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Principales tendencias museológicas


Enviado por   •  3 de Abril de 2017  •  Ensayos  •  2.156 Palabras (9 Páginas)  •  297 Visitas

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Universidad Nacional Autónoma de México                                                                     Pau Pibernat Soler

Facultad de Filosofía y Letras                                                                                            Sexto semestre

Colegio de Historia

Gestión y difusión 2017-2

Francisca Hernández, “Principales tendencias del pensamiento museológico”, en Francisca Hernández, Planteamientos teóricos de la museología. Madrid, Ediciones Trea, 2006, pp. 155-200

Principales tendencias del pensamiento museológico

La reconocida arqueóloga y museóloga de la Universidad Complutense de Madrid Francisca Hernández nos muestra en este capítulo perteneciente a su obra Planteamientos teóricos de la museología cómo desde el siglo XIX y a lo largo del XX las tendencias museológicas han protagonizado una evolución caracterizada por un cambio en el elemento central de interés de la institución museística, pasando de ser la colección, el objeto; a ser la sociedad, el público directo e indirecto del museo.

Para evidenciar e ilustrar esta evolución la Dra. Hernández presenta las tres tendencias principales que se han dado en el período temporal mencionado. En primer lugar, realiza una definición sintética de la museología tradicional, el surgimiento de la cual lo encontramos en el contexto positivista y nacionalista característico del siglo XIX. En este momento, no existió aún una profunda reflexión sobre los museos ni un verdadero planteamiento global sobre los objetivos y la misión que las instituciones museísticas debían desempeñar. Sin embargo, la mayoría de museos tuvieron un conjunto de características compartidas que marcaron el camino seguido durante todo el siglo XIX y gran parte de la posterior centuria.

La museología tradicional se centró fundamentalmente en el objeto y el estudio de éste por parte de museólogos y conservadores, negando al público la capacidad de participación e interacción con las colecciones, es decir, convirtiendo al visitante en un actor pasivo de la experiencia museística. De este modo, se focalizó el interés en el cuidado, estudio y exposición de las colecciones por parte de un relativamente reducido grupo de especialistas internos de la institución museística que fueron concebidos como los únicos legítimamente capaces de acceder de forma activa a los objetos museísticos, creando así una suerte de monopolio del estudio y conformación de los proyectos expositivos además de un enfoque monodisciplinar dentro del propio museo.

Asimismo, el museo tradicional conjuntó otras características que lo definieron como institución. En cuanto al espacio físico, se vio limitado por el edificio, que era concebido como un mero continente de las colecciones; hermético, inflexible y estático. En lo referente a la organización institucional, el museo tradicional se caracterizó por una estructura centralizada en la cual persistió una jerarquía perfectamente definida e inmóvil mediante la cual se regían todas las actividades museísticas. Además, el hecho de que la financiación proviniera exclusivamente del Estado, supuso la existencia de claras limitaciones en el discurso y práctica del museo ya que, éste servía a intereses hegemónicos y particulares de las élites gubernamentales. De este modo, el museo se convirtió en un espacio elitista el cual, aunque pudiera acceder todo el conjunto de la población, sólo podía ser comprendido y disfrutado en su totalidad por un relativamente reducido grupo de especialistas e intelectuales. En último lugar, mencionar el menor o nulo interés por la función educativa del museo. La museología tradicional no concebía el papel educativo de los museos como una prioridad y, por lo tanto, éste quedó relegado a un segundo plano hasta que la nueva museología lo recuperó y lo posicionó como uno de los elementos centrales de las actividades que deben ser desarrolladas por el museo.

La segunda tendencia museológica que presenta la autora es la conocida como museología marxista-leninista. Ésta debe ser concebida como una rama de la museología tradicional en la que encontramos la gran mayoría de los elementos característicos de los museos tradicionales pero adaptados a la ideología comunista y/o socialista. De algún modo, el énfasis en el papel protagonista del pueblo como actor y receptor de la oferta museística puede llevar a pensar que esta tendencia supuso un primer momento de conformación de la nueva museología; sin embargo, hay que tener presente la fuerte incidencia del Estado en la institución museística y la construcción exclusiva del discurso museístico por parte de éste. Por este motivo, la museología marxista-leninista tuvo un carácter totalmente centralizado y su función social motivada de forma más clara por los objetivos políticos y la necesidad de adoctrinamiento del pueblo en las premisas comunistas que por una verdadera educación e inserción del pueblo en la construcción de la realidad sociocultural vigente.

Pasemos ahora al análisis que desarrolla Francisca Hernández sobre la nueva museología, originada con el surgimiento de la condición posmoderna de la ciencia, la cual “será la que cree unas condiciones más favorables para la museología”[1]. En el origen de esta nueva tendencia – que está aún vigente en nuestros días y sigue evolucionando de forma constante – encontramos también la figura de los ecomuseos, concebidos por Henri Riviére como “un instrumento que el poder político y la población conciben, fabrican y explotan conjuntamente”[2]. Este nuevo concepto, además de posicionar a la población en un primer plano,  permite extender las fronteras físicas y mentales de la museología hacia un horizonte mucho más amplio ya que, el edificio físico deja de ser un limitante y el objeto de museo pierde el monopolio en la concepción general del patrimonio[3]. 

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