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Teoria De La Arquitectura


Enviado por   •  25 de Febrero de 2014  •  4.632 Palabras (19 Páginas)  •  231 Visitas

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El Concepto del Espacio en la Arquitectura: Emergencia, Hegemonía y Trascendencia

The Concept of Space in Architecture: Emergence, Hegemony and Transcendence

Patrik Schumacher, Londres 2008

Publicado en O.P. 4 Editrice Compositori, Boloña. Italia 2008

Traducción: Manuel Márquez

Resumen

La auto-concepción de la arquitectura de estar dedicada a la creación del espacio, surgida a finales del siglo XIX, comenzó a tener relevancia con la llegada del movimiento moderno durante los años veinte y para la mayoría de los arquitectos todavía tiene vigencia como la definición más esencial de la arquitectura. Para la vanguardia actual, el concepto del espacio ha perdido su esplendor. La arquitectura de vanguardia está operando bajo diferentes conceptos, lógicas y métodos que ya no se engloban en la idea de crear espacio.

La Emergencia del Espacio Arquitectónico

El Espacio parece ser la meta esencial del arquitecto. Su tarea es configurar el espacio, de darle forma, de crear espacio urbano y arquitectónico. Arquitectura es el arte de crear espacio. Esta es quizá la definición breve más convincente de la arquitectura, aparentemente la auto-concepción consciente de la disciplina.

Sin embargo este no ha sido siempre el caso y tampoco se mantiene respecto a las ideas más avanzadas de la arquitectura de la vanguardia contemporánea.

El concepto de espacio entró en el discurso arquitectónico a finales del siglo XIX vía la historia del arte y la teoría de la estética [1], y de hecho fue una contribución decisiva en el avance progresivo de la arquitectura. El historiador de arte August Schmarsov fue quizá el primero en insistir explícitamente que el espacio (“Raum”) es la esencia de la creación arquitectónica. El hablaba del “Raumkunst” – el arte del espacio – e interpretó la historia de la arquitectura – a la manera de Hegel – como el desarrollo progresivo del sentimiento del hombre por el espacio (“Raumgefuehl”).

Antes de este “descubrimiento” del espacio, la arquitectura estaba dedicada al diseño de edificios limitados que seguían una pequeña gama de estereotipos estrictamente predefinidos: iglesias, palacios y villas, cada una fija con su función, forma, orden tectónico, simetría, sistema de proporciones y detalles decorativos. En el mundo de la arquitectura clásica no había necesidad para que el discurso descendiera al profundo nivel de abstracción implícito en el concepto de espacio.

El primer ímpetu intelectual de los historiadores del arte hacia el espacio se dio con la notable idea de Kant de que la lógica del espacio Euclidiano – y al mismo tiempo una serie de otros principios fundamentales como el tiempo, la sustancia, causa y efecto que parecen estructurar el mundo exterior – deriva su universalidad inviolable desde la constitución del sujeto que percibe y experimenta y por ende no se le puede atribuir al mundo en sí. Hegel siguió indagando el origen del sujeto y trazó su constitución por medio de la noción del “espíritu de la época”. Esto trajo consigo la inspiración de los historiadores del arte para identificar este desarrollo del espíritu y sujeto en las diferentes épocas de la expresión artística. Esto significaba que el fenómeno arquitectónico debía ser entendido en términos muy generales y abstractos que pudieran manifestar el espíritu de este amplio nivel de abstracción. Cada época se podía identificar ahora con un sentido particular del espacio.

Como un principio de explicación histórica, esta proyección al pasado de la recién descubierta categoría abstracta que es el espacio arquitectónico es poco convincente [2]. Como un principio de orientación histórica con miras al futuro, fue muy influyente, y las referencias al espacio rápidamente se enraizaron en el pensamiento arquitectónico. Pero las influencias intelectuales nunca son suficientes para llevar a cabo transformaciones radicales dentro de las propias concepciones de una disciplina enfocada a la práctica como es la arquitectura.

Junto a este ímpetu intelectual hubo también un ímpetu en la práctica para impulsar este nuevo y profundo nivel de abstracción en el pensamiento arquitectónico.

El desarrollo socio económico del siglo XIX produjo una explosión de diversas tareas de construcción: edificios de oficinas, bloques de departamentos, tiendas departamentales, hospitales, museos, estaciones de tren, fábricas, etc. Las teorías y el repertorio clásico – orientado a iglesias y palacios, se estaba agotando. Se requerían nuevas nociones y principios, mas generales y abstractos acerca de cómo componer volúmenes y acomodar funciones.

El concepto de espacio que estaba disponible en la historia del arte podía facilitar estos requerimientos de un discurso y acercamiento más abstracto y generalizado (sin perder el elevado tono académico de una misión idealista y con principios). La tradicional camisa de fuerza de tipologías de edificios cerradamente predefinidos fue arrancada y reemplazada por un juego libre de composición – la disposición abierta de planos y volúmenes en el espacio – que era mucho más versátil y adaptable a las demandas variadas de la civilización emergente industrial y metropolitana. De pronto los diversos resultados arquitectónicos tenían cuando menos una cosa en común – estaban formando espacio.

Esta abstracción inicialmente implica poco y no ofrece apoyo para la teoría arquitectónica hasta que diferentes sensibilidades y tipos de espacio puedan ser distinguidos. Esta abstracción inicial es una fuerza liberadora importante. ¿Cuál es el universo de posibilidades abierto y restringido por la nueva tarea: configurar el espacio?

Una nueva serie de distinciones fue necesaria y de hecho se realizó con este movimiento teórico: Por ejemplo la distinción entre espacio abierto y fluido contra espacio cerrado y limitado, invitando a la arquitectura a tomar una postura. El modernismo emergente eligió hacia el lado del espacio libre y fluido. El espacio pude ser comprimido y expandido, articulado o suave. El concepto de espacio también da oportunidad para importar distinciones como espacio isotrópico contra no isotrópico y dotarlo de significado arquitectónico. El espacio no es entonces una mera abstracción, pero abre un nuevo campo conceptual, una nueva perspectiva de cómo pensar y diseñar en arquitectura.

Algunas veces, estas mutaciones conceptuales, - como esta introducción del espacio en la arquitectura – se propagan rápidamente y se convierten en innovaciones sobre las que es posible construir.

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