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Primera Carta De Relacion De Hernan Cortes


Enviado por   •  4 de Octubre de 2012  •  2.150 Palabras (9 Páginas)  •  1.272 Visitas

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Evidentemente las Cartas de Relación de Hernán Cortés se inscriben de modo pleno en las crónicas de la conquista, integrándose en los condicionamientos de época a los que acabamos de referirnos. Pero de un modo muy peculiar. En primer lugar, por el propio autor. Cada día parece más necesario acometer desde nuevas perspectivas la dimensión cortesiana y lo que constituye su gran obra: la nueva modelación política del México indígena, que produjo el rescate de México de la frontera oriental, para producir su occidentalización. Es importante destacar la radical condición política de Cortés, afirmando la contingencia de su acción militar. Cortés fue un político, aunque no a la manera en lo que estudia Madariaga en su excelente biografía11 como modelo de astucia y habilidad para hacer frente a las situaciones con las que se iba enfrentando, pues ello supone, prácticamente, su caracterización como oportunista. Más bien, sus dotes de político se aprecian en la prudencia, la previsión, el sentido creador de anticipación, la valoración racional de cuantos detalles pudiesen ser importantes para la obtención del éxito, la acuciante preocupación por el bien de la comunidad a su cargo, la defensa de los intereses individuales, la firme voluntad de lealtad a la Corona, el orden como base para la convivencia; en una palabra, la idea de servicio como núcleo fundamental de la capacidad política cortesiana.

Las Cartas de Relación presentan una estructura lógica que sigue la línea de la empresa cortesiana, pero que no se quedan en la descripción de la acción, sino que dejan ver, unas veces con mayor claridad, otras mucho más crípticamente, una intención, unos objetivos capaces de otorgar virtualidad a un conjunto estratégico de índole política. Por ello de las Cartas de Relación12 se desprende, en cada una de ellas, temas que constituyen el entramado de la argumentación de Cortés ante el destinario de las Cartas, que es el propio Rey Carlos I, ante el cual expone el conquistador un verdadero proyecto de Estado. Hernán Cortés es un hombre de frontera, desde el punto de vista territorial. Como extremeño, natural de Medellín, Cortés vivió una realidad social y territorial que dejó sobre él una honda huella, pues todavía a finales del siglo XV --él nació en 1485-- perviven en territorio extremeño las condiciones vitales impuestas por la larga tradición guerrera contra los musulmanes13 que otorgó a los hombres de aquel territorio un peculiar espíritu de cruzada, del cual el espíritu caballeresco es un reflejo. Pervive, en segundo lugar, la situación creada por el largo y acalorado antagonismo castellano-portugués14 y el aislacionismo que provenía de la burguesía comercial del litoral portugués y andaluz, que dejaba a Extremadura, como un territorio insularizado; por último, confluyen sobre todo el territorio los efectos de la larga guerra civil castellana desencadenada a la muerte de Enrique IV de Trastamara. De modo que, socialmente, pertenece Cortés a una región de disposición permanente de acceso a las armas y así se aprecia, efectivamente, en ciertas instituciones, como la de los caballeros de cuantía15, como ya antes la caballería villana16. Basta comparar estas instituciones con las que habría de establecer Cortés, modificando profundamente el sentido de la encomienda en el señorío para estar en disposición de apreciar la importancia que en los proyectos cortesianos tuvo la tradición territorial de la que provenía. Siempre se ha hablado de la condición social de Cortés como miembro de una familia de hidalgos pobres. La hacienda patrimonial de Cortés ha sido estudiada por Celestino Vega17, su fortuna mobiliaria obtenida en la conquista18, su sentido de la hacienda y del señorío indiano19 y, a la vista de ello debe modificarse el sentido significativo de aquella calificación. Su padre, Martín Cortés, por quien sentía una noble devoción filial como puede advertirse a cada paso en sus Cartas, era originario de Salamanca; su madre, Doña Catalina, era hija del mayordomo de la condesa de Medellín, Diego Altamirano, y de Leonor Sánchez Pizarro. Comparando la renta familiar, con la renta obtenida en la conquista de México, se aprecia un horizonte social, que cristaliza en la titulación concedida a Cortés de marqués del Valle de Oaxaca, con veintitrés mil vasallos. Existe un hecho evidente que prueba el aserto social al que nos referimos. Cuando los Reyes Católicos deciden nombrar, como funcionario de la Corona, gobernador de la isla Española al comendador de Lares Fray Nicolás de Ovando y éste propuso en aquella región enganche para acompañarle en la empresa, ¿quiénes son los que se apuntan entre los vecinos de Medellín? No los mayorazgos poderosos como los Mexia de Prado, los Calderón, los Contreras; sí, en cambio, los Diego Dolarte, Alonso Portocarrero, Hernán Cortés, Gonzalo Sandoval, Andrés de Tapia, Rodrigo de Paz, Pedro Melgarejo, Juan de Sanabria y tantos más. Son aquéllos que se encuentran en necesidad de ascenso y mejora en su condición social y en sus posibilidades económicas; que son, también, los que se encuentran en mejor disposición de comprender los principios rectores de una concreta y específica situación social en cuanto forman parte de una organización institucional que les otorga una concreta formación.

En el caso de Hernán Cortés, además, como consecuencia de sus dos años de estancia en Salamanca, advertimos una formación intelectual universitaria. Los dos años de estancia en esa Universidad que, por entonces, era la luminaria de España, dejaron en Cortés una profunda huella. Cronistas y biógrafos destacan el excelente dominio del latín y el perfecto conocimiento de la técnica jurídica, que revela en sus escritos; la precisión con que cita fórmulas jurídicas, la correcta e inteligente interpretación que hace de ellas, constituyen pruebas evidentes de que aquellos dos años universitarios fueron muy bien aprovechados por su inteligencia despierta y bien formada, su espíritu abierto y sus excepcionales dotes de captación.

En tercer lugar, existe otro aspecto importante en la formación de Hernán Cortés: sus años previos a la conquista de México, de estancia en la isla Española y en la de Cuba. En sus escritos insiste con harta razón en establecer las diferencias que era necesario tener en cuenta, en cuantas instancias políticas y pobladores se estableciesen, entre las islas y la Nueva España. Insiste en evitar caer en los mismos males producidos en los ensayos colonizadores insulares. Se trata de una verdadera obsesión por parte de Cortés, que vivió ciertas experiencias --como las del gobierno impuesto por el gobernador de Cuba Diego Velázquez-- que en modo alguno quiso que se reprodujesen en los territorios del Anahuac. La Nueva España, expresa, es cabalmente nueva porque

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