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La Hitoria De La Mente Humana


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  2.094 Palabras (9 Páginas)  •  434 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Antes de afrontar un trabajo sobre el Imperialismo, es necesario definir este concepto y conocer las repercusiones que este movimiento tuvo en todo el mundo, consecuencias que llegan hasta nuestros días.

Según la Real Academia Española, el Imperialismo es la tendencia de un Estado a la expansión territorial y económica, reuniendo pueblos cultural y étnicamente diferentes bajo su autoridad.

Sin embargo, históricamente esta palabra adquiere una nueva definición. El imperialismo es un fenómeno vinculado la mayoría de las veces al colonialismo. Existen imperios desde la Antigüedad, aunque fue en el s. XIX cuando llegó a su culminación tanto a nivel doctrinal como de la realidad de la formación de imperios coloniales justificados por razones raciales, culturales y económico- sociales. Al finalizar la II Guerra Mundial tuvo lugar un proceso general de descolonización política. Actualmente, los imperios político- económicos ocupan el papel de los antiguos imperios coloniales.

A continuación analizaremos este fenómeno para poder comprender la gran magnitud del mismo y los cambios que realizó en el transcurso de la historia.

DEL COLONIALISMO AL IMPERIALISMO

Los imperios comerciales de los siglos XVI al XVIII (España, Portugal y Países Bajos) basaban su poder en la ocupación de ciudades y puertos estratégicos, desde donde canalizaban la producción hacia la metrópoli. A partir del siglo XIX aparece un nuevo colonialismo, llamado imperialismo, entendido como expansión desde esas ciudades y puertos aislados hasta controlar todo el territorio, para organizarlo e imponer el modelo cultural el modelo cultural europeo en él.

En este imperialismo, el país asumía el control político y económico de los territorios colonizados. La organización política estaba en manos de un conjunto de funcionarios dirigidos desde la metrópoli. El Estado colonizador organizaba también la explotación del territorio conquistado e imponía y percibía impuestos locales. Entre las causas que explican el imperialismo destacan:

La necesidad de dominar nuevos territorios para ganar nuevos mercados y aumentar el prestigio político.

La avidez de materias primas para mantener y desarrollar la industria europea.

La utilización de estos territorios como válvula de escape para el exceso de población de Europa.

La revolución de los transportes.

Aunque las rutas coloniales mundiales y una serie de puertos estratégicos ya existían, a partir de la primera mitad del siglo XIX comenzó una carrera por el reparto del mundo. Gran Bretaña expandió su comercio entre 1814 y 1841, gracia a la ocupación de Malta, las Islas Malvinas, Singapur y Hong Kong. Por su parte, Francia conquistó Argelia (1830-1840), se expandió por Senegal, tomó varias islas del pacífico (Tahití, las Marquesas) y se anexionó Saigón en Indochina (1859). En respuesta, Gran Bretaña reclamó su soberanía sobre Australia y Nueva Zelanda y aumentó su presencia en la India. Como la expansión hacia el oeste había quedado interrumpida por la independencia del continente americano, el colonialismo europeo se centró en África, Oceanía y Asia. La exploración del continente africano, la apertura del canal de Suez y el ocaso del poder del imperio otomano favorecieron la aparición de dos líneas de expansión: la francesa a partir de Argelia, basada en el proyecto de conquistar los territorios comprendidos entre Senegal y Somalia; y la ingles a partir de Egipto, con el proyecto El Cairo- El Cabo. Los demás países europeos entraron también en lo que se conoce como el reparto de África, sobre todo a partir de la Conferencia de Berlín (1984-85), reunión internacional en las que las potencias acordaron el reparto del continente. Entones el mapa del mundo podía pintarse con seis o siete colores.

A finales del siglo XIX, por primera vez en la historia era posible hablar de globalización y de un mercado mundial, aunque todavía incipiente. La nueva época se caracteriza por la aparición de industrias y transportes mecanizados, la organización industrial de la producción, el desarrollo de los servicios higiénicos y la creación de uso ejércitos estructurados, con armas modernas.

3. EL REPARTO DEL MUNDO (1875-1895)

Los europeos de finales del siglo XIX y principios del XX creían que Europa era la civilización más avanzada y que la raza blanca estaba predestinada a guiar a los pueblos atrasados del resto del mundo en su camino hacia el progreso. Pensaban que los continentes desconocidos, habitados por salvajes, eran ricos en minerales y tierras cultivables, que era necesario explotar. Aún más importante era la idea de los dirigentes políticos europeos de que un país civilizado no era potencia si no tenía imperio colonial. Y su posición debía ser protegida incluso por las armas. Estas ideas impulsaron a los europeos a crecer a costa de otros pueblos.

Gran Bretaña llevaba la mejor parte en el reparto colonial: ella solo dominaba todo un subcontinente, la India. La reina de Gran Bretaña, Victoria, había sido proclamada emperatriz en de la India en 1876. En su nombre gobernaba un virrey con 5000 funcionarios que imponían su autoridad sobre 300 000 000 de personas. Egipto fue incorporado al imperio británico en 1882, después de vencer una fuerte oposición nacionalista.

Al mismo tiempo, Francia aumentaba sus inversiones en ultramar de forma significativa: de 10.000 millones de francos en 1875 pasó en 1900 a la cifra de 60.000 millones. En este corto espacio de tiempo la población de las colonias francesas pasa de tres millones de personas a sesenta millones. Las grandes extensiones de Indochina, Argelia, Túnez, parte de Marruecos y una buena parte de África occidental componían el dominio colonial francés. Otras potencias también trataron apropiarse de nuevos territorios, aunque en menor escala. Entre 1875 y 1895 el mundo estaba repartido.

El nuevo imperialismo desencadenó una serie de reacciones por parte de los pueblos sometidos a lo largo de Asia y África, para defender su independencia. Esta resistencia era una manifestación de descontento frente a la dominación europea y un intento de conservar las tradiciones locales. La conciencia nacional de estos pueblos a menudo utilizó

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