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ENSAYO TEORIAS Y SABERES


Enviado por   •  2 de Marzo de 2013  •  2.005 Palabras (9 Páginas)  •  371 Visitas

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ANÀLISIS CAPÍTULO 1

“LA VIDA EN EL INTERIOR DE LAS AULAS”

En nuestras prácticas escolares debemos promover el desarrollo de habilidades para poder generar en nuestros alumnos el interés por el aprendizaje, desafortunadamente todavía encontramos colegas que más de una vez se preguntan ¿Por qué no aprenden nuestros alumnos si día con día nos bombardean con nuevos modelos educativos?, ¿Qué estará pasando?, ¿Qué teoría del aprendizaje aplicamos? Pues bien la educación es un campo por medio del cual podemos esperar mejorar la calidad de vida, sin embargo; esto es una paradoja cómo podemos mejorar si no ofrecemos una educación de calidad a nuestros alumnos, será que tenemos paradigmas establecidos que difícilmente podemos romper o incluso mejorar, se nos ha hecho creer ya desde tiempo atrás que el aprendizaje memorístico nos lleva al conocimiento; a este último lo considero necesario para memorizar un número de teléfono, pues cualquier número que difiera del que tengo no servirá para nada; más sin en cambio considero que es importante centrarnos en el sujeto que aprende para poder voltear la mirada hacia nosotros y así preguntarnos: ¿Cómo y qué enseño?.

Cada día vemos más deserción escolar, ausentismo y repitencia en nuestras aulas escolares, por lo que debemos detenernos a analizar las causas por las cuales nuestros pequeños y jóvenes desertan y adquieren roles en una sociedad que más tarde los envolverá, algunos quizá de manera positiva pero otros más de manera negativa. De tal forma que debemos tomar conciencia de la ardua labor que tenemos como docentes para formar ciudadanos íntegros capaces de aprender a aprender y sobre todo de saber ser ante una sociedad en constante cambio; por lo que no se trata de evaluar las conductas de nuestros pequeños, sino de entender las razones por las cuales tal o cual niño se comporta de determinada manera y ejecutar estrategias que enriquezcan su sus expectativas en el arte de aprender. Claramente Postic (2000) señala que “categorizar a un alumno, es negarle de antemano el acceso a otro estado diferente de aquel en el que se encuentra encerrado”, por lo que como comunicadores debemos favorecer que cada colectivo escolar construya de manera favorable sus conocimientos y evitar la marginación y el rechazo que inhiben el proceso de aprendizaje del niño y, sobre todo convierten a cada discente en un estigma que lo llevará al fracaso.

Al percibir el fracaso escolar en el aula lo que hacemos es otorgar a otros las posibles causas por las cuales el niño no alcanzó los objetivos planteados del programa escolar y no nos detenemos a analizar cuál fue el papel que desempeñamos en el proceso de aprendizaje, por lo que se nos hace fácil señalar el currículo escolar como problema central para lograr la movilización de saberes en cada discente, sin embargo; al etiquetar a un niño como flojo, torpe o minusválido lo que provocamos es bajar la autoestima sintiendo vergüenza, desconfianza, timidez, desamparo, aspectos que marcarán de por vida al pequeño. Un aspecto primordial que no podemos pasar desapercibido es el referente social que trae el niño, ya que la mayoría de las veces el niño viene de un hogar desintegrado por lo que busca fuera de su familia los vínculos que le permitan sentirse importante para cualquier persona, y es precisamente ahí donde acercamos al grupo de alumnos a la delincuencia, pandillerismo, drogadicción que son el procedimiento ineficaz que afectará en un futuro las relaciones sociales de la humanidad.

Tenemos una gran responsabilidad con la educación y sobre todo con la sociedad y, si no la cumplimos estaremos llevando a los alumnos a la pérdida de su identidad, por lo que la solución creo y afirmo que está en la implementación de procesos creativos en los programas escolares dando la oportunidad a cada pequeño de que se manifieste sin temor ante la clase, que dialogue con los demás, que sea propositivo, emprendedor y crítico para que de ahí se desencadenen los procesos de construcción del conocimiento.

No debemos cerrar los ojos a nuestra realidad actual, por el contrario consideremos los tiempos que nos están tocando vivir, proporcionando un ambiente apropiado para que se den las experiencias creativas de aprender de una manera relajada y natural para que de esa manera se fomente la imaginación y la fantasía. Sin embargo, ¿qué hemos hecho en nuestra labor pedagógica? Hemos hablado de qué es lo que queremos hacer para fomentar el análisis, la crítica y sobre todo la creatividad en cada uno de los escolares, sin embargo; sabemos ¿Cómo lo vamos a hacer?, creo que por ahí debemos iniciar y lo esencial es crear en nuestras aulas una atmósfera grupal donde prevalezca la confianza y la libertad que permita la expresión de ideas originales para llegar a solucionar problemas en grupo. Está por demás decirlo, pero lo primero que debemos hacer es darles permiso a los alumnos de ser creativos. Una actitud de respeto es el punto medular que nos llevará a despertar el aspecto afectivo del educando y con ello promoveremos la comunicación en el grupo escolar. Al fomentar este ambiente de confianza en el aula estaremos promoviendo aptitudes y actitudes en el niño tales como la fluidez, la originalidad, la flexibilidad, la intuición y algo muy importante el desarrollo de la percepción.

Tanto avance tecnológico ha hecho que nos enfrentemos a crisis políticas, sociales y económicas, somos un país subdesarrollado con sobrepoblación, drogas, delincuencia y todo esto nos tiene al borde de un abismo que nos impide pensar, en pocas palabras nos hemos deshumanizado. Queremos olvidar el pasado y cerrar los ojos para no ver el futuro que le estamos dejando a la humanidad.

En la actualidad todavía encontramos aulas con profesores conductistas, es decir; aquellos que no les importa que el aprendizaje sea significativo para el niño, por lo que estoy de acuerdo con el profesor SOANE (1982) al decir que si el conductismo está muerto, entonces es un “muerto viviente”, ya que en las escuelas si el niño hace algo mal, se le tacha su error sin decirle porque estuvo mal y, si todo estuvo bien se le premia con una calificación. Así a menudo el alumno estudia, memoriza

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