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Neurosis Obsesiva En Lacan

Paolitalpf7 de Noviembre de 2013

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NEUROSIS OBSESIVA

Lacan, lector de Freud

En su retorno a Freud expresa que ha extraído lo que sabe de la neurosis obsesiva especialmente en relación al deseo y el goce.

Lacan había dedicado un seminario en 1953 en Saint-Anne al “Hombre de las ratas” de aquí nacerá después “El mito individual del neurótico” que fue dictado en el Colegio de Filosofía de Jean Wahl.

Título tan sugerente como el freudiano “La novela familiar del neurótico”. Mito necesario para entender la lógica del sujeto, siguiendo la línea de Lévi-Strauss.

Más tarde Lacan seguirá con “Función y campo de la palabra y el lenguaje” en las “Variantes de la cura tipo” (1953) y “La “Dirección de la cura” (1958).

El sujeto dispone de tres estructuras específicas: neurosis, psicosis y perversión. La estructura está determinada por un cuestionamiento del sujeto y de su posición respecto del significante fálico, del ser o tener el falo, dependiendo siempre del significante del Nombre-del-Padre. Hay una pregunta que en la histeria viene definida por el hecho de ser hombre o mujer, ¿qué es una mujer?…, mientras que en la obsesión tiene que ver con la existencia: ni hombre ni mujer. ¿Qué soy,… estoy vivo o muerto?

Habla mientras espera la muerte del que escucha, que el psicoanalista ponga final a la sesión sin haberse implicado en nada.

Ambos buscan el amo, la histeria para dominarlo. El obsesivo lo encuentra y espera su muerte. Es la muerte del padre que aun muerto permanece vivo y al que le rinde rituales.

Demanda y Deseo

Lacan trabaja en el Seminario V la distinción entre demanda y deseo, como la distinción más importante para mostrar el uso clínico que implican en la neurosis obsesiva.

El deseo está instalado en una relación con la cadena significante ya que se plantea y se propone de entrada como demanda, este deseo está obligado a la mediación de la palabra, es decir que el deseo del sujeto va a estar transformado por el hecho de tener que pasar por la demanda. En el obsesivo, este deseo va a apuntar mas allá de la demanda, franqueando lo incondicionado de la demanda de amor, negando al Otro en cuanto alteridad, ya que el movimiento del obsesivo, se dirige al deseo en cuanto tal.

La Demanda, cualquiera de sus modalidades, ya sea el pedido, la orden, la suplica, la prohibición, etc., está articulada en significantes, ya que la demanda como elemento significante, pertenece al registro de lo simbólico.

Una demanda puede funcionar como holofrase, frase total o frase con sentido pleno, significación acabada, única, o también, puede descomponerse en sus elementos significantes.

Por lo tanto, el síntoma se considera una perturbación por un efecto que surge de la demanda inconsciente y que puede producir más de una significación.

Respecto del Deseo, se va a definir a partir de la intencionalidad del sujeto que parte de la necesidad, este sujeto mítico que sale en busca del objeto que podría satisfacer su instinto, pero que por su impotencia y prematuración, se encuentra con el Otro; como dice Lacan “el niño en su impotencia se encuentra completamente dependiente de la demanda, es decir de la palabra del Otro, que modifica, reestructura, aliena profundamente la naturaleza de su deseo” (J. Lacan. Seminario V. La dialéctica del deseo y la demanda en la clínica y en la cura de la neurosis. Clase 20, 30 de abril de 1958. P: 366).

Es decir que el niño cuando pide satisfacer su necesidad se va a encontrar con su Otro primordial, la madre, que va a “interpretar” su pedido en función de la palabra y será ella la que diga “tiene hambre”, “tiene sueño”, etc.

A partir del encuentro de la necesidad con lo simbólico, se va a ubicar una cierta significación S(A), que va a materializar la presencia del Otro, A, de de lo simbólico.

¿Pero qué pasa con el objeto que satisface la necesidad del niño?, como dice Mazzuca, “pasa lo que se introduce como desarreglo en el instinto humano: lo que Freud llama pulsión”. (Curso de psicopatología y Neurosis Obsesiva. Cap. 7: la Neurosis Obsesiva en la Enseñanza de J. Lacan. P: 155).

Por lo tanto lo característico de la pulsión es la variabilidad del objeto, donde se le pueden ofrecer distintos objetos que satisfacerían o no su necesidad pero que pierde la oportunidad de encontrar al objeto adecuado por el hecho de que la necesidad debe expresarse en términos de demanda.

Y se producirá una identificación del sujeto con un significante del Otro. Esto es lo que según Mazzuca va a ser la “primera matriz de todas las significaciones del sujeto, el lugar de las identificaciones a significantes del Otro”. (Op. Cit. Pag.156)

Con todo esto se puede decir que al deseo se lo encuentra en esa parte de la necesidad que al tropezar con el Otro, no queda totalmente articulado por la demanda. Dice Mazzuca, “es esa suerte de retoño…de la necesidad que no es articulada en la demanda y resurge mas allá de la demanda”. (Op. Cit. Pag. 157)

Es decir que el deseo se va a relacionar con lo que surge en el análisis, en la articulación de la palabra. Este deseo, en cuanto deseo del Otro, esta mas allá de la necesidad por el hecho de pasar por los desfiladeros del significante, ya que el sujeto necesita hacerla valer para el Otro.

Así se presenta el deseo como absoluto y surge en el límite entre la demanda de satisfacción de la necesidad y la demanda de amor.

Esto explica porque al deseo se lo busca en el lugar del Otro, y por eso Lacan dice “el deseo es un deseo estructurado en dicho lugar del Otro”. (Op. Cit. Pag. 450).

Constitución del Obsesivo

La teoría de Freud apunta a que el trauma del obsesivo ha tenido parte de papel activo en lo sexual, donde el sujeto ha obtenido placer, diferente del trauma de la histeria donde el trauma es una seducción súbita.

A partir de esto Freud habla de que en el obsesivo a existido precozmente la defusión de los instintos de vida y los instintos de muerte, destacando que el obsesivo apunta al deseo en cuanto tal, al mas allá de la demanda. (J. Lacan. Seminario V. “Las formaciones del inconsciente”. Clase XXII. El deseo del Otro. P: 408).

Este deseo al situarse en el más allá de la demanda de amor, va a negar al otro en cuanto alteridad.

Es decir que el obsesivo se propone romper la barrera de la demanda, para ir en busca del objeto de su deseo.

Lacan toma el ejemplo del niño que pedirá una cajita, donde esta demanda adquiere el aspecto de idea fija para los padres, resultándoles intolerable esta demanda. Pero aquí lo que es intolerable para el Otro, es que presenta un carácter de condición absoluta que es propio del deseo, suponiendo la destrucción del Otro.

El deseo niega al Otro y esto es lo que lo hace tan intolerable, como el deseo del niño de la cajita. El obsesivo pone la mira en él, en su constitución de deseo, aparejando la destrucción del Otro

¿Pero qué sucede si niega al Otro? ¿Cómo hace para sostenerse?, es propio del deseo necesitar el apoyo del Otro, el Otro es el lugar del deseo, entonces el obsesivo cuando se acerque a su deseo le sucederán toda clase de imprevistos que no contaba, y que no le permitirán aproximarse al objeto de su deseo, ya que si el Otro desaparece también lo hará el soporte de su deseo, por esto su libido se disminuirá al acercarse a este objeto.

Por lo tanto no hay Otro con mayúscula, ya que cuando se trata de lo único que busca el obsesivo es encontrar en el fantasma, es decir en la formula S con respecto “a” minúscula una apariencia de punto de apoyo.

Entonces el objeto que funciona en esta fórmula, es el objeto “a” como objeto del deseo, objeto que es producto de la inscripción del significante sobre el sujeto, es decir que de esta división, dicho objeto cae como resto y transforma al Otro sin barra en otro barrado, ya que es un resto que viene del Otro, del lugar del deseo del Otro; y además va a rescatar al S de su desvanecimiento inducido por la cadena significante, pero además no solo lo sostiene, sino como dice Diana Ravinovich, “tapona la falta en el Otro”. (Diana Ravinovich, La angustia y el Deseo del Otro. Parte I. Comentario del Seminario X, “La angustia”. P: 33).

Es decir que el sujeto no puede apoyarse sólo en el Otro y tiene que buscar otra cosa como sostén de su deseo, tiene que buscar otro lugar donde fijar su deseo, Mazzuca adelanta que “ese otro lugar va a ser el fantasma, la identificación fantasmatica”. (Curso de Psicopatología y Neurosis Obsesiva. Cap. 7: la Neurosis Obsesiva en la enseñanza de J. Lacan. P: 159)

Lacan define al fantasma “como lo imaginario capturado en cierto uso de significante” (J. Lacan. Seminario V. “Las formaciones del inconsciente”. Clase XXII. El deseo del Otro. P: 416).

Esto se ve en la economía del obsesivo, cuando se habla de fantasmas sádicos.

Es decir que el fantasma va a ser articulado como una escenificación en la que el mismo está en juego.

Lo más importante es que el fantasma se concibe como cadena significante, que va a subsistir en el inconsciente actuando sobre el sujeto, es el ejemplo del síntoma.

Así cuando se habla de fantasmas sádicos, se está refiriendo a las relaciones del sujeto con el Otro, como organización significante. Esto se explica cuando se observan impedimentos, inhibiciones, temores y dudas del obsesivo manifestando los fantasmas que predominan en la vida psíquica del obsesivo.

El obsesivo tiene necesidad de un deseo insatisfecho, un deseo mas allá de la demanda, es a partir de esta cuestión que el sujeto

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