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La Popularidad Del Magisterio

gracielaortegaco22 de Mayo de 2013

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La popularidad del magisterio

Mílada Bazant

Hombres y mujeres quieren trabajar

Desde los inicios del régimen porfiriano se hizo hincapié en la necesidad de formar maestros. Hasta entonces, prácticamente no existía esta profesión, de tal manera que las personas que medianamente sabían leer, escribir y contar, se empleaban como preceptores. También era común que las personas que no podían ganarse la vida de otra manera abrieran su propia escuela:

Entonces el estudiante destripado, el abogado sin negocios, el ingeniero sin ingenio, la viuda desolada, la anciana achacosa y la beata paupérrima, creían que lo más fácil y adecuado para acabar bursátiles penurias era abrir una escuela y hacer deletrear a los niños el silabario de San Miguel y hacerles pintar palote y trazar malos garrapatos.1

Esto era posible porque el plan de estudios era muy reducido; tan sólo comprendía lectura, escritura y algo de aritmética y, además, no habiendo Normal, se tenía que emplear a maestros empíricos.2 Posteriormente, los ramos de instrucción aumentaron y se pensó que no era suficiente sólo conocerlos, sino que era indispensable enseñar a enseñar. La misión de los maestros no sólo era inculcar conocimientos a los alumnos, sino educarlos, esto es, ver por el desarrollo integral del niño en sus partes física, moral e intelectual. La pedagogía empezó a estar de moda y se pensó que la profesión de maestro era la más difícil porque su ejercicio no afectaba tan sólo a un reducido número de individuos, "sino a la familia, a la sociedad, a la patria, a la humanidad entera; y los daños causados por una mala educación son por lo general irreparables, de mayor trascendencia social y no de tan fácil conocimiento como los ocasionados por la impericia de un médico, de un abogado, un ingeniero, etc."

En 1879 se habían fundado en el Distrito Federal dos academias de profesores, predecesora de la Normal y modelo para el resto del país, cuyo objeto había sido "uniformar la enseñanza de todas las escuelas nacionales primarias y mejorar en ellas la instrucción en el sentido que exigen los adelantos modernos". En años anteriores habían surgido otras normales como las de San Luis Potosí,

1 Intervención de Cisneros Cámara, representante de Yucatán, Segundo Congreso, 1891, p. 190.

2 Durante muchos años, por falta de maestros, se empleó en las escuelas el sistema Lancaster. En 1890 el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, suprimió la Compañía Lancasteriana y las escuelas que estaban a su cargo, las hizo nacionales.

Guadalajara, Puebla y Nuevo León. Sin embargo, la primera escuela reformista surgió en Xalapa en 1885 y ha sido considerada como la "gran cruzada normalista" en el país. Aquí, Rébsamen planeó y organizó la primera institución que debía preparar maestros "en forma moderna"; básicamente cursos de pedagogía y la acertada combinación de la teoría con la práctica. La fundación de la Normal capitalina al año siguiente fue importante no por su originalidad sino por su carácter federal y nacional, por lo que sería una copia, a veces idéntica, en los demás estados de la república.

Desde que Joaquín Baranda tomó posesión del cargo de secretario de Justicia e Instrucción Pública, en septiembre de 1882, manifestó que "el pensamiento dominante del gobierno" había sido y era "el de la fundación de una Escuela Normal para crear, enaltecer y recompensar dignamente al magisterio". Acordó entonces, con el presidente Manuel González, que el periodista, escritor y maestro Ignacio Altamirano, cuya trayectoria en materia educativa era bien conocida, formulara un proyecto de organización de la Escuela Normal de Profesores. Basándose en "la legislación escolar de todos los países civilizados" y en libros adquiridos tanto en México como en Europa, presentó el proyecto tres años después. Dicho proyecto se sometió a discusión y una vez revisado se dio lugar al reglamento del 2 de octubre de 1886, en virtud del cual se establecieron los estudios normalistas.

En el discurso inaugural de la Escuela Normal para Profesores, el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, enaltecía la función del maestro, quien, como el sacerdote, era el apóstol de la religión del saber:

Al tratar de crear la escuela, surge en el acto la necesidad de formar al maestro. Como al establecer el templo se piensa en el sacerdote; como al fundar la religión se cuenta con el apóstol; como para hacer la propaganda es indispensable el misionero; así para levantar los institutos de instrucción primaria a la altura de su objeto trascendental, ha sido necesario pensar en el maestro de escuela, que es el sacerdote, el apóstol de la religión del saber, el misionero que derrama en terreno fértil y virgen las semillas del árbol de la ciencia, a cuya sombra pueden llegar las naciones a ser verdaderamente libres y felices.

Proudhon afirmaba que "Democracia es demopedia", es decir, instrucción y enseñanza de todos los días y de todos los grados, y Baranda agregaba: "Este es el credo de nuestro sistema de gobierno. No hay que olvidarlo: la democracia tiene que levantarse sobre la escuela primaria y la escuela primaria tiene que ser hija de la Escuela Normal".

La Escuela Normal representaba el nivel educativo más importante pues, como su nombre lo indicaba, "sirve de norma y da la regla a que debe ajustarse la enseñanza; es la escuela matriz o central de las que se derivan las demás escuelas".

"Enseñar a enseñar. Este es el programa de las escuelas normales".

Además exhortaba a todos los estados de la república a que abrieran sus propias escuelas normales sin importar el capital necesario, pues para la educación

...La república será como siempre, generosa y hasta pródiga, para completar la obra de su regeneración; y la iniciativa del gobierno federal será secundada por los gobiernos locales, por los municipios, por todos los mexicanos sin distinción de creencias ni de opiniones, porque a la causa común de la enseñanza hay que sacrificarlo todo con noble abnegación...3

El reglamento estipulaba que para ser alumno de la Escuela Normal se necesitaba tener 14 años cumplidos; la carrera debía durar cuatro años basándose en los programas y textos aprobados por el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Había dos categorías de alumnos: los pensionados (que podrían ser hasta ochenta) y los no pensionados. Los primeros se comprometían, una vez concluida la carrera, a enseñar durante tres años en distintas escuelas, ya fuera del Distrito Federal o en los territorios de Tepic y Baja California. Para la práctica de la instrucción se establecían dos escuelas anexas: una de párvulos para niños y niñas de cuatro a siete años de edad y otra de instrucción primaria para niños de siete a catorce años de edad.

La dirección de la Escuela Normal para Profesores fue confiada al licenciado Miguel Serrano, la de primaria anexa a Enrique Laubcher y la de la escuela de párvulos a Matiana Murguía. Los primeros maestros fueron los ilustres Ignacio Altamirano, quien dio lectura superior e historia; Manuel Contreras, que impartía matemáticas; Miguel Schultz en la cátedra de geografía, etcétera.

El plan de estudios (véase el anexo 2) fue muy ambicioso, pues se establecieron 14 materias para primer año de normalista, 13 para segundo y 11 para tercero y cuarto; además el orden de las asignaturas fue antipe- dagógico, pues en el primer año, por ejemplo, se estudiaban simultánea- mente aritmética, álgebra, geometría, mecánica y cosmografía. Ante esta dificultad, al año siguiente el director del plantel trató de cambiar el plan de estudios pero no tuvo éxito. El elenco de materias de la primaria anexa adoleció del mismo problema; hubo un recargo de materias en pocos años. Ambos proyectos se concibieron con el objeto de formar buenos maestros en el menor número de años, pero esto no fue posible. La escuela tuvo el mismo problema que la de Francia: se inclinó en demasía al desarrollo de un plan científico en detrimento de una buena preparación pedagógica de los maestros. Otro desacierto consistió en haber establecido en la Normal la

3 Discurso de Baranda, en León Portilla, 1984, p. 376.

escuela de párvulos, cuando debían ser las mujeres quienes educaran a los niños, como posteriormente se dispuso.

La igualdad femenina

La Escuela Secundaria para Niñas creada en 1869 tenía algunas materias que preparaban a la mujer para ser maestra. Cuando se reformó el plan de estudios en 1878, aumentaron las asignaturas y con ellas las posibilidades de formación femenina. Con seis años de estudio se podía ser maestra, pero también empleada en los distintos centros comerciales e industriales que surgían en ese México que prosperaba; en las tintorerías, en las galvanoplastias, en las destiladoras, etc.

El plan de estudios, acorde con la época de influencia positivista, tenía una base científica. Las matemáticas recibieron atención especial y aparecieron la física, la cosmografía, la química y la mecánica. En suma, era una especie de secundaria y preparatoria. Con el tiempo algunas egresadas de esta escuela fueron telegrafistas y podían enseñar tanto en las escuelas primarias como en las secundarias.

Después de la fundación de la Escuela Normal para Profesores se consideró la idea de crear una escuela de mujeres del mismo ramo. Se decidió nombrar una comisión formada por los señores Miguel Serrano, futuro director de la escuela, Julio Zarate y Manuel Peredo. El primero emprendió un viaje

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