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Historia De Argentina

IronJoe9011 de Noviembre de 2012

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Las trasformaciones de la Argentina (década 1880 – 1990)

Los primeros pasos de la trasformación económico-social del país, dados en las primeras décadas que siguieron a Caseros, comprometieron su desarrollo futuro. Los tres grupos poseedores se enriquecían y, al mismo tiempo, parecían abrirse amplias perspectivas para los hombres de trabajo capaces de iniciativas y sacrificio. Y no solo para los nativos. En Europa, los que se habían empobrecido a causa del desarrollo industrial y la falta de tierras, comenzaron a mirar hacia la Argentina vislumbrando en ella una esperanza y gruesos contingentes de peridad. A falta de una política colonizadora, se distribuyeron según sus inclinaciones. El resultado fue que la antigua diferencia entre las regiones interiores y las regiones litorales se acentuaron cada vez más, definiéndose dos argentinas, criolla una y cosmopolita la otra. En esta última se poblaron campos de chacareros, pero sobre todo crecieron las ciudades, a las que los nuevos y los antiguos ricos dotaron de los signos de la civilización vista en el espejo de París: anchas avenidas, teatros, monumentos, hermosos jardines y barrios aristocráticos donde no faltaban suntuosas residencias.

Pero la riqueza no se distribuyo equitativamente. Con el mismo esfuerzo de los que prosperaron, otros envejecieron en los duros trabajos del campo sin llegar adquirir un pedazo de tierra o se incorporaron a los grupos marginales de las ciudades para arrastrar su fracaso. La sociedad argentina, por las diversidad de sus elementos, comenzó a parecer un aluvión alimentado por torrentes diversos, que mezclaban sus aguas sin saber hacia que cause se dirigían.

A medida que se constituían ese impreciso sector de inmigrantes y de hijos de inmigrantes, la clase dirigente criolla comenzó a considerarse como una aristocracia, a hablar de su estirpe y a acrecentar los privilegios que la prosperidad le otorgaba sin mucho esfuerzo. Desapareció al humilde inmigrante que venía de los países pobres de Europa, precisamente cuando se sometía sin vacilaciones a la influencia de los países europeos más ricos y orgullosos. De ellos aprendió las reglas de la high-life, la preferencia por los poetas franceses y la admiración por el impecable corte inglés de la solemne levita que acreditaba su posición social. Y de ello recibió también cierto repertorio de ideas sobre la economía y la política que los ministros y los parlamentarios expusieron brillantemente en memorables discursos que recordaban a los Gladstone o de Ferry. Era una imitación inevitable, porque la Argentina se había incorporado, definitivamente al ámbito de la economía europea, cuya expansión requería nuestras materias primas y nos imponía su manufactura. Pero como Europa ofrecía también el contingente humano de sus excedentes de población, las clases medias y hasta las clases populares comenzaron a caracterizarse por nuevas costumbres y nuevas ideas que desalojaban la tradición nativa.

También fue inevitable que el país sufriera las consecuencias de los conflictos económicos y políticos en que se sumió Europa. Gran Bretaña invirtió grandes capitales y considero que, automáticamente, nuestros mercados le pertenecían, no vacilando en exigir, con tanta elegancia como energía, que se mantuviera fielmente esa dependencia. La Argentina fue neutral en las grandes contiendas europeas, y gracias a ello abundaron las provisiones en los países aliados. Mientras hubo guerra surgió en el país una industria de remplazo, pero al llegar la paz, los países que lo proveían de manufacturas trabajaron por recuperar sus mercados, ocasionándose entonces graves trastornos económicos y sociales. Y la Argentina pago el tributo de fuertes conmociones internas que no solo reflejaban su propia crisis, sino también la de los países europeos.

Solo después de esas duras experiencias comenzó a advertirse que el país tenía vastos recursos que abrían nuevas posibilidades: el petróleo, las minas de carbón y de hierro, las viejas industrias del vino, del azúcar y de los tejidos y otras nuevas que comenzaban a desenvolverse. Los empresarios descubrieron las excelentes condiciones del obrero industrial argentino y las universidades comenzaron a ofrecer técnicos bien preparados. Todo favorecía un nuevo cambio, excepto la dura resistencia de las estructuras tradicionales, tanto económicas como ideológicas.

Conservadorismo y radicalismo fueron la expresión de la actitud política de los grupos fundamentalistas del país: el primero represento a los poseedores de la tierra y el segundo las clases medias en ascenso, deseosas de ingresar a los círculos de poder y a las satisfacciones de la prosperidad. El socialismo aglutino a los obreros de las ciudades y, en ocasiones, atrajo a una pequeña clase media en busca de trabajo y altos jornales, crearon una nueva posibilidad de política que convulsiono el orden tradicional.

El país conoció otras opciones: entre católicos y liberales, entre partidarios de los aliados y partidarios del eje Roma-Berlín, entre simpatizantes de los Estados Unidos y adversarios de su influencia en la América Latina. Esas opciones provocaron conflictos que, en parte, contribuyeron a esclarecer las opciones.

En el seno de una sociedad heterogénea y entre el fragor de la lucha entre los opuestos, se hace poco a poco una Argentina que busca su ordenamiento económico-social y una fisionomía que exprese su espíritu.

(Romero, Historia de la Argentina, 1971, págs. 61-62 )

Fase 1. La Modernización y El Flujo de Inmigrantes

(1880-1916)

Desde que Julio A. Roca llego al poder en 1880, las minorías dominantes dieron por terminadas sus rencillas internas y aceptaron el plan que el Presidente consigno en dos palabras: “Paz y Administración”. De acuerdo con el evitaron los conflictos políticos mediante prudentes acuerdos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada. Las ocasiones fueron tantas que desataron en muchos una inmoderada codicia y muy pronto las minorías adquirieron el aire de una oligarquía preocupada tan solo por sus intereses y privilegios.

(Romero, Historia de la Argentina , 1971, pág. 63)

Argentina creció prodigiosamente en población, en riqueza y en otros aspectos, y asumió su disposición moderna. Casi toda la red ferroviaria actual, aun la más grande en Hispanoamérica y la séptima por sus dimensiones en el mundo, fue tendida durante este periodo. Su economía colonial fue trasformada por medio de la expansión de la agricultura comercializada, y al final del periodo era una de las exportadoras de cereales y de carne más grande del mundo. Su composición étnica se revoluciono por un flujo constante de inmigración, sobre todo de Italia y de España.

“El período de 1890 a 1900”

La exportación de trigo, que en 1888 ascendió a 179.000 toneladas, aumentó hasta 1.608.000 toneladas en 1894. La producción, cuyo total fue de 845.000 toneladas en 1891, subió hasta 2.138.000 en 1894." En el sector urbano la situación era diferente. Como resultado del descenso de las importaciones, la construcción de la red ferroviaria, que continuó durante todo el periodo 1890-1892 debido a los trabajos empezados a finales del decenio de 1880, quedó casi paralizada después de 1893. Ésta quedó virtualmente interrumpida durante la mayor parte del decenio y no comenzó a recuperarse hasta las postrimerías del periodo. Sin embargo, aumentó de los 11.700 kilómetros de vías de 1891 a 16.700 kilómetros en 1900; y las mercancías transportadas aumentaron de 4,6 millones de toneladas en 1891 a 12,6 millones en 1901.

Mientras que el sector privado de la construcción, que no dependía tanto de los inputs importados, siguió en expansión a pesar de la crisis, con el consiguiente alivio para el desempleo urbano, las obras públicas, como en el caso de los ferrocarriles, sufrieron una baja.

A partir de 1893, el gobierno restringió la oferta monetaria. Entre 1893 y 1899, como hemos visto, disminuyó el dinero en circulación. El ratio entre los billetes y las monedas en circulación y las exportaciones (si éstas se toman como representantes del crecimiento de la actividad económica), dado que no hay datos sobre el producto interior bruto, descendió del 2,43 en 1890 al 1,59 en 1899, es decir, un descenso del 79 por 100. A partir de 1895, el peso papel experimentó un proceso de revalorización. Sin embargo, esta situación tuvo un efecto desfavorable para los exportadores y para los productores agrícolas, que trataron de detener la progresiva revalorización del peso. Debido a ello en 1899 se llevó a cabo una reforma monetaria y hubo un retorno al patrón oro.

Mientras tanto, el gasto público, que había descendido de 55,8 millones de pesos oro en 1889 a 33,6 millones en 1891, permaneció por debajo de los 50 millones hasta 1895. Después de esta fecha empezó a subir de nuevo y alcanzó los 69,6 millones en 1900.

(Leslie, 2002, pág. 33)

Por medio de una sucesión de cambios personales e institucionales y maniobras políticas gubernamentales, Roca, determinaría el curso de la política gubernamental durante la mayor parte de los dos decenios siguientes. Esto involucro, no solamente la continuación de la oligarquía en el poder, sino también un retorno a la sana política de desarrollo de los años anteriores y al mantenimiento de las buenas relaciones con centros europeos de inversión de capital, allanando así el camino para el mayor salto hacia delante de la Argentina, que tuvo lugar en el primer decenio del siglo XX.

Fase 2. Republica Radical

(1916-1930)

El radicalismo,

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