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El Economista Camuflado

Batxe6 de Marzo de 2013

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Resumen:

CAPÍTULO 1: ¿Quién paga tu café?

Detrás de una taza de café hay mucho trabajo en equipo, el cual no dirige nadie, sin embargo eso nosotros no lo vemos. Las cadenas más prestigiosas han conseguido situarse a la cabeza de ventas de cafés, pero ¿por qué llegan hasta lo más alto si muchas veces no conseguimos diferencia el sabor del mismo café en dos sitios diferentes?

Esto es, debido a las iniciales ganancias que cada cadena ha generado, han ido creando tiendas de ventas en los puntos más cruciales y estratégicos de las ciudades más importantes del mundo donde, a pesar del sabor o el precio del café, pasan miles de personas cada día y no puedan resistirse a entrar a por uno. Puro marketing.

Se centra sobre todo en la cadena de cafés Starbucks, que tiene ubicados sus sitios de venta en los lugares más frecuentados y con más asiduidad del planeta. El margen de beneficio de las diferentes empresas depende mucho de su situación, ya que aquellos establecimientos que tienden a ganar más, también, debido a su escasez, tienen un alquiler más caro, lo contrario que pasa con aquellos que no lo son.

Los puntos de venta minoristas pierden en este sentido ya que no pueden permitirse el pago del alquiler como las grandes cadenas.

La ubicación de las tiendas actuales la compara con la de las tierras cultivables en tiempos remotos mediante un modelo ricardiano, y como poco a poco se ha ido formando un sistema de trueque.

Antes, había tierras que debido a las condiciones ambientales o a su situación, daban más y mejores frutos que otras, las praderas marginales, por lo que empezaron a cotizar las mismas los agricultores, escaseando finalmente, lo mismo que ocurre con los lugares más concurridos para la creación de una tienda actualmente o con los bancos.

En la actualidad es muy difícil entrar en el mercado y sacar una nueva empresa a flote, ya que las fuertes competencias pueden llegar a eliminarla, por lo que a todos les gustaría gozar de rentas monopolísticas, cosa imposible en los tiempos que corren.

Por último, en este capítulo habla de la inmigración, tema crucial en la sociedad actual ya que dentro del sistema económico, la entrada de inmigrantes proporcionaría a las empresas mano de obra barata y reduciría los costes, siempre que estos estuviesen cualificados. Sin embargo, muchos de ellos no lo están y por lo tanto aumenta la tasa de paro, y todo esto hace que la clase trabajadora se resista a la inmigración.

Todo lo que el “economista camuflado” ha descrito en este primer capítulo se basa en la teoría de Ricardo, pionero en la defensa del libre comercio, y considera que todo depende de las políticas económicas de cada país.

CAPÍTULO 2: Lo que los supermercados no quieren que sepas

Dentro del valor de los productos en el mercado, la diferencia de precios a la hora de poner en venta los mismos puede variar bastante, teniendo en cuenta diversos factores como, dicho antes, la ubicación del establecimiento, la posibilidad de los clientes que frecuentan la tienda de comprar la mercancía o la calidad del mismo. Es aquí donde se tiene en cuenta el término escasez. Muchos de los clientes que, siguiendo la índole de los cafés, prefieren uno barato sin indagar mucho en la calidad de los ingredientes a uno caro; sin embargo, hay muchos clientes derrochadores que van a elegir tomarse el café más caro simplemente por el hecho de su alto coste.

Las empresas detectan puntos donde los clientes tienden a tener predisposición a pagar elevados precios y aprovechan, mediante la autofijación de precios estimar cual es el correcto para aumentar sus ganancias.

Pero hay diferentes estrategias para averiguar cual es la actitud del cliente con respecto a los precios, y las empresas utilizan indistintamente cada una de ellas, como por ejemplo, la llamada por el economista camuflado “discriminación de los precios de primer grado”, que consiste en evaluar a cada cliente de forma individual y precisa, esfuerzo complejo y bastante costoso de realizar o la de la “autoincriminación”, que pretende determinar que diferenciando por el precio dos objetos que son similares, muchos de los compradores tienden a por el más caro. Pero uno de los ejemplos más importantes que nosotros mismos sufrimos es el efecto de las rebajas

Estas tácticas son fruto de un gran trabajo realizado por las grandes empresas, que lo único que buscan es llamar nuestra atención, para ello pueden tirar de los alimentos ecológicos, por ejemplo, con los que las empresas gracias al interés de las personas por el consumo de estos alimentos, bombardean a los clientes con abrumadores aumentos de precio.

Otra de las estrategias más frecuentes y de la cual podemos gozar, al menos en España dos veces al año es la famosa temporada de rebajas. En lugar de mantener las tienes un precio alto o bajo todo el año, pasan de un extremo a otro, así la gente no controla los precios y aquellos que no se conformen, tendrá que buscar el precio más inferior.

Realmente los precios están establecidos según su rebaja, es decir, los precios rebajados son los precios reales, sin embargo las empresas los intentan ascender al máximo para poder llevarse durante el resto del año un mayor beneficio y así, durante los recortes de los precios poder proponer un mayor abanico de posibilidades, y una mayor bajada de

los mismos.

Para los compradores, la mejor arma de adquisición es la observación, ya que podemos encontrar cosas muy similares con una diferencia de coste muy elevada, pero además de eso, tenemos el poder de elección a la vez que de escasez, ya que de nosotros dependen las ganancias de una empresa, al igual que tenemos la capacidad de autofijación de precios.

CAPÍTULO 3: Los mercados perfectos y “el mundo de la verdad”

Tanto los clientes como las tiendas no están obligados a vender o pagar un cierto producto a un determinado precio, siempre pueden decidir no hacerlo ya que nadie les obliga, lo que significa que la mayoría de las transacciones comerciales que se realizan dentro de un mercado libre mejoran la eficiencia, pues ambas partes salen beneficiadas o no perjudicadas gravemente.

Los precios del mercado muestran nuestras prioridades y preferencias, es decir, “dicen la verdad” revelando información acerca del gusto de sus consumidores. Pero muchas veces pueden variar según el lugar donde te encuentres, o lo cambios climatológicos que se den en el lugar de producción, por lo que el mercado libre establece la verdad sobre la demanda y los costes de cada cosa individualmente, intentando beneficiar a ambas partes. Volviendo al tema del café, cuando tú vas a adquirir uno, es porque piensas que su precio es igual o inferior al que piensas que se merece, y por ello lo compras.

Las nuevas empresas tienen bastante difícil entrar en el mundo económico debido a la fuerte competencia existente, y también hay que tener en cuenta los tipos de interés establecidos por los dirigentes de los bancos centrales, que van a subir a la par que más préstamos y riesgos haya.

En un mercado perfectamente competitivo e interconectado, los principales objetivos son: que las empresas creen los productos de forma adecuada, además de los productos adecuados con las dimensiones adecuadas, y que estos lleguen a aquellas personas que valoren el precio del mismo. Este sistema reoptimiza constantemente la producción y distribuye los resultados de forma perfecta. Imaginarnos la vida sin que esto ocurriese, en los tiempos que corren es impensable.

Pero también hay que tener en cuenta que dentro de este mercado libre perfecto, existen ciertos inconvenientes con los que tenemos que convivir, como es el establecimiento de los impuestos en los precios de los artículos de venta. Se dice que estos impuestos establecidos por el Gobierno son ineficientes, es decir, que se han establecido pero que benefician a alguien mientras que a otro lo daña. Esto es debido a que destruyen la información suministrada por los precios en los mercados eficientes y totalmente competitivos. Pero no siempre son exigibles, sin embargo siempre estás fijados en el precio, además que todos nosotros pensamos, a pesar de su ineficiencia, que son necesarios para redistribuir la renta.

Lo que nosotros pretendemos es encontrar un sistema de equidad y eficiente, además de la combinación de los mercados perfectos con el teorema de la ventaja para que no se produzca un fallo de mercado, dándole poder de escasez a las empresas.

CAPÍTULO 4: El tráfico urbano

Como ya vimos en el capítulo anterior, los mercados perfectos son totalmente eficientes, solo flojean en el reparto pero gracias al teorema de la ventaja podemos solucionar este problema.

Sin embargo, hay ciertos “fallos de mercado” como son el poder de la escasez, la falta de información y las externalidades que producen efectos a terceros que no son fáciles de solucionar, algunos de los cuales ya se han visto en capítulos anteriores. Estas externalidades aparecen debido al poder de la escasez, y es aquí cuando aparecen los problemas. Un ejemplo de ello es viajar en automóvil, esto beneficia al conductor y al fabricante del coche, pero afecta a las personas que tienen que inhalar el dióxido de carbono expulsado a la atmósfera. Hay una seria de posibilidades ante esta expulsión, pero sería todo mucho más caro o no obtendríamos lo que necesitamos, es decir, va de un extremo a otro.

Entonces, para que los consumidores puedan frenar esa expulsión de carbono, el gobierno establece unos ciertos impuestos de conducción, así se reduce el número de automóviles, impuesto que debe encontrar

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