EL DESARROLLO EMOCIONAL Y EL ESTABLECIMIENTO DE RELACIONES ÍNTIMA

EL DESARROLLO EMOCIONAL Y EL ESTABLECIMIENTO DE

RELACIONES ÍNTIMA

EL DESARROLLO EMOCIONAL Y EL ESTABLECIMIENTO DE

RELACIONES ÍNTIMA

DESARROLLO EMOCIONAL

Las expresiones emocionales (interés, miedo, disgusto, alegría, tristeza e ira) de los bebés   muestran   bien   sus   emociones   y   permiten   predecir   su   respuesta ante   ciertas experiencias concretas. Las emociones positivas son más fáciles de diferenciar que las negativas, y además, los bebés pueden comunicar sentimientos mediante expresiones vocales. Durante los dos primeros años de edad aparecen las emociones primarias (básicas): ira, tristeza, alegría, sorpresa y miedo. Éstas están biológicamente programadas, ya que aparecen aproximadamente a la misma edad en todos los niños y culturas. Sin embargo, antes de expresar emociones con las que no han nacido, los niños necesitan aprender que tienen cierto control sobre los hechos y objetos. En   el   segundo   año   aparecen   las   emociones   secundarias (complejas):   turbación, vergüenza, culpa, envidia   y   orgullo.   Se   pueden   denominar   autoconscientes   o autoevaluativas ya que conllevan cierto sentido del yo y de la comprensión de las reglas para evaluar su propia conducta. A los tres años de edad aproximadamente, los niños son capaces de evaluar sus acciones como buenas o malas y manifestar signos de orgullo o vergüenza. Los padres ejercen influencia en la expresión de las emociones autoevaluativas, provocando la tendencia de los niños a sentir orgullo o vergüenza, y en muchas ocasiones, éstos manifiestan estas emociones sólo cuando hay adultos delante.

Cada   sociedad   posee   unas   reglas   de   expresión   emocional   que   especifican   las circunstancias   en   que   las   emociones   deben   o   no   manifestarse. Para   seguir   estas enseñanzas los bebés tienen que aprender a autorregular sus emociones. Al principio, tratan de regularlas balanceándose, mordiendo o apartándose de objetos. Alrededor de los dos años empiezan a tratar de controlar las acciones de las personas u objetos que noles gustan. Cuando son más mayores son capaces de regularlas pensando en cosas agradables y dando un sentido más satisfactorio a la aflicción. La regulación de las emociones   a   veces   implica   mantener   o   intensificar   los   sentimientos   en   lugar   de suprimirlos, como, por   ejemplo, el   orgullo por   los   logros que   contribuye   a un   yo académico positivo. Aproximadamente   a   los   3   años   los   niños   empiezan   a   ocultar   sus   verdaderos sentimientos de forma limitada. En primaria, se hacen más conscientes de las reglas de expresión y aprenden qué emociones expresar y cuáles suprimir según la situación. Sin embargo, tardan mucho tiempo en dominarlas. La capacidad de los bebés para interpretar expresiones emocionales se manifiesta entre los 8 y 10 meses cuando empiezan a controlar las reacciones emocionales de los padres y las utilizan para regular su conducta.   Al final del primer año se amplía a otras personas, y a los dos años utilizan estas reacciones para evaluar la precisión de sus juicios.

Hablar de las emociones sirve al niño para comprender mejor sus sentimientos y los de los demás, de modo que florecen ciertas conductas prosociales como la empatía. Con la edad, la capacidad de reconocer e interpretar las emociones ajenas mejora. A medida que se empiezan a basar en la información interna y externa, empiezan a comprender que una misma situación provoca distintas emociones en las personas y que se pueden sentir más de una emoción a la vez. Los niños integran indicios faciales, conductuales y situacionales. Las expresiones emocionales de la primera infancia ayudan a los niños y a las personas que   se   relacionan   con   ellos   a   conocerse.   El reconocer   emociones   les   sirve   como “referencia   social” para   saber   cómo   tienen   que   sentirse   o   comportarse   en   ciertos momentos, es decir, les proporciona conocimientos para comprender el mundo en el que viven.

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