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Propuestya De Condorcet


Enviado por   •  9 de Octubre de 2011  •  1.899 Palabras (8 Páginas)  •  721 Visitas

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El proyecto de educación universal, laica y gratuita en la Revolución Francesa. La propuesta de Condorcet

Instrucción pública*

Francois Furet y Mona Ozouf

INTRODUCCIÓN

En el texto “Instrucción pública” de autores Francois Furet y Mona Ozouf se presenta la importancia que tuvo la revolución Francesa en la historia de la educación, pasando de una utopía a una realidad que en su tiempo, fue algo solamente imaginario.

Durante la Revolución, se buscaba no solo brindar conocimientos a los individuos también pretende formar ciudadanos a la altura de las nuevas leyes e instituciones, regenerando así a la Nación.

Condorcet habla sobre la importancia de la educación con respecto a la Nación y señala a qué se refiere el hecho de que la instrucción debe tener un carácter público.

Menciona que la tarea pedagógica se percibía con un doble objetivo: educar e instruir, diferenciando la instrucción pública de la educación nacional, pues la primera tiene que ver con los conocimientos y la segunda con las virtudes.

Se describe claramente en qué consistían los tres proyectos de instrucción pública que surgieron a partir de la necesidad de encontrar y definir un proyecto pedagógico coherente y más extensamente un proyecto cultural global para la Revolución.

DESARROLLO

Desde sus inicios la revolución aparece investida de una vocación pedagógica. Ofrece a las élites una oportunidad inédita: instruir a la Nación. Oportunidad que implica, un deber sagrado al cual estas élites no tienen derecho a sustentarse.

La conjunción de diversos factores políticos y culturales estimula estas aspiraciones. La Revolución, tiene por propósito disipar la ignorancia y combatir los prejuicios que envilecen al pueblo. La tiranía se vasa en la ignorancia; la libertad, en cambio, es solidaria del genio, de las letras y de las artes. Si la revolución tiene el deber de ofrecer a los franceses la instrucción, las nuevas instituciones tienen igualmente la necesidad de contar con ciudadanos instruidos. Solo mediante una educación, regenerada y publica, se podrán reafirmar los calores y los principios de ochenta y nueve.

El porvenir de la Revolución va de la mano de una inmensa obra pedagógica concebida para servir. La instrucción haría así irreversible la ruptura revolucionaria, el renacer de la Historia simbolizado por la introducción de un nuevo calendario.

La utopía revolucionaria que pretende echar a andar a la historia desde cero, instalar la nueva Ciudad de la Nación soberana y feliz. Por otra, la utopía pedagógica que pretende la transformación de los hombres y hacer de ellos ciudadanos a la altura de las nuevas leyes e instituciones. La educación es un deber de la nación con respecto a la misma, es una manera de que ella se aplique a sí misma su voluntad y su poder soberano. La representación de la misión pedagógica de la revolución ejerce una irresistible fascinación sobre los actores políticos.

A medida que se elaboran estos discursos y que se acumulan las experiencias pedagógicas se forma también un consejo tácito sobre ciertos objetivos particulares de la instrucción revolucionaria.

La instrucción regenerada debe ser pública en el sentido que pertenece a la nación de la cual emana.

Darle a la instrucción un carácter público representaban, poner fin a la dominación de la iglesia en la enseñanza, e incluso a si casi monopolio escolar. La desacralización del espacio público, acelerado notablemente por la constitución civil del clero y los conflictos que le siguieron, acarrearon el desmantelamiento progresivo de la antigua red escolar.

La supresión de las congregaciones le quitó las escuelas y las instituciones de segunda enseñanza a las asociaciones religiosas y eclesiásticas. La tarea pedagógica se percibía comúnmente como doble: enseñar e instruir, el contexto revolucionario todo se derrumba: al englobar a toda la Nación, la distinción tradicional toma un nuevo sentido y una dimensión completamente diferente, el papel de la Revolución es ilustrar a la nación, su acción no se puede separar de la difusión de un conocimiento, renovado en relación con el que dispensaban las escuelas de antiguo régimen.

La escuela seguía siendo el lugar privilegiado de la transmisión del conocimiento, pero la Revolución pretendía formar ciudadanos también. Fue necesario, entonces, diferenciar la instrucción pública de la educación nacional. La primera debía dar los conocimientos y la segunda las virtudes; la primera debía ser el lustre de la sociedad, la segunda la consistencia y la fuerza.

Diferenciar la educación nacional de la instrucción pública no fue por tanto, oponerlas entre sí, sino todo lo contrario, era poner en evidencia su complementariedad.

Surgieron muchos cuestionamientos para definir un proyecto pedagógico coherente y, más extensamente, un proyecto cultural global para la Revolución.

Se realizaron tres proyectos de instrucción pública entre la primavera de 1792 y la primavera del año II, periodo particularmente rico en discusiones pedagógicas pero también marcado por vuelcos espectaculares de la política escolar. Estos tres proyectos en cuestión no se limitaron a proponer un reordenamiento del espacio escolar, sino que implicaron opciones culturales globales. Los autores fueron: Condorcet, Le Peletier y Bouquier.

Condorcet elaboró su proyecto entre 1791 y 1792, donde definió las finalidades de la educación, que reflejan su fe en el porvenir de una democracia capaz de asegurar la felicidad y el desarrollo de todos los individuos, así como en el progreso indefinido del espíritu humano:

La instrucción pública tiene como meta ofrecer a cada individuo la facilidad de desarrollar sus facultades naturales, de atender sus necesidades y de asegurar su bienestar, de conocer y de ejercer sus derechos y de perfeccionar su capacidad productiva.

La instrucción establecerá la igualdad de oportunidades, será laica, cultivará las artes y las ciencias, deberá conservar, en la medida de lo posible, su independencia en relación con las autoridades políticas.

Su objetivo fundamental es preparar a los niños a ejercer, en pleno conocimiento de sus derechos y deberes, sus futuras funciones cívicas, a elegir a sus representantes, a prestar juramento como jueces de paz, oficiales municipales, etc.

Condorcet rehúsa la escolaridad obligatoria, pues creía que la inclinación

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