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Profundas contradicciones separaban el Tercer Estado de las clases privilegiadas


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  1.208 Palabras (5 Páginas)  •  111 Visitas

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Profundas contradicciones separaban el Tercer Estado de las clases privilegiadas, el clero y la nobleza, que eran el baluarte del régimen feudal absoluto. El Tercer Estado constituía aproximadamente el 99% de la población de Francia, carecía de derechos políticos y dependía de las dos clases privilegiadas y del poder autócrata del rey. A fines del siglo XVIII, al alcanzar el capitalismo en Francia cierto nivel de desarrollo, dentro de la denominación única medieval del Tercer Estado estaban incluidos grupos de clases totalmente distintos por su posición social y económica. No obstante, todas las clases y grupos de clases que formaban el Tercer Estado sufrían la opresión, aunque en un grado diferente, del régimen feudal absoluto y estaban muy interesados en su destrucción.

El desarrollo de las relaciones capitalistas exigía imperiosamente la ampliación del mercado interior, pero esto era imposible sin la supresión de la opresión feudal en el campo. Como el feudalismo radicaba ante todo en la agricultura, el problema principal de la revolución que se aproximaba era el agrario.

En los años 80 del siglo XVIII, cuando se habían agudizado mucho las contradicciones fundamentales de la sociedad feudal, Francia sufrió la crisis comercial e industrial de 1787-1789 y la mala cosecha de 1788. Un gran número de campesinos pobres, que trabajaban en los pueblos para las manufacturas capitalistas y los mayoristas, perdió a causa de la crisis industrial sus ingresos complementarios. Muchos campesinos, que habitualmente emigraban durante el otoño y el invierno a las grandes ciudades para trabajar en la construcción, tampoco encontraban empleo. Aumentaron de modo extraordinario la mendicidad y el vagabundeo; sólo en París el número de mendigos y de vagabundos constituía casi la tercera parte de la población. La pobreza y la miseria alcanzaron un límite máximo. El aumento de las revueltas de campesinos y plebeyos indicaba que las capas bajas de la población, los millones de campesinos, explotados y oprimidos por la nobleza, el clero, las autoridades centrales y locales y la pequeña burguesía de la ciudad, los artesanos, los obreros, agobiados por un trabajo superior a sus fuerzas y la extrema pobreza, no querían seguir viviendo como antes.

Después de la mala cosecha de 1788 los motines populares se extendieron por muchas provincias del reino. Los campesinos sublevados forzaban los graneros de los señores, obligaban a los comerciantes de trigo  a venderlo a un precio más bajo, o, como entonces se decía, "honesto".

Al mismo tiempo, los círculos dirigentes no podían ya gobernar como antes. La aguda crisis financiera y la quiebra del Tesoro obligaban a la monarquía a buscar urgentemente los medios para cubrir los gastos ordinarios. Pero hasta en la Asamblea de Notables de 1787, que integraban representantes de la gran nobleza y altos funcionarios, Luis XVI tropezó con una resuelta oposición y con la reivindicación de reformas. Por todos lados encontraba apoyo la petición de convocar a los Estados Generales, que no se habían reunido durante 175 años. En agosto de 1788 el rey se vio obligado a autorizar su convocatoria y nombró nuevamente ministro de Hacienda al banquero Necker, muy popular entre la burguesía, al que había retirado de este cargo en 1781.

Para su lucha contra las clases privilegiadas la burguesía necesitaba el apoyo de las masas populares. La noticia de la convocatoria de los Estados Generales, despertó en el pueblo grandes esperanzas. En las ciudades los motines relacionados con el abastecimiento empezaron a fusionarse cada vez más con el movimiento político que dirigía la burguesía. Las revueltas de los obreros y de otros elementos populares de las ciudades, empezaron a adquirir un carácter agitado, claramente revolucionario. En 1788 se registraron grandes disturbios populares en Grenoble, Rennes y Besanzon; en estas dos últimas ciudades, parte del ejército destinado a combatir el movimiento se negó a disparar sobre el pueblo.

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