Enseñanza Mutua

CLASICOS DEL PENSAMIENTO PEDAGOGICO MEXICANO

(ANTOLOGIA HISTORICA)

LA ENSEÑANZA MUTUA EN LA PRÁCTICA

Autor: Gilberto Guevara Niebla

Por la época del siglo XIX, se implementó un método de enseñanza denominado: lancasteriano traído de Europa específicamente británico, este lleva el nombre en honor de Joseph Lancaster (1779- 1838), quien fuera escritor y reformista educativo y principal exponente y creador de tal método.

Su ingreso en México seria por los años 1819 y 1822, estuvo en función hasta el año de 1890, su guía, la filantropía y su función, enseñar al pueblo es decir, a las clases menesterosas de México. Este método se diseñó hacia la prole, la gente que carecía de una buena posición económica, alto índice de analfabetismo y también debido que a la burguesía le parecía “innecesario así como peligroso” que el pueblo tuviera conocimientos.

Es por esto que esta nueva etapa contiene mucho más que una renovación en el método didáctico: la utilización de monitores es lo que la hace distinguir.

Cuando se fundó esta compañía, sus miembros proyectaron una escuela con 1386 alumnos con un solo profesor. Estos alumnos estarías ubicados en tres corredores que formaban una “T”, 660 niños de las primeras letras en el más largo y 418 de estudios avanzados en otro corredor y 308 normalistas en el tercero.

Este método, también llamado mutuo, se basa en el uso de alumnos avanzados, denominados “Decuriones o monitores”, que enseñan a sus compañeros los conocimientos adquiridos anteriormente. Un único maestro con el cual se comunican sólo los monitores; así queda conformada una estructura piramidal que permite tener muchos alumnos en la base, los monitores sosteniendo la franja intermedia y al maestro único en la cúspide, controlando la totalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Su didáctica era mecánica, repetitiva y memorística. Pero trató de abarcar un saber amplio: Disciplina, aritmética, orden, lectura, escritura y gramática. Su sistema disciplinario era tan rígido como mecánico el “andar” de sus monitores. También es criticable la utilización de la ridiculización (“orejas de burro”, rincón, etc.) como sanción, pero superó los castigos corporales. Los castigos eran excesivos y debían ser impuestos por el maestro quien por cierto, cabe mencionar, para saber del delito se asesoraba de sus monitores quienes declaraban la ofensa y quien la había ejecutado, de acuerdo a esta se determinaba el tipo y el tiempo de castigo así como la severidad de este (que sin duda cualquier castigo lancasteriano era ya en sí, severo y muy agresivo incluso hasta para un adulto).

Dos fenómenos que determinan su configuración van a dar un marco especial a estas nuevas posturas:

Primero, el monitor que antes ocupaba un papel accesorio en la enseñanza simultánea, pasa ahora a desempeñar un rol protagónico: deja de ser el simple “ayudante” para conducir él mismo el proceso de enseñanza aprendizaje.

Segundo, las relaciones sociales en el espacio escolar se transforman categóricamente, puesto que el lugar del que enseña es ahora ocupado por alguien que aún se encuentra en proceso de formación dentro del mismo esquema institucional.

El maestro se rodeaba de los alumnos más adelantados y se les instruía para prepararlos para el cargo de decuriones, vigilaba a los instructores y a los inspectores y desde luego impartía los

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