Comunicación organizacional: dimensiones, tensiones e interdependencias
Dagoberto Cardona MarquezDocumentos de Investigación4 de Mayo de 2020
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Comunicación organizacional:
dimensiones, tensiones e interdependencias
La comunicación organizacional es pensada como un proceso de construcción de debates en el ámbito de las relaciones organizacionales. Bajo el Paradigma de la Complejidad se propone pensar en la comunicación organizacional bajo tres dimensiones: la organización comunicada, la organización comunicante y la organización hablada. De esta manera, los diferentes sujetos que se relacionan con el sistema organizacional ejercen una fuerza sobre el mismo, modificándolo en algún nivel
■ RUDIMAR BALDISSERA
[pic 2]Traducción: Carla Dopazo
Coyunturas preliminares
Son muchas las miradas que se lanzan sobre la idea de la comunicación organizacional. Puede decirse que algunas se presentan más fértiles para comprender el proceso y otras no tanto. Hay explicaciones que la complementan y otras que divergen. Algunas concepciones se caracterizan por la simplificación mientras que otras buscan reflexionar sobre su complejidad. De cualquier manera, la mayoría de las veces, la comunicación organizacional tiende a ser reducida a la comunicación planeada, al discurso oficial de la organización, a la comunicación formal; otras veces también son considerados algunos niveles de la comunicación informal. En últimas, una mirada atenta hace evidente que ésta es apenas una dimensión visible de la comunicación organizacional.[pic 3]
La evidente supremacía de las concepciones que decantan hacia la simplificación, fundamentalmente hacia lo planeado/planificable, encuentra una fertilidad particular en algunas características de la sociedad contemporánea que se actualizan en las organizaciones, tales como las ideas de urgencia, economía y ansia de poder. En la cotidianidad organizacional, entre otras formas, esas ideas se traducen en la (re)afirmación de que las organizaciones no disponen del tiempo y los re-
cursos financieros para la comunicación. Los argumentos más comunes son: no poder esperar por investigaciones profundas, diagnósticos más elaborados y/o comunicación dialógica, pues esto exige una mayor inversión de tiempo, trabajo especializado, y, por lo tanto, aumento de los valores invertidos. Por ende, si, por un lado, algún nivel de simplificación es aceptado en las prácticas cotidianas, incluso para agilizar los procesos, por otro lado no se puede aceptar esta misma simplificación en el ámbito de las reflexiones teóricas en el campo científico.[pic 4]
Es necesario evitar la tendencia hacia aquello que Morin define como paradigma de la simplicidad que, entre otras cosas, consiste en las ganas de ordenar el universo de manera lógica, de eliminar lo desordenado y lo disperso, de expulsar de él todo el desorden.
El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve/quiere la individualidad, quiere el múltiplo, pero no puede ver que el uno puede ser al mismo tiempo múltiplo. El principio de la simplicidad quiere separar lo que está ligado (disyunción), y quiere unificar lo que está disperso (reducción). (Morin, 2001, p.86)
En esta dirección es importante volver a mirar los lentes con los cuales se reflexiona sobre la noción de la comunicación organizacional, particularmente frente a concepciones inclinadas a ser meros reflejos de las simplificaciones realizadas en el ámbito de las prácticas cotidianas. Con esto no se está afirmando que las reflexiones sobre la idea de la comunicación organizacional no necesiten preocuparse por el ambiente en el cual las organizaciones se insertan y que tiende a caracterizarse por la exigencia de resultados inmediatos, por inversiones escasas, por la necesidad de buena visibilidad e imagenconcepto¹ positiva, por el poco tiempo dedicado a investigaciones y diagnósticos, por el deseo de que las organizaciones sean modelo, por las ganas de poder, por la generación de recursos/ganancias y/o más capital/poder y/o votos. Lo que se afirma es que, además de la comunicación planeada, organizada, gerenciable, existe la complejidad de flujos multidireccionales de significación/comunicación, portadores de diferentes intencionalidades y de cualidades diversas, solamente observables cuando ocurren.
Esos flujos, a un solo tiempo, pueden complementar, calificar y/o potenciar el
“Pensar en la comunicación
organizacional a partir del paradigma de la complejidad exige asumir que, como se dice, la comunicación no se restringe al ámbito organizado, al discurso autorizado.
discurso autorizado (comunicación formal), pero también pueden perturbarlo, expropiarlo, desviarlo y/o resistirse a él. Es en el transcurso cuando la comunicación se realiza, que los sentidos son disputados, (re)construidos e internalizados por los diferentes sujetos que se comunican. Entonces, por mucho que la organización desee controlar los significados que son/serán individualizados por los sujetos en comunicación, es probable que, considerando esa imposibilidad, tenga la tendencia a experimentar únicamente distintos niveles de frustración. Puede afirmarse, desde aquí, que la comunicación planeada/planificable –discurso autorizado– es una parte importante de la comunicación organizacional, pero no lo es todo (Baldissera, 2008a).
En este punto, antes de proseguir en el sentido de la reflexión sobre la noción de la comunicación organizacional, objetivo principal de este ensayo, es importante decir que el paradigma del cual se habla es el de la complejidad (entre otros, Morin 1996, 2000a, 2000b, 2001, 2002), particularmente a partir de sus tres principios básicos: el dialógico, el recursivo y el hologramático. Según Morin, el principio dialógico comprende “[...] la asociación compleja (complementaria, concurrente y antagónica) de instancias necesarias ‘junto’ a la existencia, al funcionamiento y al desenvolvimiento de un fenómeno organizado” (2000a, p.211). De acuerdo con él, el principio dialógico asocia/une términos del tipo organización/desorganización, orden/desorden, sapiens/demens, de forma que se mantenga la dualidad en el seno de la unidad. El principio recursivo consiste en el “proceso en que los productos y los efectos son al mismo tiempo causas y productores de aquello que los originó” (Morin, 2001, p.108). El sujeto construye a la sociedad que lo construye. Así, se puede decir que la organización construye a los sujetos que la construyen. A su vez, conforme Morin, el principio hologramático contempla la idea de que “la parte no está solamente en el todo: el todo propiamente está, de cierta forma, presente en la parte que se encuentra en él” (2002, p.101). La parte y el todo son, al mismo tiempo, más y menos.
Pensar en la comunicación organizacional a partir del paradigma de la complejidad exige asumir que, como se dice, la comunicación no se restringe al ámbito organizado, al discurso autorizado. Mucho más allá de las manifestaciones aparentemente coherentes, considerando la interdependencia ecosistémica (con otros sistemas y subsistemas) y la actualización de las relaciones dialógicas, recursivas y hologramáticas, es necesario preocuparse por las permanentes perturbaciones del sistema de la organización y por los procesos que, mediante tensiones y disputas, lo mantienen lejos del equilibrio, generan dinamismo y estado de incertidumbre, como lo exige la constante desorganización/(re)organización.
Comunicación: proceso de construcción y disputa de sentidos
[pic 5]
La comunicación organizacional, ante todo, es comunicación. Se trata de la comunicación que se realiza en el ámbito de las relaciones que las organizaciones establecen con sujetos diversos. Ante esto, para poder avanzar en el sentido de una mejor reflexión sobre la noción de la comunicación organizacional es importante, en primer lugar, evidenciar lo que se comprende por comunicación. En este trabajo no se trata de realizar una revisión de los diferentes conceptos de comunicación, sino de indicar el lugar del discurso y explicitar los fundamentos.
La comunicación es un “proceso de construcción y disputa de sentidos”² (Baldissera, 2004, p.128). Esta comprensión considera la centralidad de las ideas de relación y significación y da relevo a las tensiones que ahí se dan. Por consiguiente, pone de relieve los ejercicios de fuerzas en disputa y los sentidos en circulación, considerando la interdependencia ecosistémica y su actualización dialógico-recursiva.
La afirmación de que la comunicación consiste en una disputa de sentidos se fundamenta en la comprensión de que la comunicación es relación (yo-otro; identidad-alteridad; empresa-público) y, de acuerdo con Foucault (1996, p.75), toda relación es una relación de fuerzas. Las relaciones de comunicación no se califican como relaciones de ejercicio de fuerza física (lo que podría traducirse como violencia física), pero sí fuerzas que se realizan para disputar los sentidos que son seleccionados, actualizados y llevados a circulación por sujetos en la cadena de comunicación, atravesados por las intenciones. Esas intenciones/deseos, conscientes o no, se traducen en distintas estrategias de comercio de sentidos, puesto que no son tablas planas donde puede escribirse lo que sea. Se dirigen también hacia el hecho de que, de forma general, las disputas de sentidos ocurren de forma silenciosa, mentalmente. No obstante, en algunos casos, estas disputas son materializadas a través de expresiones del tipo “¿Qué quisiste decir con eso?”, “lo que yo dije no fue eso”, “esto es”, y “o sea”, entre otras expresiones.[pic 6]
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