TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL
Armando03916 de Diciembre de 2012
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CONOCIMIENTO PRE-CIENTÍFICO Y MEDIOS PARA SU ADQUISICIÓN
Pompeya Elvira García Alba, et al
Metodología de la Investigación, México, Nueva Imagen , 1996
En la antigüedad griega, Platón reconocía grados del conocimiento; distinguía el nivel de la doxa o simple opinión y el nivel de la episteme o conocimiento propiamente dicho.
Hoy en día, quienes estudian la evolución del pensamiento científico identifican en su génesis saberes o explicaciones pre-científicas que constituyeron la matriz en la que se gestó y desarrolló el pensamiento científico. Estos estudios muestran la continuidad de todo conocimiento enraizado siempre en un contexto histórico y cultural.
Conocimiento Pre-científico
Los problemas individuales y comunitarios han motivado el desarrollo de toda indagación, sea científica o no.
Como señala Wartofsky, cuando el niño comienza a adquirir un lenguaje e inicia su formación de conceptos, se pregunta sobre el significado de los mismos: “¿Cómo puede ser abuela una mamá, si es una abuela?”. En estos ordenamientos se produce ya una reflexión sobre los conceptos, la cual constituye un requisito para el desarrollo del pensamiento del niño.
A nivel comunitario o social también se distinguen formas precientíficas o no-científicas de saber:
a) Saber de sentido común.
b) Saber mítico-religioso.
c) Animismo y antropomorfismo.
Saber o conocimiento de sentido común
Antes de que comenzara la civilización moderna, los hombres obtuvieron una gran cantidad de información acerca de su medio ambiente. Aprendieron a conocer las plantas y frutos que alimentaban sus cuerpos; descubrieron las aplicaciones del fuego y adquirieron las habilidades para transformar las materias primas en refugios, vestidos y utensilios, inventaron las artes de cultivar el suelo, de comunicarse entre sí y de gobernarse. Algunos descubrieron que es posible transportar más fácilmente los objetos cuando se les coloca sobre carros con ruedas, que es más seguro comparar las dimensiones de los campos cuando se emplean patrones de medida y que las estaciones del año así como muchos fenómenos de los cielos, se suceden con cierta regularidad.
El hombre adquirió este tipo de saberes mucho antes del advenimiento de la ciencia moderna. Muchos hombres se las ingeniaron durante sus vidas para obtener las habilidades y la información adecuada sin la adopción premeditada de modos científicos de procedimiento. A este conocimiento generado al interior de cada cultura y que ha sido producto de experiencias pasadas, de tradiciones y hábitos rutinarios, de vivencias e indagaciones que nos permiten actuar con cierta inmediatez se le conoce como conocimiento de sentido común.
El saber de sentido común lo encontramos en reglas empíricas, proverbios y dichos populares: “Cielo encarnado en tiempo de verano, vendaval seguro a la mañana temprano”.
Algunos refranes populares se constituyen en reglas para actuar: “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”.
La experiencia de los ancianos hace decir a jóvenes generaciones: “Beldad y hermosura poco duran, más valen la virtud y la cordura”.
Sin embargo, algunos de estos saberes se contraponen. Entonces, se muestran insuficientes como guías de acción. Nótense las oposiciones en los siguientes pares de refranes:
I. a) Lo que al tiempo se le deja, al tiempo se le queda.
b) Hay que darle tiempo al tiempo.
II. a) Árbol que nace torcido, nunca su rama endereza.
b) Nunca es tarde para volver a empezar.
III. a) A la buena cocinera nunca se le queman los frijoles.
b) Al mejor cazador se le va la liebre.
El sentido común ha sido insuficiente para proporcionar alternativas a algunos problemas que los hombres han afrontado. Por ejemplo, analicemos el caso de la comunidad que actúa de acuerdo con la regla de que el uso intensivo del abono conserva la fertilidad del suelo. En algunos casos se puede continuar con éxito este tipo de agricultura. Pero también puede seguir la regla ciegamente, a pesar del manifiesto empobrecimiento de la tierra, y por tanto, puede hallarse desválida frente a un problema crítico de suministro de alimentos.
Es probable que el sentido común sea ignorante de las razones de la eficacia del abono como fertilizante en relación con la química del suelo. Este ejemplo ilustra que el sentido común es un conocimiento que raramente es consciente de los límites dentro de los cuales sus creencias son válidas o sus prácticas exitosas.
Conocimiento mítico-religioso
El hombre, en su afán de dar cuenta del mundo y de sí mismo, ha elaborado explicaciones que lo satisfacen psicológicamente al reducir sus temores y la incomodidad ante lo desconocido que hay en la naturaleza y en él mismo.
A través de reconstrucciones mítico-poéticas, el hombre ha ofrecido explicaciones de su realidad. Muchos pueblos tabularon sus orígenes y definieron sus ideas sobre el espacio y el tiempo a través de mitos cosmogónicos que narraban el comienzo de una nueva era y el ordenamiento del cosmos.
Mediante un lenguaje sencillo el mito trasmite a otros grupos experiencias humanas y versiones sobre los acontecimientos referentes al origen del cosmos y a las primeras fundaciones.
Los mitos, como saber comunitario y anónimo, contienen elementos simbólicos que sugieren lo que se a de pensar al enfrentarse con las grandes cuestiones en torno al mundo y a la vida, a los dioses y a los hombres. Contienen intuiciones que al proyectarse sobre el mundo iluminan el sentido del ser. Abordan los comienzos de todas las cosas, la caducidad de la vida, el origen del mal, el problema de la responsabilidad y la culpa, del destino y de la necesidad, de la vida después de la muerte y otros problemas parecidos.
Por todo esto Aristóteles dijo, con justicia, que también el mito filosofa a su manera. “El mito revela, con el lenguaje maravilloso de la simplicidad, los misterios del mundo sobrenatural y los actos de los seres humanos” (Enrique Florescano, Memoria Mexicana).
En la Grecia antigua encontramos las siguientes reconstrucciones mítico-poéticas sobre el origen del mundo:
“El mundo nació de las lágrimas de un Dios”.
“El principio del cosmos fue un dragón que desprendió una sustancia seminal húmeda que era el abismo y la oscuridad, y luego se desprendió el huevo del mundo”.
En estos mitos se percibe una preocupación por explicar el origen del mundo; en ellos encontramos inquietudes genuinas o reales, mezcladas con elementos maravillosos o fantásticos.
En Mesoamérica existen abundantes mitos. Incluso, es interesante cómo algunos surgieron a través de la Conquista y expresaron la memoria indígena reprimida por el vencedor; el siguiente mito manifiesta una actitud ante la nueva religión impuesta.
Un armadillo trabajaba y llegaron gentes preguntándole:
-¿Qué haces?
-¡Estoy haciendo un huipil!
Y les mostró cómo tejía el huipil con los palos.
-¡Así lo hago yo!
La gente quería tener también un huipil y el armadillo empezó a tejerles un huipil, cuando ya tenía la mitad de la trama vino un chango.
-¿Qué haces aquí? – le preguntó
¡Yo hago un huipil para la gente.
El chango no quería esperar y decía:
-¡Vamos al monte, ya viene el sol!
Y se puso el huipil sobre sus hombros.
Entonces un gallo cacareó.
-¡Ya viene Jesucristo! (el sol) -decía el chango al armadillo.
-¡Vamos a entrar al cerro, porque ya viene nuestro enemigo! (Jesucristo).
Entraron al bosque y empezaron a sonar las campanas.
El gallo cacaraqueó.
-¡Ya viene Jesucristo!
Y por eso dijo Dios que esos animales les iban a servir para el caldo, porque no querían tener a Jesucristo.
El siguiente mito chinanteco cuenta cómo los hombres se volvieron monos:
Cuando Cristo apareció en el mundo, quería que toda la gente se persignara.
Algunos se persignaron, pero otros se fueron al monte y se volvieron monos porque no les gustó vivir bajo la luz del cielo.
Ellos dijeron:
De allá viene el sol.
Cuando el sol vio que esa gente no quería la bendición de Cristo y se fueron al monte, los dejó sin bendición y les dijo que se quedaran allá. Y los monos se quedaron en el bosque.
Por último citamos el mito del armadillo y el tepezcuintle:
Cuando la luz del sol llegó, los animales se escondieron. El tepezcuintle llevaba ropa de colores, pero como al armadillo le faltaba todavía una parte de su ropa, se escondió del sol.
Algunos cristianos no se escondieron y avisaron a los ángeles que el jabalí, el tepezcuintle y el armadillo se habían escondido.
Los ángeles les dijeron a los cristianos:
- De esta carne de los animales que se escondieron van a comer ustedes los cristianos.
Los cristianos tenían miedo de comerse a esos animales porque habían sido compañeros.
Todavía hoy hay gente que no come carne de esos animales porque les da asco. Dicen que su carne sabe como la de los cristianos.
Como se percibe, cada mito tiene una coherencia, interna, si bien su lógica no describe directamente la realidad nombrada.
En la construcción del mito se ordenan los materiales del mundo; en ellos al nombrarse
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