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MARAS UNA AMENAZA REGIONAL


Enviado por   •  5 de Agosto de 2013  •  1.884 Palabras (8 Páginas)  •  252 Visitas

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Tema: “Maras, una amenaza regional”

Ejes: Subjetividad – Familia – Contexto Sociocultural

El objetivo de este trabajo es analizar el documental “Maras, una amenaza regional” articulando los siguientes ejes:

•Subjetividad – contexto sociocultural.

•Subjetividad - la familia.

Introducción

Mara es el nombre con que se conocen a las pandillas juveniles en Centroamérica, son grupos violentos que se han asociado bajo un régimen antisocial de existencia.

Es un fenómeno de carácter social como resultado de la desintegración familiar.

A las personas que pertenecen a las maras se las conoce como “mareros/as”, y al utilizar ese término, se reconoce inmediatamente el grupo al que pertenecen. La mayoría emerge de barrios marginales, en donde se agrupan compactamente para irrumpir y agredir a la sociedad.

Las pandillas generalmente están integradas por jóvenes del sexo masculino entre catorce y veinticuatro años. Tienen códigos de identificación propios, delimitan su territorio, trafican drogas y tienen a la violencia y al crimen como una parte fundamental de la vida diaria.

El asociarse a la pandilla es una característica para lograr seguridad, autoestima, placer, aprendizaje de solidaridad, afecto, pérdida de miedo al abandono y soledad, etc.

Viven presos, pero no en las cárceles por las que regularmente transitan, sino que en sus propios barrios, los cuales tienen los límites del territorio marcados.

Nadie puede irse de la mara, sólo existe un recurso intermedio de “calmarse”, el más frecuente es hacerse evangélico, integrándose a un grupo, siendo eximido de delinquir.

La pandilla es por sobre todas las cosas su familia.

La violencia

La violencia es un fenómeno social bastante complejo de estudiar, tiene un abanico de causas y consecuencias, que afectan diversas esferas sociales de nuestra vida cotidiana; por lo tanto cada vez, todos los seres humanos sin diferencias de etnia, religión, edad, género y nivel socioeconómico, estamos más expuestos a la violencia y con muchas posibilidades de generarla en cualquiera de sus diferentes formas de manifestación.

La violencia esta inserta y arraigada en las sociedades, por causa de un neoliberalismo predador que somete a millones de jóvenes en América a grandes condiciones de desigualdades por ejemplo: abandonar temprano la escuela, el desempleo, etc., de esta forma se subjetiviza a cierto nivel social de jóvenes periféricos y se legitimiza socialmente hacia el resto de las sociedades pensando que solamente es violento quien es pobre, habría que analizar quien es el verdadero violento, el sujeto que es sometido o quien implanta políticas tan crueles1. La violencia, sin embargo, se ejerce porque se enseña, se aprende y se legitima socialmente, desgraciadamente también se repite.

En la actualidad sobre todo en los países del tercer mundo, la violencia puede provenir de factores como: condiciones de hacinamiento, desempleo, exclusión, pérdida de valores morales, machismo, frustraciones, marginalidad, descontento social, violencia intrafamiliar, entre otras. Es decir, la violencia está estrechamente ligada a los problemas políticos, sociales y económicos de un país, considerándose estos problemas como macro violencias y macro manifestaciones de la misma.

Familia y Subjetividad

“... la constitución de la niñez como sujeto sólo puede analizarse en la tensión estrecha que se produce entre la intervención adulta y la experiencia del niño...”

Sandra Carli

(La infancia como construcción social)

Un hombre cuando nace necesita de un “otro” para sobrevivir, necesita un vínculo afectivo, del lenguaje como elemento simbólico que lo une a este “otro” y de esta manera da comienzo al proceso de formación de subjetividad. En palabra de Duschatzky y Corea: “El otro es entonces condición y posibilidad de subjetivación. Ese primer otro es la madre que nutre, cuida, brinda afecto, toca, habla. En este encuentro este otro introduce algo de otro orden que la mera asistencia física y que será el motor del psiquismo humano.” 2

Pero no todas las madres pueden asistir a su hijo en forma estable y exclusiva ya que no tienen disponibilidad social y afectiva y esta función hace que quede en manos de otro/s.

La ausencia de límites, la carencia afectiva, y la falta de contención, sin dejar de lado el contexto socioeconómico en el cual se desarrollan, son algunas de las causas por las cuales un sujeto ingresa a las maras.1

Otra causa es la caída de un patrón referencial en la estructuración familiar “... donde la familia es hoy un significativo vacío, un lugar sin referencia estable de significación.” 3

Estos sujetos necesitan pertenecer a estas asociaciones ilícitas juveniles ya sea por lo expuesto anteriormente o porque la mayoría proviene de hogares pobres, sin ingresos suficientes para el mantenimiento o desarrollo, desintegrados con ejemplos de violencia intrafamiliar por medidas arbitrarias de sus mayores y sin el aprendizaje regular de la escuela, que tiene alta tasa de abandono. Así que es habitual que caigan en la integración de grupos o pandillas.

Para cada integrante pertenecer a estos grupos significa tener un referente a seguir, un modelo, siendo las maras su familia.

La búsqueda de estos grupos de pertenencia produce la desubjetivación de estos sujetos que según Duschatzky y Corea: “Una de las condiciones de la desubjetivación en el entorno familiar es la visible indiferenciación de los lugares tradicionales de padre, madre e hijo, con la consecuente disolución de las posiciones de protección y autoridad de los padres hacia los hijos.” 4

El papel del padre se ve desdibujado, ya que deja de ser autoridad en la familia ingresando a un círculo vicioso que arrastra a toda la familia a un entorno de violencia por la ruptura de un nivel socioeconómico.

Ambos patrones referenciales (madre y padre) se encuentran simbólicamente destituidos.

Al sentirse desprotegidos de la familia y marginados de la sociedad se incorporan a las maras en busca de amparo, apoyo y respeto para cuidarse y defenderse mutuamente.

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