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Inclusión Y Sistema Educativo

MelbitinaBH12 de Octubre de 2012

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INCLUSIÓN Y SISTEMA EDUCATIVO

1. De la integración a la inclusión

III Congreso “La Atención a la Diversidad en el Sistema Educativo”.

Universidad de Salamanca. Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO)

Climent Giné i Giné

Universidad Ramón Llul (Barcelona)

La integración constituye uno de los fenómenos de mayor trascendencia en los

últimos años en el campo de la educación. Su origen en la década de los 60 –

inicialmente en los países desarrollados, aunque extendiéndose progresivamente a todos

los demás- debe buscarse, por un lado, en los movimientos a favor del derecho de las

minorías a no ser discriminadas por razón de sus diferencias y, por otro, en la creciente

conciencia de que las condiciones de marginación en las que vivían las personas con

discapacidad –entre otros colectivos- suponían un empobrecimiento para su desarrollo

personal y social.

La historia reciente de los movimientos educativos y de las iniciativas legislativas en

distintos países, la toma de posición de los organismos internacionales (UNESCO,

OCDE) y los manifiestos de las asociaciones de las personas afectadas o de sus padres

constituyen una buena prueba de lo que se acaba de afirmar. En nuestro país, con sólo

recordar la Ley de Integración Social de los Minusválidos (1982), que dio pie a los

llamados decretos de integración promulgados por el MEC (1985) y por los gobiernos

de las distintas CC.AA. con competencias, y la LOGSE (1990) parecería suficiente para

dar una idea de la magnitud de la incidencia de la integración en el sistema educativo.

En efecto, la reforma educativa ha supuesto el reconocimiento del derecho de todas

las personas con discapacidad a ser escolarizadas siempre que sea posible en un centro

ordinario, confirmando las prácticas integradoras iniciadas ya unos años antes. La

presencia de este alumnado en los centros ha comportado importantes cambios

organizativos, metodológicos, y curriculares, así como una demanda insistente de

recursos materiales, personales y de formación; a veces, también, ha provocado

resistencias, discrepancias entre las distintas personas o instancias implicadas y algún

que otro contratiempo. Es decir, parece que la práctica de la integración a nadie ha

dejado indiferente.

Al cabo ya de quince años de integración, una rápida valoración permitiría afirmar

que, aunque a menudo el profesorado no se ha sentido suficientemente preparado y

asistido para acometer con garantías las exigencias derivadas de la integración, el

esfuerzo llevado a cabo por muchos profesores para adaptar la respuesta educativa a las

necesidades particulares de determinados alumnos – junto con la voluntad de la

Administración Educativa - ha revertido en una mejora de la calidad de la educación

para todo el alumnado.

A modo de resumen, se señalan a continuación algunas de las cuestiones que a mi

entender definen la situación actual respecto de la integración (Giné, 1998).

En un sentido amplio, hoy en día tanto la reflexión como la práctica de la

integración en nuestro país se sitúa en el cumplimiento de uno de los objetivos de la

reforma que es justamente hacer de los centros educativos un entorno comprensivo

capaz de acoger y atender adecuadamente a la diversidad de necesidades de los

alumnos, sobretodo en la enseñanza secundaria obligatoria. La ampliación de la

educación secundaria obligatoria conlleva la presencia en las aulas de alumnado con

intereses, motivaciones y capacidades bien diferentes, entre los que se hallan tanto

aquellos procedentes de otras etnias y culturas, como aquellos con problemas

emocionales y/o de aprendizaje o bien con retraso en el desarrollo como consecuencia

de una discapacidad.

La opción a favor de un currículum básico para todos los alumnos y, por tanto, de

una escuela comprensiva exige tomar en consideración las distintas necesidades

presentes en el alumnado con objeto de que no se conviertan en fuente de

discriminación sino que se perciban como indicadores del tipo de apoyos que van a

necesitar con objeto de facilitar su progreso y, en última instancia, el logro de los

objetivos establecidos para cada una de las etapas educativas.

La integración de los alumnos con algún tipo de discapacidad no puede sustraerse a

este concepto amplio de diversidad sino que en él encuentra pleno sentido, dado que

este planteamiento nos lleva a centrar la atención no tanto en lo que tienen de diferente

estos alumnos –aunque lógicamente sin menoscabo de sus características personalessino

en la

naturaleza

de

la

respuesta

educativa,

es decir

en el

tipo

y

grado

de ayuda

que

necesitan

para

progresar.

III Congreso “La Atención a la Diversidad en el Sistema Educativo”.

Universidad de Salamanca. Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO)

Puede afirmarse que, en sintonía con los avances internacionales en este campo, el

desarrollo de la integración en el marco de una escuela comprensiva ha producido en los

últimos años una evolución conceptual en lo que se entiende por integración; se tiende a

abandonar este término y sustituirlo por el de “inclusión”. En la base de esta evolución

se hallan razones de naturaleza distinta que van desde las psicológicas y pedagógicas a

las más estrictamente sociales y éticas, que luego se examinarán con un poco más de

detalle.

Es justo reconocer que el movimiento a favor de la inclusión va más allá del ámbito

educativo y se manifiesta también con fuerza en otros sectores como el laboral, el de la

salud, el de participación social, etc.; es decir, la preocupación en torno a la inclusión

apunta claramente a todas las esferas que de algún modo tienen que ver con la calidad

de vida de las personas. De todas maneras, en el marco de esta exposición nos

centraremos preferentemente en el entorno escolar.

En cualquier caso, una síntesis de la situación actual de la integración – como la que

estamos proponiendo - no puede olvidar, al lado de los puntos fuertes señalados,

algunas de sus limitaciones, cuyo análisis revela la necesidad de introducir cambios

importantes en su orientación e implementación; cambios, por otra parte, coincidentes

con los postulados de la emergente filosofía inclusiva. Desde la perspectiva de los

centros educativos (Faro – Vilageliu, 2000), estas limitaciones pueden concretarse en

los siguientes aspectos:

Lleva a los centros a la necesidad de identificar a los alumnos “integrados”; dificultad en los

criterios.

Normalmente se atiende a los alumnos con problemas ya establecidos o, en su caso, cuando ya han

fracasado.

Los servicios de apoyo (entre ellos el de apoyo psicopedagógico) se centran en el alumno.

Se tiende a dar el apoyo de forma individual y a veces fuera de su contexto natural (el aula).

Necesariamente este apoyo es limitado, dado que deben atenderse a todos los alumnos con

problemas.

El profesor del aula ordinaria tiende a “desresponsabilizarse”.

Se descuidan los aspectos más sociales del aprendizaje.

El siguiente cuadro comparativo, extraído de Porter (1997), complementa y precisa lo que acaba de

apuntarse:

III Congreso “La Atención a la Diversidad en el Sistema Educativo”.

Universidad de Salamanca. Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO)

Enfoque tradicional Enfoque inclusivo

Se centra en el alumno Se centra en el aula

Se asigna un especialista al alumno Tiene en cuenta los factores de e/a

Se basa en el diagnóstico Resolución de problemas en colaboración.

Se elabora un programa individual Estrategias para el profesorado

Se ubica al alumno en programas espec. Apoyo en el aula ordinaria

2.

Sentido y finalidad de la escuela inclusiva

Aunque no parece existir una definición totalmente compartida entre los

profesionales sobre lo que debe entenderse por educación inclusiva o escuela inclusiva,

puede afirmarse que el concepto tiene que ver fundamentalmente con el hecho de que

todos los alumnos sean aceptados, reconocidos en su singularidad, valorados y con

posibilidades de participar en la escuela con arreglo a sus capacidades. Una escuela

inclusiva es aquella, pues, que ofrece a todos sus alumnos las oportunidades educativas

y las ayudas (curriculares, personales, materiales) necesarias para su progreso

académico y personal.

Parece claro que los procesos de cambio que harán posible el progreso hacia una

escuela inclusiva se vertebran en torno al currículo, entendido en sentido amplio, como

referente a partir del cual toman sentido las distintas actividades y, en su caso,

adaptaciones que se programen (Stainback & Stainback, 1999). De todas maneras la

inclusión no puede reducirse a

...

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