Popularidad Del Magisterio
bonni26 de Junio de 2012
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POPULARIDAD DEL MAGISTERIO
HOMBRES Y MUJERES QUIEREN ENCEÑAR
Desde los inicios del régimen porfiriano se hizo hincapié en la necesidad de formar maestros. Hasta entonces, prácticamente no existía esta profesión, de tal manera que las personas que medianamente sabían leer, escribir y contar, se empleaban como perceptores. También era común que las personas no podían ganarse la vida de otra manera abrieran su propia escuela:
Entonces el estudiante destripado, el abogado sin negocios, el ingeniero sin ingenio, la viuda desolada, la anciana achacosa y la beata paupérrima, creían que lo mas fácil y adecuado para acabar bursátiles penurias era abrir una escuela y hacer deletrear a los niños el silabario de San Miguel y hacerles pintar palote y trazar malos garrapatos.
Esta era posible porque el plan de estudios era muy reducido; tan solo comprendía lectura, escritura y algo de aritmética y, además, no habiendo Normal, se tenia que emplear a maestros empíricos. Posteriormente, los ramos de instrucción aumentaron y se pensó que no era suficiente solo conocerlos, sino que era indispensable enseñar a enseñar. La misión de los maestros no solo era inculcar conocimientos a los alumnos, sino educarlos, esto es, ver por el desarrollo integral del niño en sus partes físicas, moral e intelectual. La pedagogía empezó a estar de moda y se pensó que la profesión de maestro era la mas difícil porque su ejercicio no afectaba tan solo a un reducido número de individuos, “sino a la familia, a la sociedad, a la patria, a la humanidad entera; y los daños causados por una mala educación son por lo general irreparables, de mayor trascendencia social y no de tan fácil conocimiento como los ocasionados por la impericia de un médico, de un abogado, un ingeniero, etc.”.
En 1879 se había fundado en el Distrito Federal dos academias de profesores, predecesora de la Normal y modelo para el resto del país, cuyo objeto había sido “uniformar la enseñanza de todas las escuelas nacionales primarias y mejorar en ella la instrucción en el sentido que exigen los adelantos modernos”. En años anteriores habían surgido otras normales como las de San Luis Potosí, Guadalajara, Puebla y Nuevo León. Sin embargo, la primera escuela reformista surgió en Xalapa en 1885 y ha sido considerada como la “gran cruzada normalista” en el país. Aquí, Rébsamen planeo y organizo la primera institución que debía preparar maestros “en forma moderna”; básicamente cursos de pedagogía y la acertada combinación de la teoría con la práctica. La función de la Normal capitalina al año siguiente fue importante no por si originalidad sino por su carácter federal y nacional, por lo que seria una copia, a veces idéntica, en los demás estados de la republica.
Desde que Joaquín Baranda tomó posesión del cargo de secretario de Justicia e Instrucción Pública, en septiembre de 1882, manifestó que “el pensamiento dominante del gobierno” había sido y era “el de la fundación de una Escuela Normal para crear, enaltecer y recompensar dignamente al magisterio”. Acordó entonces, con el presidente Manuel González, que el periodista, escritor y maestro Ignacio Altamirano, cuya trayectoria en materia educativa era bien conocida, formara un proyecto de organización de la Escuela Normal de Profesores. Basándose en “la legislación escolar de todos los países civilizados” y en libros adquiridos tanto en México como en Europa, presentó el proyecto tres años después. Dicho proyecto se sometió a discusión y una vez revisado se dio lugar al reglamento del 2 de octubre de 1886, en virtud del cual se establecieron los estudios normalistas.
En le otro discurso inaugural de la Escuela Normal para Profesores, el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, enaltecía la función del maestro, quien, como el sacerdote, era el apóstol de la religión del saber:
Al tratar de crear la escuela, surge en el acto la necesidad de formar al maestro. Como al establecer el templo se piensa en el sacerdote; como al fundar la religión se cuenta con el apóstol; como para hacer la propaganda es indispensable el misionero; así para levantar los institutos de instrucción primaria a la altura de su objeto trascendental, ha sido necesario pensar en el maestro de escuela, que es el sacerdote, el apóstol de la religión del saber, el misionero que derrama en terreno fértil y virgen las semillas del árbol de las ciencias, a cuya sombra pueden llegar las naciones a hacer verdaderamente libres y felices.
Proudhon afirmaba que “Democracia es demopedia”, es decir, instrucción y enseñanza de todos los días y de todos los grados, y Baranda agregaba: “Este es el credo de nuestro sistema de gobierno. No hay que olvidarlo; la democracia tiene que levantarse sobre la escuela primaria y la escuela primaria tiene que ser hija de la Escuela Normal”.
La escuela normal representaba el nivel educativo mas importante pues, como su nombre indicaba, “sirve de norma y da la regla a que debe ajustarse la enseñanza; es la escuela matriz o central de las que se derivan las demás escuelas”. “ Enseñar a enseñar. Este es el programa de las escuelas normales”.
Además exhortaba a todos los estados de la republica a que abrieran sus propias escuelas normales sin importar el capital necesario, pues para la educación:
… la republica será como siempre, generosa y hasta prodiga, para completar la obra de su regeneración; y la iniciativa del gobierno general será secundada por los gobiernos locales, por los municipios, por todos los mexicanos sin distinción de creencias ni de opiniones, porque a la causa común de la enseñanza hay que sacrificarlo todo con doble anegación…
El reglamento estipula que para ser alumno de la Escuela Normal se necesitaba tener 14 años cumplidos; la carrera debía durar 4 años basándose en los programas y textos aprobados por el Ministerio de Justicia E Instrucción Publica. Había dos categorías de alumnos: los pensionados (que podrían ser hasta 80) y los no pensionados. Los primeros se comprometían anua ves concluida la carrera, a enseñar durante 3 años en distintas escuelas, ya fuera del distrito federal o en los territorios de Tepito y baja california. Para la practica de introducción se establecían dos escuelas anexas: una de párvulos para niños y niñas de 4 a 7 años de edad y otra de instrucción primaria para niños de 7 a 14 años de edad.
La dirección de la Escuela Normal para Profesores fue confiada al licenciado Miguel Serrano, la de primaria anexa a Enrique Laubcher y la de la escuela de párvulos a Matiana Murguía. Los primeros maestros fueron Ignacio Altamirano, quien dio lectura superior e historia; Manuel Contreras, que impartía matemáticas; Miguel Schultz en la catedra de geografía, etc.
El plan de estudios fue muy ambicioso, pues se establecieron 14 materias para primer año del normalista, 13 para segundo y 11 para tercero y cuarto; además el orden de las asignaturas fue antipedagógico, pues en el primer año, por ejemplo, se estudiaban simultáneamente aritmética, algebra, geometría, mecánica y cosmografía. Ante esta dificultad, al año siguiente el director del plantel trato de cambiar el plan de estudios pero no tubo éxito. El elenco de materias de la primaria anexa adoleció del mismo problema; hubo un recargo de materias en pocos años. Ambos proyectos se concibieron con el objeto de formar buenos maestros en el menor número de años, pero esto no fue posible. La escuela tuvo el mismo problema que la de Francia: se inclino en demasía al desarrollo de un plan científico en detrimento de una buena preparación pedagógica de los maestros. Otro desacierto consistió en haber establecido en la normal la escuela de párvulos, cuando debían ser las mujeres quienes educaban a los niños como posteriormente se dispuso.
LA IGUALDAD FEMENINA
La Escuela Secundaria para Niñas creada en 1869 tenia algunas materias que preparaban a la mujer para ser maestra. Cuando se reformo el plan de estudios en 1878, aumentaron las asignaturas y con ellas las posibilidades de formación femenina. Con seis años de estudio se podía ser maestra, pero también empleada en los distintos centros comerciales e industriales que surgían en ese México que prosperaba; en las tintorerías, en las galvanoplastias, en las destiladoras, etc. El plan de estudios, acorde con la época de influencia positivista, tenía una base científica. Las matemáticas recibieron atención especial y aparecieron la física, la cosmografía, la química y la mecánica. En suma, era una especie de secundaria y preparatoria. Con el tiempo algunas egresadas de esta escuela fueron telegrafistas y podían enseñar tanto en las escuelas primarias como en las secundarias.
Después de la fundación de la Escuela Normal para Profesores se considero la idea de crear una escuela de mujeres del mismo rango. Se decidió nombrar una comisión formada por los señores Miguel Serrano, futuro director de la escuela, Julio Zarate y Manuel Peredo. El primero emprendió un viaje a Estados Unidos con el fin de estudiar las escuelas normales. Dicha comisión presento su informe a fines de 1887 y para mediados del año siguiente el congreso autorizo transformar la secundaria en normal para profesoras, la cual empezó a funcionar en febrero de 1890.
El día de la inauguración, el 1° de febrero de ese año el director exhortaba a la mujer para que cooperara con el hombre a la “consecución del progreso”. Conquistando su bienestar individual, su papel en el mundo era trascendente. Había logrado, por fin, la igualdad:
…este siglo dará a la mujer por medio de la instrucción, la igualdad. Para ascender a esa cima, el Gobierno
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