesina en Alemania. Tomás Münzer se disoció resueltamente de la Reforma burguesa, de la que era ideólogo Martín Lutero, y formuló un programa político radical: abolición de la propiedad privada, socialización de los bienes, supresión de las diferencias estamentales y del poder público ajeno al pueblo, implantación de la igualdad universal.

La resistencia

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