Discriminacion
Yarasetortega16 de Febrero de 2015
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Historia de la democracia.
La democracia es la forma de organización social y política que mejor garantiza el respeto, el ejercicio y promoción de los derechos humanos. La democracia, al igual que los hombres y las mujeres, es perfectible.
Desde el punto de vista político, la democracia es una forma de gobierno en que la propia sociedad, orienta y dirige el poder del Estado. Abraham Lincoln en 1863 la definió como "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".
La democracia es también una idea sobre un régimen político cuya legitimidad se madura y conquista a través de la participación del pueblo, aunque, advertimos, la participación no es exclusiva de la misma. No obstante, el elemento popular, el pueblo, es fundamental a la democracia, es lo que la mueve; sintetiza en una palabra el elemento vital de la misma. Así como no puede haber régimen democrático sin participación, tampoco puede un régimen ufanarse de tal si no cuenta con un grupo numeroso de ciudadanos dándole vida y sentido. Es la materia de la que está compuesto; la "reserva carnal de la nueva civilización", como le gustaba decir a Maritain.
La democracia se genera en Grecia, con el pensamiento de Aristóteles donde se planteaba claramente que la única forma de gobierno de aquél entonces correspondía al “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” pero sería bueno el especificar que este “pueblo” solo correspondía a aquellos que pertenecían a la raza Aria de los griegos y que presentaban un gobierno real y no representativo, es decir que todos los que eran ciudadanos decidían juntos en “plebiscitos”. Esta democracia, es muy elitista, muy selectiva y por tanto contradecía sus propios ideales de igualdad y fraternidad.
Las teoría presentadas por estos pensadores liberales se basan en la idea del “Homo Homini Lupus”, el hombre es libre y se organiza su conducta por medio de la libertad que el mismo le entrega a la autoridad.
Nace entonces el estado representativo, es decir, el poder centralizado en una persona, quien es el estado y posteriormente la nación, originándose así el Absolutismo como régimen de gobierno. En aquel tiempo, también surge el voto, como por ejemplo en el sacro imperio germano romano, pero que en verdad sólo correspondía a la ratificación de los poderosos con respecto a sus propias decisiones y no a la intervención del pueblo en la política real.
Después del triunfo posterior de las 3 revoluciones liberales en el siglo XVIII renace el concepto de democracia del pueblo perdida luego de la absoluta concepción del poder divino en el rey, pero este no correspondió al fin de la lucha por la igualdad que representa la democracia y que aún no puede jactarse de estar completa y que en realidad sería muy difícil de lograr aún, mientras no se llegue a considerar a todos los seres humanos como iguales, sin importar la política, la economía, la religión o la misma sociedad que excluye a los hombres sólo por ser, pensar o querer ser diferentes en cierto modo.
La vida política de América Latina desde su independencia ha sido complicada y los intentos por alcanzar la democracia han sido fallidos en muchos países de esta región, donde hasta hace muy poco, el desorden político imperaba. La democratización ha sido un largo y difícil proceso.
La forma en que se llevó a cabo la lucha por la independencia en nuestro país, marcó el futuro político del mismo. Fue un largo proceso, liderado por criollos, que finalmente culmina en un efímero Imperio Mexicano, que pronto se transforma en República Federal. Nuestro país creció en medio de un gran desorden económico, situación que aprovecharon las potencias industrializadas que pronto expandieron sus negocios en el mismo. Esto originó fuertes oligarquías, que provocaron grandes cambios políticos, pero no necesariamente fueron cambios democráticos. Se dio inicio a generación de un partido político que durante más de 70 años gobernó a nuestro país, a través de control político total.
Hoy en día, las elecciones políticas en nuestro país no son del todo limpias ni libres, por desgracia aunque México ha avanzado en materia de derechos civiles, garantías individuales y libertad de expresión.
Sin embargo y a pesar de que las instituciones y autoridades son menos autoritarios y más respetuosos de estos derechos, México pasa por un momento álgido porque estos derechos se rompen y se trastocan con el crimen organizado, que ha pisoteado literalmente cualquier tipo de derecho en contra de pueblos enteros, afectando las garantías y la seguridad de la sociedad.
Problema de la democracia en México.
En el caso de nuestro país pareciera asemejarse más a una poliarquía que a una democracia ya que a veces la participación del pueblo es un ideal imposible y sólo podemos alcanzar un sistema formal de selección de elites para las labores de gobierno a través de la compra de votos o el chantaje electoral. Como sabemos en nuestro país, los funcionarios públicos encargados de diseñar las políticas públicas (gobierno) trabajan bajo un régimen de presidencialismo en el que el pueblo “elige” una persona que desempeña la jefatura de estado de gobierno durante un periodo y todo esto se da a través de un orden jurídico que actúa sobre la población ubicada en un territorio determinado (estado) que a su vez es la fórmula que se utiliza para envestir de autoridad al gobierno y legitimar así su intervención en asuntos políticos, económicos, sociales, culturales, etc. que representan una sociedad.
La democracia en México, según muestran las apariencias, es una institución tan cotidiana como cualquier persona de nuestra familia o como cualquiera de nuestras actividades diarias. También, parece ser tan común y cercana como cualquiera de nuestras estrellas de cine y televisión.
La vemos todo el tiempo, figurando en la elección de gobernantes, en la designación de premios para determinadas personalidades del arte y el espectáculo, al elegir líderes sindicales o gremiales, al elegir al jefe del grupo de la escuela o al jefe de manzana, o al presidente de la asociación de colonos, etc.
En resumen, puede decirse que la democracia en México es más que una simple forma de gobierno, y que es, ante todo, un estilo de vida. Así, el mexicano, aparentemente, toma sus decisiones de un modo democrático: él y su pareja deciden juntos lo que concierne a su vida familiar.
Visto así, pareciera que el sueño del mexicano, o sea, un país libre, democrático, verdaderamente soberano, es una realidad. ¡Nada más erróneo y alejado de la realidad! El machismo, con todo lo que implica –violencia intrafamiliar, poligamia, infidelidad, paternidad irresponsable, abandono de hogar, irresponsabilidad laboral, etc. – aún sigue vigente.
El autoritarismo estatal es el sistema de gobierno más popular y difundido en el país: imposiciones, fraudes electorales, influyentismo, prepotencia, omisión del clamor popular y de las demandas del pueblo.
Más bien, lo que sucede en México es que ni hay democracia plena ni Estado de derecho y los titulares de los poderes públicos, a efecto de no empeorar las cosas confirmando tal situación (lo cual degeneraría en un desorden y anarquía pero de los que ya existen), asumen un papel de simulación, sonriéndole a las cámaras de televisión y diciéndole al país que "todo está bien" (cosa que, por supuesto, nadie cree y genera polémica).
Esto, sin duda, permite que el caos aumente ligeramente todos los días, sin esperanzas de solución. Y, bueno, en lo que democracia se refiere, esa simulación es tan exitosa que, la gente, en su consiente, asume que dicha democracia es una realidad, aunque su subconsciente le marque incisivamente que eso no es más que una falacia.
Entonces, ¿qué debemos hacer para poder lograr una verdadera democracia en México? Ante todo, debemos rechazar los caminos violentos para poder obtenerla. La violencia genera más violencia y nunca nos llevará a un resultado positivo. Los métodos violentos pueden ser útiles e incluso necesarios cuando se requiere obtener un resultado inmediato en situaciones desesperadas, pero para lograr efectos permanentes y valiosos, no es funcional. Por lo que si queremos que se logren las cosas, estas deben ser mediante la creación de hábitos y adquisición de virtudes, de esta manera podremos pensar en llegar a tener metas superiores para así alcanzar una verdadera democracia.
La democracia, como ya lo hemos planteado anteriormente, no es nada más una forma de gobierno, sino un estilo de vida. Es decir, una forma de vivir y comportarse a la que sólo podremos llegar por un proceso de maduración y autoconciencia, lo cual parece hemos olvidado los mexicanos. Debe implicarnos un gran sentido de responsabilidad y una decisión, constantemente renovada para sacrificarnos por el bien común, desde nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra sociedad y dejar de pensar en el bien individual y así generaremos un gran valor para defender nuestra libertad y justicia. Debemos suponer una actitud de crítica y de inconformidad y una permanente lucha por el derecho, pero siempre sin violencia ni excesos. Lo importante es la constancia. No quitar el dedo del renglón cuando se trate de salvaguardar nuestros derechos como pueblo, y exigirles a nuestros gobernantes el ejercicio de la misma.
Podría parecer muy difícil alcanzar la democracia, pero no es imposible. Si todos tenemos la decisión firme de lograrla, y aprovechamos al máximo los recursos que tenemos los seres humanos como la mente, la voluntad, el afecto, el esfuerzo cotidiano en el trabajo, nos podemos
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