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Construccion Social De La Niñez Y Adolescencia


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  3.019 Palabras (13 Páginas)  •  526 Visitas

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Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Cuyo

“LA CONSTRUCCIÓN

SOCIAL DE LA

INFANCIA: nuevos estilos de vinculación y juego en la cultura actual. Juego virtual y Juego autónomo. ”

Integrantes: Ana Fabre

Marcela Andrea Yonzo

- 2008 -

1- Introducción

Hablar de la infancia, es como dice Daniel Korinfeld1, introducirse en un terreno fértil en representaciones de una intensa implicación subjetiva y social. La niñez es siempre, y más aún actualmente, un punto de referencias de teorías, disciplinas y prácticas. Esto le agrega complejidad como campo de estudio e investigación. Implica también recordar, en parte, nuestra propia infancia, mirar hacia atrás y pensar en el juego que surge espontáneamente a partir de un piedra, con el barro, con una muñeca y un autito, con reglas que organizan la acción como las escondidas y la mancha; con los amigos. Para algunos autores es una etapa de la vida humana que se inicia en el nacimiento y se desarrolla hasta la aparición de los cambios hormonales, con sus manifestaciones corporales, y las características psicológicas propias. Este punto de vista más cerca de aspectos biológicos, está íntimamente ligado a una niñez inocente, asexuada, incompleta y separada del universo del adulto.

La Pedagogía “tradicional”, según Mariano Norodowski2, presentaba, en el siglo XX una visión del niño como un adulto en miniatura, dedicando sus esfuerzos a hacer de esos pequeños “futuros hombres de provecho” y definiéndolo en el ambiente escolar. La escuela “tuvo mucho que ver con la delimitación de la infancia tanto por la difusión de un discurso psicológico... como por la expansión de una idea de minoridad-incompletud-inmadurez que colocó a la infancia en un lugar subordinado, cuya voz y perspectivas no debían tenerse en cuenta”.3 Algunos, más cercanos a la Psicología y a una Pedagogía alejada de la tradicional, sustentan a la infancia como la etapa de la vida dedicada al juego, (tiempo, espacio, objetos y su transformación ligada a la fantasía y a su expresión). Es decir, una etapa de la vida sin mayores responsabilidades y obligaciones como contrapartida de la vida adulta. También están aquellos que la consideran como una etapa para la construcción de la subjetividad en la cual la relación vincular de los afectos es el engranaje necesario de la identidad. Una identidad que se construye dentro de una determinada clase social y con modelos de crianza particulares, instituyentes de mandatos sociales.

1 Editor de la Revista “Ensayos y Experiencias” 2Mariano Narodosky Pedagogo argentino, una de sus obras es Infancia y Poder. 3 DUSSEL, Inés y SOUTHWELL, Myriam (2005). Aportes para repensar a los sujetos de la escuela. Revista.

Una infancia sostenida, contenida y construida en un cuerpo particular. Un cuerpo, a veces, quieto, callado, señalado, apretado, mirado, expresivo, cuerpo que es el niño. Cuerpo que ocupa un espacio en el cuerpo de otro, mecido, envuelto, separado, contenido, hamacado. Cuerpo que se apropia de un espacio y de una identidad.

Cuerpo, espacio, identidad, construida y significada por las condiciones de vida, los mitos, las creencias, los valores y el poder de la clase social en la cual se desarrolla, y desde esta compleja trama de relaciones se construyen las nociones, los conceptos y las operaciones mentales. El descubrimiento del espacio, su exploración, estructura las relaciones espaciales y delimita una forma concreta de actuar y de sentir.

La organización del espacio, su estructuración, están ligadas al hacer cotidiano, al entorno, al paisaje, al arraigo, o no, a la tierra, al sentirse parte de un lugar, a las envolturas que determinaron un sentimiento de seguridad y pertenencia,que conformaron la imagen de sí, la representación de sí, que hace que cada infancia tenga una manera de ser y estar en el mundo.

Es posible observar en este mundo globalizado, como grupos de niños de distintos países e incluso de distintos contextos socioculturales viven experiencias de vida diametralmente distintas o quizás en algunos contextos, muy parecidas. ¿Cómo cada niño construye su identidad, su manera de ser y estar en el mundo? ¿Qué lugar ocupa el cuerpo en esa construcción? .

La intención en este encuentro es observar y analizar, características que puedan englobarse en un concepto de infancia , mediante la profundización de los conceptos teóricos de Matriz de Aprendizaje, Cuerpo , juego autónomo y juego virtual . Este análisis e interpretación se realiza a partir de situaciones concretas y particulares de vida.

Mediante la utilización del método del análisis de casos es posible, analizar y fundamentar los procesos que intervienen en la construcción subjetiva del niño.En especial, su modo particular de vincularse consigo mismo, con los que lo rodean y su contexto. Analizar su modo particular de ser y estar en el mundo, tomando como protagonista de este análisis al cuerpo, el espacio, la identidad. Conceptos entrelazados y sustentados desde la psicomotricidad operativa.

Distinguir particularidades de los contextos socioculturales y los modos de vinculación a partir del juego autónomo y el juego virtual, que se plantean en los casos.

Finalmente se elaborarán conclusiones al respecto.

4. DESCRIPCIÓN DE LOS CASOS

Caso 1

Hace tiempo atrás, mientras caminaba por una calle perteneciente a una zona rural muy conocida de Mendoza, me detuve a observar a una niña.

Al costado de una calle con capa asfáltica se ubicaba una finca de viñedos. La extensión de la misma se perdía en el horizonte para quien, frente a ella pretendía determinar algún punto de referencia que diera finalización al terreno. Cada planta, cargada de uvas mostraba la pujanza de la tierra que le daba origen. La llegada de la poda, cada vid atada a su tutor, el sol, el aire, el agua sellaban la historia de cuidados que cada racimo tenía.

Sombreros amplios, de paja y algunos pañuelos que recubrían la cabeza, movedizos, anunciaban la presencia de obreros y obreras diseminados en cada surco. Los canastos de cosecha llenos de uvas eran depositados en un camión ubicado en un callejón de tierra muy cerca de los viñedos.

En este mismo callejón, niños jugando. La tierra, las piedras y alguna ramita del lugar eran los elementos utilizados para tal actividad. Otros, más pequeños, bebés, envueltos en guayos coloridos, dormían acomodados entre los surcos. Un par de ellos acompañaban a sus madres en sus espaldas.

En el lugar captó mi atención el juego de una niña. Su pantalón marrón y su remera celeste holgada obstaculizaba observar las líneas que delimitaban su cuerpo. El pelo que aparecía tapando parte de su cara impedía ver sus rasgos, pero algo se destacaba. Sus dientes blancos asomaban limitando una gran sonrisa.

Advertí la seguridad con que se desplazaba haciendo rodar, incansablemente, una goma de bicicleta rodado 20. Su brazo derecho flexionado y su mano, suavemente apoyada sobre la goma, acompañaba su carrera, con fluidez y armonía. Calculé su edad, 9 o 10 años quizás.

Me asombró su gesto, su postura, la mirada atenta, a veces al camino, otras a la goma, el tiempo, detenido en algún lugar por su entusiasmo en la actividad; la coordinación de sus movimientos y la relación “afectuosa” que esa niña tenía con la goma de bicicleta.

Conocía el andar, su cuerpo se adaptaba dúctilmente al rodar y el ritmo corporal que impregnaba en cada gesto daba cuenta de grandes conocimientos empíricos de sus propios ritmos corporales.

Después de un tiempo me acerqué pausadamente, le hablé, estaba en 4° grado.

Pensé, ¿cómo construye esa niña conocimientos tan precisos del movimiento circular de una goma? ; ¿cómo ha construido su esquema corporal rodeada de un entorno “aparentemente” empobrecido?. La seguridad y el equilibrio con que se desplazaba ¿dan cuenta de la integración de la imagen de sí?.

En una actividad en la que se movía con tanta prestancia y con una libertad de movimientos ¿cómo esta niña adquiere las exigencias propias de la educación sistematizada?

Caso 2

Detenerse a observar a un niño mientras “juega” en la computadora es un acontecimiento fascinante y cuestionador.

El hecho comienza en un ciber de un lugar conocido de Mendoza.

Dos niños ingresan al recinto y se dirigen al encargado del lugar. Hay quince computadoras distribuidas en dos salones, separados por un hall. De un lado, adolescentes y niños captados por las imágenes de este aparato electrónico que ha llegado a sus vidas para instalarse. Sus posturas corporales, parados muy cerca uno del otro, susurrándose algún comentario oportuno que les permitiera ir cortando con el afuera real y sumergirse al mundo interactivo. Sus miradas cómplices dan cuenta que ambos, se encuentran en el lugar deseado.

Los niños, aproximadamente con 10 años de edad, se sientan en la computadora asignada, cada uno en una silla.

Velocidad, acción, aventura, derrotar a otro, sumar puntos, son hechos que van sucediéndose, casi incansablemente. Enojos, broncas, gestos victoriosos se manifiestan según el juego.

El tiempo comienza a transcurrir en forma análoga. Las agujas del reloj se mueven pausadamente, marcando irremediablemente el tiempo, pero el interés, la pasión, las ganas de seguir en el lugar captados por la pantalla cibernética permite vislumbrar que el tiempo se había detenido en algún momento.

Sus cuerpos receptivos dejan entrever el tono tenso, cuando sumidos en una lucha por alcanzar, aquello quizás inalcanzable, o la gloria de ganar y relajado cuando sucede lo inevitable: perder.

Involucrados en una actividad mental de estímulos y respuestas con poco margen de error y de tiempo para la apropiación de sus propias decisiones, quedan atrapados por lo que la computadora va decidiendo por ellos.

Surgen preguntas ¿Cómo se construye la imagen corporal desde un lugar estático pero dinámico a la vez?

¿Hay distanciación del yo, para dar oportunidad a los procesos mentales de simbolización que desarrollen su trabajo de identidad, o él yo es la computadora?

¿Nos encontramos frente a una nueva forma de organización de la imagen de sí? La computadora ¿es ahora el otro espejo? ¿En qué lugar va quedando la mirada significativa de ese adulto que ayuda a la construcción de los procesos de identidad?.

¿Qué se juega en el juego cibernético?

Análisis de los casos

Indagar en las respuestas es ir profundizando conceptos que dan cuenta de todo el tejido social que un individuo entrelaza a lo largo de su vida.

Las primeras experiencias corporales, con el otro, ya sean madre o algún adulto significativo, irá moldeando las futuras relaciones afectivas con el entorno.

¿Qué sucede en las sociedades rurales, con los obreros que trabajan la tierra, en cuanto a las relaciones afectivas? ¿Cuál es la calidad del vínculo? ¿Qué parámetros mensurables se puede utilizar para asegurar que tal o cual relación es más conveniente que la otra? ¿Cómo se va entretejido el esquema corporal en un ambiente poblado de pausas, esperas, silencios, trabajo?

Es posible que un niño en el que la madre tierra lo ve nacer aprenda determinadas relaciones con su entorno que aquel que la bienvenida esté dada por aparatos electrónicos que le hablan y él no puede codificar cómo es el proceso de comunicación generado. Y aunque intente conocerlo, la constitución psíquica de su YO, se lo impide, por lo que en poco tiempo se convierte en un receptor pasivo de sí mismo.

Un elemento indispensable para la construcción de la personalidad del niño es la representación que tenga de su propio cuerpo, proceso que se inicia desde el origen mismo de su vida.

El hombre necesita de otro cuerpo para vivir, un cuerpo que lo albergue, lo contenga, lo nutra, lo calme, lo hamaque. El aparato neurológico, biológico, social y psíquico con que viene equipado un niño desde su concepción facilita el desarrollo de todos esos procesos. Desde la extrema indefensión en que nace, irá construyendo una red de relaciones que permitirá o inhibirá su autonomía.

La representación de sí mismo, esquema corporal, imagen de sí son conceptos a los que muchos profesionales se han abocado en busca de respuestas.

El niño pequeño, desde el nacimiento se encuentra dominado por su motricidad. Sus movimientos serán las primeras manifestaciones psicológicas que se pueden observar, valiéndose durante mucho tiempo de ese conjunto de gestos y ademanes para dar a conocer sus primeras y sus más íntimas necesidades. En estado de extrema dependencia con el adulto y con el entorno, el medio se convierte para él en el receptor de su vulnerabilidad. Esta limitada, pero necesaria apertura del niño al entorno, no es fortuita. Inscripta en lo más profundo de su constitución biológica, en su sistema nervioso central, será el primer sistema eficaz del que dispone para

comunicarse haciéndolo a través de la respiración, la succión, el llanto, la agitación, la tensión, la tranquilidad. Las funciones fisiológicas enmarcadas de la quietud, cuando está cómodo y satisfecho se transforman, agitándose cuando tiene hambre, está incómodo o tenso. El tono muscular en el recién nacido y en el niño pequeño es quien irá determinando esos estados biológicos y emocionales. La propia actividad, le facilitará la paulatina diferenciación de sí mismo en el entorno. Y esta libertad de moverse según sus propias necesidades, construyéndose como un sujeto activo, le brindará la posibilidad de desarrollar su autonomía, su afectividad y la toma de conciencia de sí mismo. El adulto, la cuidadora, el educador atento a toda esta expresión tónica y visceral irá codificando esas señales emitidas para calmar, asegurar y sostener la comunicación activa de ese bebé con el mundo exterior, dando paso paulatinamente a su constitución psíquica. Este proceso de transformación enunciado por el bebe y susceptible de ser observado, necesita de adultos competentes, afectuosos, comunicativos y pacientes.

La mediación del adulto, momento en que entra en contacto afectivo con el niño, permitirá modificar esas reacciones, posibilitando la tranquilidad - satisfacción, o la tensión - insatisfacción. Esa recurrencia de la acción por parte del adulto tendiente a satisfacer al bebé, (alimentarlo, cambiarle la ropa, hablarle...) termina convirtiendo su llegada en anunciadora de la disminución de sus tensiones. Y lo que en principio su presencia era necesaria fisiológicamente, terminará siéndolo psicológicamente. Es a través del tono y por medio de la emoción que el bebé pasa de lo fisiológico a lo psíquico, “de lo orgánico a lo social”.4

El infans5 desde su acogida, es considerado como un ser de relación, un ser social. Es por eso que los cuidados corporales, realizados con un ritmo regular, llenos de gestos, miradas y sutilezas verbales, por parte del infans y del adulto, serán el continente psíquico cuyo fundamento instituyente es la actividad autónoma. Si nos ubicamos desde una óptica social, considerando la dinámica y características propias de la cultura, esta puede ser concebida a partir de la consideración de las siguientes características:

4 WALLON, Henri. (1982 ). Vida Mental. México, Gibralgo. p. 42 5 infans: raíz latina de la palabra infante, designa al niño que aún no habla, que aún no tiene lenguaje verbal

“...La cultura y la cultura popular es una suerte de manual que ayuda al individuo a entender a la sociedad y a vivir en ella. Es un modo de posicionarse frente al mundo, a los demás y a uno mismo. Permite mirar de otra manera la realidad y pensar en el lugar que cada uno ocupa en ella. La cultura es el espacio en que los chicos y los jóvenes trazan su relación con el mundo( Morduchowicz 2003).

La cultura popular, los medios de comunicación, la música, el cine forman parte del capital cultural. Los medios las nuevas tecnologías modifican el caudal, el stocks cultural del que se dispone y fundamentalmente la manera de adquirirlo.

Es importante detenernos en el análisis de distintas conductas de la vida cotidiana, como el hecho de consumir.

“...Si queremos dar cuenta de la significación de estos vínculos de consumo, debemos considerar el proceso de comunicación en el lugar y e n el momento donde se realiza. Los hábitos y las preferencias individuales se integran en la dinámica de la vida familiar y en la organización de este espacio doméstico...”

Estos vínculos han dado lugar a una consideración más amplia prácticas culturales en este sentido traemos a colación la siguiente afirmación:

“...La cultura abarca el conjunto de procesos sociales de producción circulación y consumo de significación en la vida social. Se produce, circula y consume en la historia social. No es algo que aparezca siempre de la misma manera. Un objeto puede transformarse a través de los usos y reapropiaciones sociales, ya que cada grupo social realiza un proceso particular de significación de los usos y bienes culturales. Así la cultura es la instancia en la que cada grupo reorganiza su identidad.

( García Canclini 2005)

En el mundo de hoy es preciso reivindicar el acceso a un capital cultural. Cuando más importante sea el capital cultural de una persona, en mejores condiciones estará de encontrar significaciones plurales en los discursos en los textos y en las informaciones que se producen y circulan en la sociedad y que tanto inciden en su visión del mundo.

Se trata de aprender a escuchar a los niños y adolescentes para descubrir lo que tratan de decir ( algo que no siempre ellos manifiestan con palabras). Será necesario partir de sus consumos culturales: escuchar sus músicas, leer sus historietas, observar sus vestimentas, conocer sus películas, y saber de sus emisiones televisivas (Barbero 2003).

La idea es contar con la información necesaria y el conocimiento apropiado sobre el universo cultural de los niños y los jóvenes con los medios de comunicación y las industrias culturales deben constituirse en un punto mas de referencia para quienes

piensan políticas públicas destinadas a las nuevas generaciones, en especial desde la educación, la comunicación y la cultura.

Es importante advertir que los procesos cognitivos, que incluye a los modos de percepción y expresión, de los niños y jóvenes, han presentado variaciones. producidas por la cercanía con distintos artefactos culturales y por el surgimiento de nuevos modos de utilización. Esto da lugar a la aparición de nuevas maneras de comunicarse, de nuevos códigos, y nuevos modos de entretenerse, y por lo tanto de jugar.

“...Los niños y los jóvenes se mueven en un universo de dinamismo, de fragmentación, de inmediatez, un mundo mosaico, de continua estimulación, donde todo es simultáneo.

Los niños y los jóvenes que miran televisión, escuchan radio, usan Walkman, se entretienen durante horas con un videojuego, exploran unos multimedia nuevos o navegan por Internet se mueven en un universo diferente, d múltiples lenguajes, dinámico, fragmentado y de continua estimulación. El zapping ha dejado de ser, para ellos, una actitud ante el televisor, para convertirse en una actitud ante la vida...” ( Ferrés 2000).

Frente a esta realidad cultural, de nada sirve alarmarse o reaccionar defensivamente. La escuela y la sociedad en general deben analizar y revisar la manera adecuada de acercarse a los niños de hoy.

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