Liderazgo Para El Siglo XXI
mariemas2 de Julio de 2014
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Desarrollo del Tema:
Liderazgo para el Siglo XXI. Diálogos con 100 Líderes destacados
Lynne Joy McFarland – Larry E. Senn – John R. Childress.
Santa Fe de Bogotá, McGraw-Hill 1996
1. ¿Qué proponen los diferentes autores sobre el liderazgo?
La mayoría de los líderes están de acuerdo en que en este mercado global, crecientemente complejo, las organizaciones no pueden competir como empresas con empowerment de alto desempeño, sin desarrollar una cultura sana de valores para el éxito ampliamente compartidos por todos. Sin duda, éste es el nuevo itinerario para alcanzar los más altos estándares de excelencia del siglo XXI. Jack Welch, director de GE, expresó que: “es necesario vivir según nuestros valores, para potenciar las mentes y comprometerlas a triunfar en este entorno globalmente competitivo. Sencillamente, es imposible tener ese estilo anticuado de liderazgo”; esto, expresado al darse cuenta de cómo sus ejecutivos llevaban la organización, intimidando al personal, exprimiéndolos para alcanzar los resultados en términos de cifras.
Los líderes han llegado a darse cuenta de que una visión que comprometa es vital para el éxito de la organización como un todo, aunque ésta sólo establece el rumbo, no los parámetros que guían las decisiones y acciones de la gente. Por esto, los líderes exitosos de hoy comprenden también este nuevo y poderoso itinerario de una cultura basada en los valores, dejando de lado el viejo marco de “control y mando”.
La cultura refleja la personalidad de la organización. Una cultura sana proporciona sentido, dirección, propósito y claridad: las fuerzas unificadoras que estimulan la sabiduría colectiva y la energía de cada miembro de una empresa para ir hacia su visión y logro más elevados. La única manera como la gente puede creer en su organización, es si ésta es un lugar ético y honesto para trabajar. La única manera como podemos creer en nuestros líderes, es si despliegan una integridad impecable y si dicen la verdad, consistentemente. Estamos en una edad de intensa competitividad mundial. Nuestros clientes y electores son mucho más exigentes que antes, quieren una relación de largo plazo que se base en la confianza hacia nosotros y en nuestra capacidad de cumplir con lo que hemos prometido. Esto se logra sobre una sólida base de ética y de integridad.
El único ambiente que llevará hacia logros creativos e innovadores se fundamenta en la integridad y la confianza. La gente puede creer en lo que está logrando sólo cuando los líderes de todos los niveles de la empresa sean éticos y honestos. Los líderes deben vivir lo que predican.
En la medida en que comprendamos y actuemos con base en el bien común, seremos entonces más respetuosos y tolerantes unos con otros. De modo que los valores éticos contribuyen por una parte al auto-mejoramiento, y por la otra, al bienestar general de los demás. Estos valores se convierten en nuestros maestros para el futuro, el fundamento para la construcción de nuestras acciones. La creencia en lo bueno y lo malo, los Diez Mandamientos, son un excelente itinerario para nuestra conducta del siglo XXI. Las crisis éticas han sido cíclicas a través de la historia y es que en realidad hoy día hay un verdadero problema, y es que la sociedad acepta cosas que antes eran inaceptables. Como líderes debemos emprender acciones efectivas para darle la vuelta a todo esto.
Cuando se evalúa a las personas para que dirijan instituciones o nuestra nación, hay que tratar primero todo lo relacionado con la integridad antes de llegar a la visión, a los resultados o cualquier otra cosa. La integridad es el valor número uno que tenemos que buscar.
La ética crea la oportunidad de lograr algo verdaderamente productivo en la vida de una persona y esto se extiende a todas las instituciones. Nuestros líderes determinan los estándares de integridad para todo el país y para el mundo, cuando lideran mediante el ejemplo.
Cuando una organización ha establecido un conjunto poderoso de valores compartidos o principios rectores, todos pueden ser movilizados rápidamente y su potencial liberado para alcanzar la excelencia. Puede comprenderse mejor el papel que desempeñan los valores compartidos en una organización sana utilizando individuos que han tenido éxito en su vida. Se ha encontrado que, para que una organización florezca, ha habido un fuerte paralelo entre los principios de efectividad en la vida para un individuo y los valores compartidos para ganar. Los valores compartidos son considerados como la “piedra clave” para cualquier organización de éxito. Es el establecimiento y la clara articulación de valores compartidos que sean lo suficientemente amplios para sustentar a nuestra sociedad, dado el cambio incesante que se ha estado experimentando. Los valores y las actitudes afectan en grado considerable nuestro comportamiento, el cual, a su vez, afecta los resultados. Esta influencia sobre los valores es donde el líder puede producir el mayor impacto en la organización.
El concepto de mejoramiento continuo es un valor realmente sano y, para lograrlo, uno también necesita un aprendizaje y un cambio continuos. El primer enemigo del aprendizaje y de la calidad es la arrogancia. Lo que hace que una organización sea de calidad es el grado de energía que se consagra a avanzar por medio del aprendizaje. En realidad es el valor individual más importante de las culturas actuales. También, si un líder posee carácter y competencia, la confianza puede fundamentarse sobre esa base.
Los líderes enfrentan muchos retos de competitividad en el drásticamente diferente entorno empresarial de hoy: desinversión, desregulación, fusión, adquisición, reestructuración, avances tecnológicos rápidos y demás. Los empleados, que se ven impedidos por una cultura obsoleta, deben luchar para que su organización triunfe. La solución de mayor proyección que se ha encontrado en consultas con los líderes, es implementar toda una nueva y sana cultura basada en una visión claramente articulada, valores compartidos para triunfar cuidadosamente escogidos y estrategias operacionales reenfocadas.
Existe una percepción, y es que puesto que la cultura es el mayor determinante del comportamiento de una organización, los líderes tienen una responsabilidad significativa en los años por venir.
2. ¿Con cuáles autores se identifica? ¿Por qué?
Según Robert L. Crandall, Chairman and President of American Airlines: “uno tiene que comportarse de una manera tal que haga sentir orgullosa a la gente. Para ser un líder efectivo uno tiene que tener los más elevados estándares éticos. Hay que ser un modelo y debe crear una atmósfera de comportamiento ético en toda la organización; también tiene que comprometerse con las comunidades en que vive y trabaja, conservando los más altos estándares éticos para mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos más allá de la organización”. El enfoque de Crandall va más allá del comportamiento ético dentro de la organización, nos dice que de igual manera debemos lograr un mejor estilo de vida con aquellos que nos rodean, dar lo mejor de sí.
Kate Rand Lloy, Editor-Art-Large of Working Woman Magazine, nos dice: “en toda nuestra historia el valor más útil ha sido la Regla de Oro, este claro enunciado de la ética y la moral es el punto fundamental del cual ha de partir el liderazgo para el futuro”. Tratar a los demás como quiero que me traten a mí, es una regla indispensable si queremos agradar, si queremos ser líderes ejemplares, en los cuales se pueda confiar, actuando con integridad.
Hay que “generar confianza y respeto mutuos; oír a la gente que hace el trabajo, hacer responsables a los miembros de los equipos con la clara comprensión de que nunca podrán comprometer los estándares éticos”, palabras de H. Ross Perot, 1992 Presidential Candidate, and Founder and Chairman of The Perot Group. Algo que los trabajadores valoran mucho es que sean escuchados, que su trabajo sea tomado en cuenta realmente, de que la responsabilidad que han delegado en ellos es realmente valorada e importante para la organización.
Sanford “Sandy” McDonnell, Chariman Emeritus of McDonnell Douglas Corporation, nos dice: “la ética crea la oportunidad de lograr algo verdaderamente productivo en la vida de una persona y esto se extiende a todas nuestras instituciones. Tenemos la obligación de considerar, no sólo nuestro propio bienestar, sino el de los demás y el de la sociedad como un todo. Se piensa éticamente cuando uno considera el bienestar de la otra persona, o el de las demás personas de su país como un todo. No es tan sólo el estrecho panorama del respeto por la ley. Es abrirse a la totalidad de las relaciones personales. Se construye un equipo cuando se considera en todos los sentidos el bienestar de cada una de las personas del equipo”. Sanford, al igual que Crandall, nos dice que no se debe buscar sólo su propio bienestar, sino el de todos, hasta de un insecto que muchos no considerarían como importante.
Allen F. Jacobson, Former Chairman and CEO of 3M Corporation, explica: “en
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