El Olvido Está Lleno De Memoria
iramadesiree.1425 de Junio de 2014
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Resumen:
El presente trabajo aborda la relación entre historia, memoria y olvido. Partimos de las interrogantes que se nos plantean como docentes al encarar estos conceptos. Los profesores, en especial los profesores de historia nos enfrentamos a la disyuntiva sobre qué historia enseñar y cuál es el lugar de las memorias y los olvidos.
Se desarrolla quienes son los protagonistas de las memorias y los olvidos, cual es la relación entre el individuo y el contexto al cual pertenece, el papel del testimonio, la relación entre género y memoria, seguidamente el rol del olvido y el silencio, brevemente planteamos la relación entre tiempo y memoria. Cerramos nuestro trabajo reflexionando sobre cuál es nuestra misión como docentes de historia comprometidos con los nuevos desafíos que nos propone el siglo XXI. .
Palabras Clave: historia, memoria, olvido,
Introducción
"es una posesión, porque
el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda"
Jorge Luis Borges
Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria"
Joaquín Sabina
"La memoria es la forma en que una colectividad recuerda su pasado y busca proporcionar una explicación al presente, darle un sentido".
Annette Wieviorka, jornadas-debate de la Asociación de Amigos de la Fundación de la Memoria de la Deportación, Sobre la transmisión de la memoria de la deportación, París, 18 de marzo de 1999.
Como docentes, comprometidos en la formación de los jóvenes del hoy, futuro del Uruguay, nos preguntamos, nos planteamos algunas interrogantes
¿Qué significado tiene educar en la memoria? ¿Cuál es la relación existente entre memoria e historia? ¿Y entre memoria y conocimiento del pasado? ¿Y entre memoria y la enseñanza de la historia? ¿Por qué es importante recordar?
¿Qué memorias debemos enseñar?
¿Se debe enseñar una memoria oficial, o la memoria de los actores y los testigos? Corriendo el riesgo, en el primer caso de justificar el poder político del presente y en el segundo de oír voces fragmentadas, deformadas, reduccionistas
Ya en 1921, uno de los más grandes historiadores del siglo XX Marc Bloch se interrogaba sobre los límites del testimonio y la necesidad de una "crítica metódica" del mismo:
"No existe un buen testigo, ni tampoco hay deposición exacta en todas sus partes. Pero sobre algunos puntos, un testigo sincero y que piensa decir la verdad merece ser creído, cuestión infinitamente delicada a la que no se puede dar de entrada una respuesta inmutable, válida en cualquier caso. Hace falta examinar cuidadosamente cada prueba y decidirse en cada ocasión según las necesidades de la causa"4
Este fragmento nos invita nuevamente a reflexionar: ¿Son los actores los que hacen la historia? ¿Qué se puede extraer de los testimonios orales?
¿Qué relación se da entre el conocimiento culto de los historiadores y la transmisión de la memoria?
Según el Prof. Antoine Prost, que colaboró en la obra "Los lugares de la memoria" bajo la dirección de Pierre Nora:
"el sentido de las conmemoraciones corre el riesgo de perderse si un conocimiento culto no lo sustituye con rigor y piedad. Es preciso que en lo sucesivo la Historia tome el relevo de la memoria"5
Los docentes enfrentamos el desafío de hacer el esfuerzo intelectual de actualizarnos científicamente, pero a la vez de escuchar las voces de los protagonistas como memorias patrimoniales que se transmiten a las nuevas generaciones y se insertan a la memoria colectiva. Porque la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos es objetivo de la enseñanza de la historia.
"Cuando intervenimos en las escuelas, aportamos un testimonio histórico no siendo historiadores y no teniendo más que una aproximación parcial a la historia, pero aportamos una imagen viva de lo que hemos conocido, nosotros testificamos para el futuro, por el respeto a la dignidad de todos los hombres (…)
La memoria no es el pasado tal como se inscribe en las lápidas o se escribe en los libros, esto es el recuerdo, está muerto, congelado en el pasado, como los túmulos o los monumentos funerarios. La memoria es otra cosa, está viva, es el porvenir en marcha, es la vida. Si el pasado pertenece a los que lo han vivido, la memoria no puede ser confiscada por tal o cual grupo humano, por legítimo que pudiera parecer, porque es universal y pertenece a todos los hombres" (subrayado nuestro) Braun (2000)6
Desarrollo
Historia, Memorias y Olvidos
"(…) confieso que apenas se enciende la grabadora, siento miedo (…) La conversación es un género volátil. Las palabras son aire y se las lleva el aire. Al caer en la cinta magnética, les cortamos las alas. Se vuelven irrevocables. Me dirás que hablada o escrita, la palabra siempre es irrevocable. Lo es cierto.
Para que la palabra hablada sea irrevocable, debemos empeñarla. O sea: atarla, detenerla. En cambio, la palabra escrita está destinada a permanecer, aunque su duración sea mínima (…) La palabra hablada es ahora y aquí, una conjunción de voces en un lugar (…)
Octavio Paz.7
Aceptar que la historia está siempre en construcción, de eso se trata el quehacer histórico. Sentir la sensación de vacío obliga a seguir buscando vestigios del pasado y considerar a los protagonistas anónimos de los procesos. Puede ser la suya, una historia ordinaria, perdida entre tantas otras, que espera ser rescatada y revalorada, para recuperar con ello los sitios de la memoria a los que hace referencia Pierre Nora.8
Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos.
Pero, ¿quién es el que recuerda y el que olvida? ¿Es un individuo o debemos hablar de memorias colectivas? ¿Qué se recuerda y qué se olvida?
¿Qué relación existe entre lo que se recuerda y se olvida con el género?
¿Cómo y cuándo?
El ejercicio de recordar y olvidar es singular. Cada persona tiene sus propios recuerdos, que no pueden ser transferidos a otros. Es esta singularidad de los recuerdos, y la posibilidad de activar el pasado en el presente -la memoria como presente del pasado, en palabras de Ricoeur (2004)- lo que define la identidad personal y la continuidad del sí mismo en el tiempo.
Al hablar de memoria individual debemos tener en cuenta que ella discurre entre dos instantes que le están vedados como lo son el nacimiento y por supuesto en el otro polo la muerte, registros que son externos al sujeto. Como afirma el gran literato latinoamericano Pablo Neruda; "Nunca recordaremos haber muerto… ni de nacer tampoco guardamos la memoria… no tienes más recuerdo que tu vida"9 lo que nos sucede en ese inmenso túnel es parte del inventario personal.
Estos procesos no ocurren en individuos aislados sino insertos en redes de relaciones sociales, en grupos, instituciones y culturas. De inmediato el pasaje de lo individual a lo social e interactivo se impone. Quienes tienen memoria y recuerdan son seres humanos, individuos, siempre ubicados en contextos grupales y sociales específicos. Es imposible recordar o recrear el pasado sin apelar a estos contextos.
Es Maurice Halbwachs quien primero forjó, y luego impuso, la noción de memoria colectiva como concepto explicativo de una cierta cantidad de fenómenos sociales en relación con la memoria. Lo hizo sobre todo en tres de sus obras: Les cadres sociaux de la mémoire (1925), La topographie légendaire des Évangiles en Terre sainte. Étude de mémoire collective (1941) y La mémoire collective(1950), publicada de manera póstuma
"sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los acontecimientos pasados en los marcos de la memoria colectiva (...) El olvido se explica por la desaparición de estos marcos o de parte de ellos (...)"
Halbwachs, (1992).10
Y esto implica la presencia de lo social, aún en los momentos más «individuales». «Nunca estamos solos» -uno no recuerda solo sino con la ayuda de los recuerdos de otros y con los códigos culturales, compartidos, aún cuando las memorias personales son únicas y singulares-. Esos recuerdos personales están inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y conmemoraciones grupales (Ricoeur, 2004). Como
esos marcos son históricos y cambiantes, en realidad, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo. Y lo que no encuentra lugar o sentido en ese cuadro es material para el olvido.
(...) la memoria colectiva sólo consiste en el conjunto de huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado al curso de la historia de los grupos implicados que tienen la capacidad de poner en escena esos recuerdos comunes con motivo de las fiestas, los ritos y las celebraciones públicas."
Ricoeur, (2004)11
" (…) "Algunos de mis amigos, amigos muy queridos, no hablan nunca de Auschwitz" (Levi 1ª, p.172). Pero para otros, la única razón de vivir es impedir que muera el testigo. "Otras personas, en cambio, hablan de Auschwitz incesantemente y yo soy uno de ellos(Ibid)".
Agamben, (2000)12
Aún en aquellos que como Levi, vivieron para ser testigos, para dar su testimonio, al decir de Agamben (2000), el mismo contiene, no obstante, una laguna sobre la que es necesario reflexionar pues pone en tela de juicio el propio sentido del testimonio:
" (…) "En todo testimonio los testigos, por definición, son quienes han sobrevivido (…) El destino del prisionero
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