ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Historia Mundial Economica

charlicela26 de Noviembre de 2012

3.372 Palabras (14 Páginas)711 Visitas

Página 1 de 14

TEMA 5: LA DIFUSIÓN DE LA INDUSTRIALIZACIÓN

Modelos de desarrollo económico

El siglo XIX quedó marcado por dos fenómenos tan importantes como generales: la difusión de la industrialización y el crecimiento de los intercambios; ambos estrechamente relacionados. El proceso de industrialización puede considerarse para este período mayoritariamente europeo: la llama de la industrialización generada en Gran Bretaña prendió en algunos países continentales, aunque con diferente intensidad y cronología. Pero el fenómeno pronto desbordaría los límites europeos, y en las últimas décadas el proceso se extendería a Ultramar, con dos casos tan diferentes como relevantes: Estados Unidos y Japón; ambos países llegarían a ser potencias industriales líderes.

Bélgica. El país que a partir de 1830 se convirtió en Reino de Bélgica (de 1795 a 1814 había estado incorporado a Francia, y de 1814 a 1830 a los Países Bajos) fue la primera región europea en adoptar el modelo de industrialización británico. Varias causas explican que se industrializara con prontitud: 1- Su proximidad a Gran Bretaña y el consiguiente trasvase de información y tecnología. 2- La larga tradición industrial de la región (Flandes fue un importante centro de manufactura textil desde la Edad Media). 3- La disponibilidad de buenos y abundantes recursos naturales (buenos yacimientos de carbón, hierro, plomo y zinc), lo que le permitió desarrollar la siderurgia, pero también la metalurgia de plomo y zinc, metales con una demanda creciente; fueron, prácticamente, los creadores de la moderna industria del zinc, y belgas fueron los impulsores de la industria asturiana del zinc. 4- Por su situación, tradición y relaciones, Bélgica fue receptora de importantes contribuciones de tecnología, empresariado y capitales, siendo el paradigma el inglés William Cockerill, que fundó una gran empresa siderúrgica que llegó a nuestros días

Del arraigo de la tecnología es buena muestra que en el siglo XVIII ya funcionaban en el país numerosas bombas de vapor. Más tarde, y vinculada a la fábrica de artillería de Lieja, se formó una prestigiosa escuela de ingenieros. Hacia 1840 Bélgica era el país más industrializado de Europa continental, y aunque a lo largo del siglo fue superada por otras naciones, mantuvo su liderazgo en términos relativos (en 1914 la de mayor producción industrial per cápita, después de Gran Bretaña). Carbón, acero, plomo, zinc, textil, industria química (la fabricación de sosa por el procedimiento Solvay fue una revolución), ingeniería y construcción de tranvías y trenes eléctricos, fueron sus puntos fuertes

Francia. El modelo de crecimiento industrial francés ha sido considerado anómalo, y varias circunstancias así parecen confirmarlo. En primer lugar, mientras Gran Bretaña avanzaba en su revolución industrial, Francia se debatía en una revolución social y en una serie de guerras que la llevarían por un camino muy distinto. En segundo lugar, el crecimiento demográfico francés fue muy bajo a lo largo de todo el siglo XIX, condicionado por bajas tasas de natalidad. Tampoco experimentó Francia una revolución agrícola, y sólo en la segunda mitad del siglo se produjo un incremento de la producción y productividad significativo. Finalmente, Francia no disponía de un subsuelo rico en carbón, viéndose obligada a importar un tercio de su consumo (para compensar esa escasez, Francia desarrollo la energía hidráulica: hacia 1860 las cascadas y saltos de agua le proporcionaban el doble de potencia que las máquinas de vapor).

Las circunstancias citadas -revolución social con su secuela de consolidación de pequeños y medianos propietarios, bajo crecimiento demográfico, retraso agrario, limitaciones de carbón- contribuirían a formar una estructura empresarial caracterizada por firmas de pequeño tamaño y dispersas geográficamente. Por otra parte, la baja densidad de población determinó un lento crecimiento urbano y un reducido tamaño del mercado interior, lo que incidiría en la misma dirección. En cualquier caso, debe quedar claro que crecimiento anómalo no quiere decir pequeño. Cuando algunas magnitudes como el PIB se expresan en términos per cápita, el caso francés es perfectamente comparable al de otros países, y así, a la altura de 1913 “el francés medio disfrutó de un nivel de vida tan alto o más que cualquier otro ciudadano de la Europa continental” (R. Cameron).

Alemania fue “el último de los primeros” países en industrializarse. A comienzos del siglo XIX, lo que denominamos Alemania era un conjunto de estados independientes y mal comunicados, cuyas reducidas dimensiones y multitud de fronteras obstaculizaban los intercambios e impedían el progreso económico; de modo que podía considerarse un país pobre y atrasado. Cien años después, hacia 1913, el Imperio Alemán era la nación más poderosa de Europa. Entre ambas fechas se produjo un rápido desarrollo con la siguiente cronología y particularidades:

1. En 1833 se formó el Zollverein (Unión Aduanera), que consistió en la formación de una especie de “mercado común” alemán: se suprimieron todas las fronteras y tarifas aduaneras internas, creándose un arancel exterior común. Fue, además, un instrumento decisivo para la posterior unificación política.

2. La supresión de fronteras permitió el tendido de vías férreas, cuya expansión fue más rápida que la francesa. Los eslabonamientos del ferrocarril hacia delante (facilitando los desplazamientos de personas y mercancías) y hacia atrás (demandando materiales para su construcción y funcionamiento) permitieron fijar los cimientos de la industria alemana, que se benefició de una fuerte afluencia de capital y tecnología extranjeras.

3. A partir de 1870, el fuerte crecimiento de la producción carbonífera de la cuenca del Ruhr impulsó las industrias química y siderúrgica. La aplicación del procedimiento Thomas-Gilchrist hacia 1880, que permitía consumir el mineral de hierro fosfórico de La Lorena produjo un impresionante impulso siderúrgico, haciendo que en 1885 la producción de acero superase a la británica. La industria química creció velozmente, al calor de la fuerte demanda de ácido sulfúrico, colorantes, fertilizantes, productos farmacéuticos…, y la eléctrica con mayor intensidad aún, impulsada por la rápida urbanización.

La estructura empresarial alemana se caracterizó por su gran tamaño e integración vertical y por la existencia de carteles (acuerdos entre empresas para fijar precios, repartirse mercados, limitar la producción… en definitiva, restringir la competencia). Fue destacable también la vinculación de las empresas industriales con los grupos financieros.

Estados Unidos, que comenzó su historia como país independiente en 1787, experimentó a lo largo del siglo XIX un espectacular crecimiento económico, hasta el punto que en 1890 se había convertido ya en la primera nación industrial del mundo. Los rasgos más característicos de su crecimiento fueron los siguientes:

1. Una población en constante crecimiento, que pasó de menos de 4 millones de habitantes en 1790 a 40 millones en 1870 y a más de 100 en 1915. EE. UU. fue el destino de la mayor parte de los emigrantes europeos (25 millones de inmigrantes netos entre 1820 y 1920), con un ritmo que se fue acelerando en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX. Pero, con ser importante la inmigración, lo fue más el fortísimo crecimiento natural, consecuencia de una tasa de natalidad por encima del 30 por 1000.

2. Un continuo movimiento hacia el Oeste, fruto de una expansión territorial conseguida por la fuerza de la colonización, la usurpación o la compra que, además de incorporar nuevos recursos influyó en la creación de una conciencia colectiva “de frontera”

3. La renta y la riqueza crecieron todavía más rápidamente que la población, y la abundancia de recursos (ampliados sucesivamente por una frontera flexible) fue de tal magnitud que, a pesar del gran crecimiento demográfico, se produjo una persistente escasez de mano de obra.

4. La relativa escasez de mano de obra y su alto costo produjeron un rápido progreso tecnológico, buscando máquinas ahorradoras de trabajo. En la agricultura, la mecanización aportaba escasos rendimientos por unidad de superficie (recurso abundante) pero elevados por trabajador (recurso escaso). En la industria, la producción en cadena de mercancías standard de piezas intercambiables dio lugar al conocido como “sistema americano”, de elevada productividad por trabajador.

5. La existencia de un inagotable mercado interior era la condición que faltaba para desarrollar el sistema americano, y gracias a ello se hizo posible la producción en grandes series de objetos de amplio consumo como segadoras, armas, máquinas de coser, bicicletas, máquinas de escribir,… con la consiguiente reducción del precio unitario.

6. En un país tan grande, las comunicaciones resultaron decisivas, y si bien en las primeras décadas del siglo XIX se acometió un proceso de construcción de canales para facilitar la comunicación con el interior, la llegada del ferrocarril lo detuvo. Hacia 1840 la longitud de vías férreas era mayor que la de toda Europa, y así continuaría siendo durante casi todo el siglo. Como sabemos, el ferrocarril, además de medio de transporte que facilita y abarata las comunicaciones, es una fuente de demanda de materiales diversos, lo que supone un gran estímulo para multitud de industrias y especialmente para la siderurgia.

Japón fue la primera nación “no occidental” en experimentar el crecimiento industrial. Su política de aislamiento frente al

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (22 Kb)
Leer 13 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com