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EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO DE LA VIDA DE VICTOR FRANKL (COMENTARIO)


Enviado por   •  17 de Junio de 2017  •  Reseñas  •  1.790 Palabras (8 Páginas)  •  394 Visitas

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COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICO SOBRE

 “EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO DE LA VIDA” 

Tesarba, Diciembre 2016
INTRODUCCIÓN
Descifrar el funcionamiento del hombre, su pensamiento, su psique, su capacidad de decisión, sus mecanismos emocionales, la naturaleza de su alma ... resulta fascinante y sorprendente a un tiempo. Es impensable que una máquina se conozca, se repare o se modifique a sí misma. Y resulta que esta máquina llamada hombre lo intenta.
Quizás habrá que pensar que el modelo mecanicista no puede funcionar en la sustancia hombre, aunque algunos pensadores se obstinan en insinuar que el humano no es más que una sucesión o secuencia de reacciones bioquímicas.
Aún más fascinante resulta que esta especie llamada hombre pretenda conocer su origen, su destino y su finalidad. Se antoja todavía un reto más osado. La máquina que analiza a su constructor y medita sobre la chatarrería que le espera.
Victor Frankl es el osado. En el libro “El hombre en busca del sentido de la vida” destroza los límites de la psicología convencional de su época e incluso los de cierta psicologia actual. Frankl se desmarca del modelo de una psicologia que pretende funcionar con parámetros meramente científicos y se apunta a trascender no importa donde, lo cual no significa introducir la presencia de lo divino.
Esta reflexión, posterior a una lectura prospectiva aunque un poco limitada pretende reflejar las impresiones de un primer encuentro y confesar el deseo de que las citas con este texto y este autor prosigan.
Espero que éste sea “el inicio de una gran amistad”.


1. LA HISTORIA
“El hombre en busca del sentido de la vida” cuenta la peripecia de una psicólogo en algunos de los campos de concentración del III Reich, entre ellos Auschwitz, el más emblemático. Frankl, de origen judío, se ve atrapado, como tantas otras víctimas anónimas, por la vorágine exterminadora de Hitler. Un psicólogo que había ejercido su profesión en Viena. Creador de la llamada tercera escuela vienesa de psicología caracterizada por la terapia denominada “logoterapia”. La primera corresponde a la corriente psicoanalítica de Freud y la segunda la psicología individual de Alfred Alder.
El relato detalla de manera no excesivamente sangrante las atrocidades que se vivieron en los campos de concentración nazi entre los años 1940 y 1945. Un cúmulo de anécdotas personalizadas completan un ramillete de situaciones de una intensidad existencial superlativa. Siempre al límite de lo imaginable, siempre al borde de la resistencia humana, rayando en lo inconcebible. Sin obviar ninguno de los dramas que vivió, la tentación del suicidio, la crueldad de los “capos” y de los militares alemanes, la proximidad amenazante y caprichosa de la muerte, advertimos siempre un fondo esperanzador.
Hay muchas maneras de contar las impresiones particulares de un superviviente de un campo de exterminio. En el relato de Frankl quisiera destacar la ausencia total de la cuestión sionista (en todo el libro, sólo aparece en tres ocasiones la palabra judío y de manera accidental), la ausencia total de un juicio de valor contra los opresores -resulta oxigenante que en circunstancias tan extremas no aparezca ningún atisbo de maniqueísmo-, la negación insistente del absurdo y del nihilismo existencial y la ausencia persistente del victimismo que suele caracterizar este tipo de relatos.

2. LAS REFLEXIONES
Durante las tres fases del relato (“Internamiento”, “Vida en el campo” y “Después de la liberación”), Frankl intercala reflexiones encaminadas a obtener una serie de conclusiones de tipo antropológico útiles para explicar el método terapéutico que ha caracterizado el desarrollo profesional posterior a la experiencia del campo. Destacamos alguna de las más significativas.
En medio de las dramáticas circunstancias por las que pasa el autor afirma que el amor es el objetivo más alto al que puede aspirar un hombre en una situación en la que lo único que puede hacer es soportar terribles sufrimientos con dignidad. Recupera, asimismo, el valor consolador de lo recuerdos de los seres queridos.
Con el devenir de los días y a medida que la vida de los prisioneros se hacía más cruel podían sentir la belleza de la naturaleza mucho más que anteriormente.
Impacta, igualmente, la afirmación de que nadie puede juzgar a nadie si no puede asegurar que en las misma situación no haría lo mismo.
La agresividad del entorno amenaza la escala personal del valores hasta conseguir eliminarlos en un esfuerzo por mantener la autoestima. En un campo de concentración el individuo acaba por perder el sentimiento de propia individualidad, la dignidad y hasta una parte importante de su libertad, pero afirma que nadie puede quitar a un hombre la libertad de poder elegir cómo afronta dicha situación. Esta observación fundamentará de manera capital las bases de la futura logoterapia.
Los atisbos de fraternidad que afloran rompiendo la coraza que construye el instinto de supervivencia y el deseo de libertad producen la profunda paz interior, el consenso del yo consigo mismo.


3. LA LOGOTERAPIA
La consecuencia más significativa de la experiencia de Frankl en los campos de concentración es la concreción de todas sus observaciones en un método terapéutico nuevo. Las columnas más significativas de este método son:
-        Mientras que la escuela psicoanalítica centra su estrategia terapéutica en la identificación de la pulsiones conscientes y, sobre todo, inconscientes generadas por la búsqueda del placer (entendido en términos generales) y la psicología individual trata de buscar los condicionamientos de los deseos de poder, la logoterapia de Frankl propone al paciente la búsqueda del sentido de la propia vida. Abandona el carácter retrospectivo e introspectivo de los métodos anteriores y le invita a mirar al futuro.
-        La búsqueda del sentido de la propia vida no es una racionalización derivada de los impulsos instintivos, sino que constituye algo único y específico que sólo uno mismo puede encontrar.
-        El sentido de nuestra vida no es algo que tenemos que inventar sino algo que tenemos que descubrir.
-        La verdadera conciliación interior de un hombre no proviene de la necesidad de satisfacer un impuso moral o tranquilizar una conciencia, sino del amor a una causa, a una persona u objetivo relacionado con su religión.
-        Las circunstancias más extremas no pueden impedir que el hombre pueda elegir cómo afronta una situación. Siempre hay una parte en la que interviene su voluntad aceptando o rechazando.
El interés del hombre por su propia vida y la desesperación de experimentar que ha perdido su valor es una angustia de tipo espiritual.
-        Encontrar el sentido de la vida no es una mera gratificación o satisfacción de impulsos instintivos.
-        El hombre no necesita vivir sin tensiones, lo que es vital para él es tener un objetivo claro por el cual luchar.
-        La búsqueda del placer o del poder no son más que síntomas que enmascaran el vacío existencial ante el cual el hombre tiene que elegir. Esta elección resulta más difícil si tenemos en cuenta que el hombre ha perdido ciertos impulsos instintivos animales que le liberaban de esa responsabilidad. Asimismo, en la cultura moderna se ve desprovisto de la seguridad que le daban las tradiciones. Este pánico a la libertad –tratado brillantemente por Erich Fromm en “El miedo a la libertad”– frena el impulso maduro de un persona.
-        El sujeto buscador en este proceso debe ser el propio hombre, nunca el terapeuta. El hombre no puede buscar la autorrealización como objetivo directo, ésta debe ser una consecuencia del encuentro con un sentido a la propia existencia.
-        Desde un punto de vista más concreto, propone varia líneas terapéuticas que no podemos desarrollar porque no es el objetivo de presente comentario. Señalaremos el método de la “intención paradójica” para contrarrestar el síndrome de la hiperintención o el de la “de-reflexión” para combatir la denominada hiperreflexión.
-        El hombre, en última instancia es su propio determinante. Ya sea a favor o en contra de Dios, a favor o en contra de otra persona, si el hombre no ejerce su capacidad de asumir las situación de una determinada manera, la religión o la educación no es más que un espejismo.

4. LA ANTROPOLOGÍA DE VICTOR FRANKL
Para terminar es obligado apuntar algunos rasgos del tipo de hombre que maneja Frankl. Es decir, ¿qué antropología está presuponiendo? ¿Qué facultades tiene ese “hombre” del cual habla?
La cuestión es compleja. Diremos lo que considero esencial.
-        Sin duda, el hombre de Frankl tiene una categoría que él llama “espiritual”. Es difícil concretar a qué se refiere cuando el mismo no lo hace. No es, sin duda, la facultad cognoscitiva en el sentido más cartesiano de la palabra, ni la voluntad de la que hablan otros antropólogos. Es una categoría que es capaz de trascender al propio hombre. Un ojo interior que puede ver más allá de lo más cotidiano, de lo inmediato para los sentidos o de la experiencia social. Quizás se podría equiparar al alma de la filosofía de Santo Tomás. Frankl, no lo hace.
-        El motor principal de la psique humana no es el deseo de placer ni el deseo de poder, lo que mueve definitivamente los resortes de la persona es el encontrar o no un sentido a su propia existencia.
-        Otro aspecto esencial es el remanente inviolable de cierta libertad. Desechada la libertad completa –como hacen todos los sistemas antropológicos– Frankl considera indiscutible un ámbito de libertad que nunca pierde el hombre. En las situaciones más extremas de esclavitud tiene la opción de elegir cómo vive esa situación. Niega por tanto el pandeterminismo, o determinismo trágico del destino del hombre en contra de algunas de las corrientes de pensamiento actual más potentes.
-        La libertad se completa con la responsabilidad. El manejo irracional o arbitrario de la libertad puede ser destructivo para el hombre. Sin el apoyo de la responsabilidad, la libertad puede ser difícil de gestionar.
-        La ausencia total de maniqueísmo o determinismo moral es otra característica esencial. Cada hombre es capaz de lo mejor y de lo peor. Será complicado encontrar el mecanismo que conduce a una u otra conducta, pero, nunca podemos condenar ni clasificar. Me parece inevitable terminar con la misma frase con la que concluya el texto: ”... el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios”.

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