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EL ADOLESCENTE EN LA ESCUELA SECUNDARIA


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  1.361 Palabras (6 Páginas)  •  593 Visitas

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El Adolescente en la Escuela Secundaria

El trabajar con adolescentes, a decir de mi propia experiencia, puede llegar a ser una tarea desgastante, la relación maestro-alumno durante esta etapa se caracteriza por ser un constante estira y afloja. En cierta ocasión, mientras trataba de impartir mi clase a un grupo particularmente difícil, me invadió la sensación de que habían seleccionado a los jóvenes más terribles de la ciudad y los juntaron en el grupo a mi cargo con el único propósito de hacerme la vida de cuadritos; les aseguro que no hay nada más lejano de la realidad, las conductas que observamos en nuestros queridos alumnos son mucho más comunes de lo que imaginamos.

Es el maestro quien imprime la diferencia al momento de tratar con sus alumnos, él decide si solo transmite los conocimientos que le marca el programa, o si crea una verdadera relación de enseñanza-aprendizaje, en donde la adquisición de conocimientos pasa a un segundo término, para dar paso a otros aspectos formativos que serán determinantes en la vida futura de los jóvenes.

Algo que nosotros como maestros nunca debemos olvidar es el hecho de que también fuimos adolescente, “éramos menos tremendos, más respetuosos” dirán algunos, pero el hecho es que pasamos por esa etapa y los sentimientos que se generan siguen siendo los mismos (aislamiento, rebeldía, resentimiento, curiosidad, etc.), quizás lo que ha cambiado son las manifestaciones conductuales de esos sentimientos, sin embargo, el echar mano de la propia experiencia estudiantil vivida, nos será de gran ayuda para mejorar la relación con nuestros alumnos, no olvidando que cada adolescente posee personalidad y capacidades diferentes.

Es responsabilidad del mentor descubrir las demandas educativas reales de cada grupo, escogiendo los métodos adecuados que logren en el alumno los cambios de conducta requeridos para que sus capacidades sean aplicadas en la forma correcta. El día que dejemos de ver la relación maestro-alumno como un problema a resolver y se convierta en parte fundamental de nuestra práctica docente, ésta tarea se volverá menos angustiosa para el maestro formando parte activa del proceso educativo.

El papel que juega el docente para llevar a buen término la educación secundaria es determinante. Durante estos años es cuando el cerebro infantil llega a su máximo desarrollo, es decir, a los 16-18 años las personas son tan inteligentes como lo serán de adultos, lo que marca la diferencia son los conocimientos y habilidades que cada individuo llega a desarrollar o dominar. Esto nos lleva a reflexionar sobre lo importante que es generar en los estudiantes de secundaria la experiencia de nuevos procesos más que de nuevos contenidos, preparándolos realmente para enfrentar los retos futuros que puedan presentarse a lo largo de sus vidas.

Otro aspecto que debemos entender es que la adolescencia es una etapa de cambios constantes, tanto físicos como emocionales; dado que estas transformaciones varían de un adolescente a otro, podemos encontrarnos jóvenes plenamente concientes de su sexualidad y otros que aún no se explican las conductas de sus compañeros hacia el sexo opuesto. Lo que sí es una constante es el hecho de lo difícil que le resulta al adolescente asumirse como una persona que dejó de ser niño, pero que aún nos es lo suficientemente maduro para ser considerado un adulto y que por lo tanto requiere ser orientado en la toma de decisiones (él quisiera que nadie le dijera lo que tiene que hacer); esto explica, en parte, la problemática que parece caracterizar la relación de los adolescentes con las figuras de autoridad. No es extraño que como consecuencia a su rebeldía, nuestro juicio social haya elegido tratarlos de delincuentes, sin embargo entender a los adolescentes es un esfuerzo que bien vale la pena.

Comprender a los jóvenes no significa dejarlos hacer lo que ellos quieran, la conducta del adolescente debe ser normada, sobre todo dentro de una escuela; conocí un alumno que se empeñaba en usar dentro del salón de clases las esclavas y cadenas que cubrían sus muñecas y cuello, cuando un maestro le pedía que se las quitara se negaba a hacerlo, su argumento era que “no lo dejaban ser”; con

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