Organización Y Apuntes De Referencia
iqlavc201212 de Agosto de 2012
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Por tanto, vemos que las parafilias no son hereditarias ni tampoco se aprenden por imitación sino, muy probablemente, por prohibición. Las parafilias nacen, básicamente en la infancia y en la temprana adolescencia cuando el niño empieza a descubrir un nuevo mundo, nuevos códigos. Al respecto, varios escenarios se le pueden presentar. Echemos una ojeada. Un caso puede darse a partir de una experiencia accidental. Por ejemplo, un niño al que se le está cambiando la ropa, puede ser tocado accidentalmente en sus genitales y éste podría excitarse a partir de esa acción. Si esa acción viene a coincidir justamente con que el niño tuvo la mirada fija en los senos grandes de la mujer que lo cambiaba, quizá pueda desarrollar una fijación hacia las mujeres con este tipo de senos.
Ya en la adolescencia, esta imagen puede manifestarse nuevamente y el joven se masturbará fantaseando con los senos voluptuosos. Bien este acontecimiento aislado puede ser suficiente para desencadenar por sí mismo una parafilia o bien pudo no haber pasado nada. Por otra parte, podría haber hecho falta una serie continua de estos episodios fortuitos para que se desencadenase la parafilia. Finalmente va a depender de cada individuo y no podemos enunciar una regla general. Esto a su vez nos lleva a otro concepto, el de las experiencias repetidas. Dentro de este podemos citar los casos de padres que visten a sus hijos con ropa perteneciente al sexo contrario ya que esperaban tener un hijo del sexo opuesto o las niñeras que hacen lo propio con los niños.
En estos casos el niño puede estar sentado las bases para un posterior travestismo. Otra figura común de repetición es el niño que ve a sus padres sosteniendo relaciones a escondidas. Aquí podría desarrollar la parafilia del voyeurismo que se manifestaría más adelante. Pero no hay nada seguro, aunque ciertamente las probabilidades aumentan. Los castigos físicos también tienen cabida dentro de esta categoría y se pueden transformar más adelante en conductas parafílicas que se orientan hacia el sadismo y el masoquismo. Todo esto hace indicar que las bases se sientan en la niñez y que los cambios hormonales de la pubertad son el gatillo que puede disparar o no el desarrollo de las parafilias entrando en juego otros factores como una adecuada educación o un replanteamiento de la misma libre de tabúes.
Otro escenario en el que se puede desencadenar las parafilias es en la adolescencia y más concretamente en las fantasías sexuales que asisten a la masturbación. Si estas poseen un contenido que favorece la parafilia pueden retroalimentarse entre sí. Por ejemplo el voyeurismo o el exhibicionismo, así como el travestismo. En general, cuando las fantasías contienen imágenes poco frecuentes, se puede estar gestando una parafilia. Otro escenario se puede presentar en la edad adulta cuando se da la llamada búsqueda de experiencias nuevas. Esto se da generalmente en personas que han sido reprimidas en la niñez y en la adolescencia, así como en la temprana adultez. Cuando llegan a una edad más madura y más solvente dan el grito de libertad abordando experiencias que salen de los marcos convencionales.
Por tanto, vemos que las parafilias no son hereditarias ni tampoco se aprenden por imitación sino, muy probablemente, por prohibición. Las parafilias nacen, básicamente en la infancia y en la temprana adolescencia cuando el niño empieza a descubrir un nuevo mundo, nuevos códigos. Al respecto, varios escenarios se le pueden presentar. Echemos una ojeada. Un caso puede darse a partir de una experiencia accidental. Por ejemplo, un niño al que se le está cambiando la ropa, puede ser tocado accidentalmente en sus genitales y éste podría excitarse a partir de esa acción. Si esa acción viene a coincidir justamente con que el niño tuvo la mirada fija en los senos grandes de la mujer que lo cambiaba, quizá pueda desarrollar una fijación hacia las mujeres con este tipo de senos.
Ya en la adolescencia, esta imagen puede manifestarse nuevamente y el joven se masturbará fantaseando con los senos voluptuosos. Bien este acontecimiento aislado puede ser suficiente para desencadenar por sí mismo una parafilia o bien pudo no haber pasado nada. Por otra parte, podría haber hecho falta una serie continua de estos episodios fortuitos para que se desencadenase la parafilia. Finalmente va a depender de cada individuo y no podemos enunciar una regla general. Esto a su vez nos lleva a otro concepto, el de las experiencias repetidas. Dentro de este podemos citar los casos de padres que visten a sus hijos con ropa perteneciente al sexo contrario ya que esperaban tener un hijo del sexo opuesto o las niñeras que hacen lo propio con los niños.
En estos casos el niño puede estar sentado las bases para un posterior travestismo. Otra figura común de repetición es el niño que ve a sus padres sosteniendo relaciones a escondidas. Aquí podría desarrollar la parafilia del voyeurismo que se manifestaría más adelante. Pero no hay nada seguro, aunque ciertamente las probabilidades aumentan. Los castigos físicos también tienen cabida dentro de esta categoría y se pueden transformar más adelante en conductas parafílicas que se orientan hacia el sadismo y el masoquismo. Todo esto hace indicar que las bases se sientan en la niñez y que los cambios hormonales de la pubertad son el gatillo que puede disparar o no el desarrollo de las parafilias entrando en juego otros factores como una adecuada educación o un replanteamiento de la misma libre de tabúes.
Otro escenario en el que se puede desencadenar las parafilias es en la adolescencia y más concretamente en las fantasías sexuales que asisten a la masturbación. Si estas poseen un contenido que favorece la parafilia pueden retroalimentarse entre sí. Por ejemplo el voyeurismo o el exhibicionismo, así como el travestismo. En general, cuando las fantasías contienen imágenes poco frecuentes, se puede estar gestando una parafilia. Otro escenario se puede presentar en la edad adulta cuando se da la llamada búsqueda de experiencias nuevas. Esto se da generalmente en personas que han sido reprimidas en la niñez y en la adolescencia, así como en la temprana adultez. Cuando llegan a una edad más madura y más solvente dan el grito de libertad abordando experiencias que salen de los marcos convencionales.
1. Tratamiento
2. Condiciones de la parafilia
3. ¿Qué puede llevar a una persona a una parafilia?
4. ¿Qué parafilias están penadas?
5. ¿Cuál es la psicodinámica de las parafilias?
6. ¿Siempre han existido las parafilias?
7. Otras parafilias
Es una recurrente e intensa aparición de fantasías sexuales o conductas que engloban a objetos o animales, niños o adultos que no dan su consentimiento o de producir dolor y sufrimiento a las parejas o a sí mismo. O sea que la imaginación o los actos inusuales o extravagantes son necesarios, reiterados y a veces excluyentes, para conseguir la excitación sexual. También son llamadas desviaciones o variaciones y hoy se trata de evitar la palabra perversiones
A las parafilias, desviaciones sexuales o perversiones se definen como un patrón de conductas sexuales en la que la fuente predominante de placer sexual no es a través de la cópula heterosexual. Esta es una definición que se acepto hasta hace algunos años, pero como la homosexualidad se le definió como una preferencia sexual en lugar de una parafilia, dejo de estar vigente.
Actualmente las parafilias se entienden como las conductas sexuales, eróticas que no son comprendidas por la mayoría de las personas.
Así encontramos que hay parafilias que castiga la Sociedad como delitos y existen otras parafilias que aunque no son aceptadas tampoco se les considera un delito. Desde el punto de vista de la Psiquiatría y del Psicoanálisis las parafilias son consideradas "perversiones".
Tomando como referencia la primera definición encontramos que existen algunas parafilias que se pueden encontrar dentro de la sexualidad normal si se les practica esporádicamente o como juego amatorio que precede a la copula normal.
Las parafilias son un deseo incontrolable, impulsivo y compulsivo de realizar el acto o de fantasearlo. De hecho los individuos que la practican pueden parecer exteriormente tan normales como cualquier otra persona.
Se llama "parafilia" a lo que en la ley se denomina "perversiones". Algunos psicoanalistas y psiquiatras aún la denominan así.
En Sexología se evita estigmatizar imponiendo sobre tópicos tan controvertidos como la sexualidad humana un etiquetaje discriminatorio.
"Parafilia" proviene del griego "para" = junto a; "filein" = amar.
La etimología alude a un amor paralelo a la forma convencional. En efecto: el sexo convencional es heterosexual, coital, con finalidad declarada procreativa y en general con el hombre en posición del misionero (encima de la mujer).
Es de imaginar que una actividad constreñida así no se corresponde con la intimidad sexual de las parejas actuales, según lo demostró, ya en 1948, el pionero sexólogo americano Alfred Kinsey en su encuesta a miles de norteamericanos.
Formas de estimulación diversas, y no sólo en el fore-play (o inicio de la relación sexual), sino como finalidad en sí misma, representan un porcentaje nada desdeñable de la conducta sexual de la población que nos consulta.
El DSM-IV las caracteriza por consistir en impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales.
Suelen crear alteraciones desfavorables en la vida familiar, laboral y social del individuo por su carácter
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