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Qué Es Evaluar

faes3 de Octubre de 2014

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ESTRATEGIAS DOCENTES

PARA UN APRENDIZAJE SIGNIFICATIVO

Una interpretación constructivista

Preedición

Mtra. Frida Díaz Barriga Arceo

Lic. Gerardo Hernández Rojas

Profesores de tiempo completo

Facultad de psicología

Universidad Nacional Autónoma de México

McGRAW-HILL

México –Buenos Aires- Caracas- Guatemala- Lisboa

Madrid- Nueva York- Panamá- San Juan

Santafé de Bogotá- Säo Paulo

Auckland-Hamburgo-Londres-Milan-Montreal

Nueva Delmi-Paris-San Francisco- Singapur

ST. Louis-Sidney-Tokio-Toronto

8. CONSTRUCTIVISMO Y EVALUACIÓN PSICOEDUCATIVA

8.1. La importancia de la evaluación educativa

Nadie puede negar que la evaluación educativa es una actividad compleja, pero al mismo tiempo constituye una tarea necesaria y fundamental para la labor docente.

Es compleja, porque en primer lugar, dentro de un proceso educativo puede evaluarse prácticamente todo lo cual implica aprendizajes, enseñanza, acción docente, contexto físico y educativo, programas, currículo, aspectos institucionales, etc. Evocando la sentencia que A. Einstein tenía escrita en una de las paredes de su estudio “todo lo que no cuenta es evaluable, ni todo lo que puede evaluarse cuanta” y en ese sentido, tomando en cuenta que sólo pudiese interesarnos la evaluación dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje (como es el caso de este capítulo), todavía sigue siendo una tarea de gran complejidad en tanto que le exige al docente considerar este proceso complejo y enfrentarse a una serie de problemáticas, difíciles de abordar, de carácter psicopedagógico, técnico-práctico, y adminsitrativo institucional.

Por eso puede decirse, con justa razón, que la actividad de evaluación es ante todo una actividad de comprensión y reflexión sobre la enseñanza, en la cual el profesor debe ser considerado el protagonista y responsable principal (Rosales, 1990; Santos, 1992).

Cualquier docente al desempeñar sus funciones en alguna institución educativa, debe tener una cierta concepción explícita de cómo se aprende y cómo se enseña, pero también necesita tener una cierta concepción coherente con las anteriores, sobre cómo, cuándo, por qué y para qué evaluar, para con ello poder asegurarse que las experiencias educativas que vaya proponiendo en el acto de instrucción produzcan datos positivos.

El profesor, al mismo tiempo, debe poseer un cierto conocimiento teórico y práctico más o menos preciso, de todo un nutrido arsenal de instrumentos y técnicas (que existen y que van apareciendo) para evaluar los aprendizajes de los alumnos en los momentos pertinentes en que se decida hacerlo, sea porque él lo considere así o porque la institución o el currículo se lo demanden.

Por ello debe señalarse en forma enfática que la evaluación es parte integral de una buena enseñanza, de hecho podríamos decir sin ningún menoscabo, que no es posible concebir adecuadamente a la enseñanza sin la evaluación.

La evaluación del proceso de aprendizaje y enseñanza es una tarea necesaria, en tanto que aporta al profesor un mecanismo de autocontrol que la regula y que le permite conocer las causas de los problemas u obstáculos que se suscitan y la perturban. Sin la actividad evaluativa, difícilmente podríamos asegurarnos que ocurriera algún tipo de aprendizaje cualquiera que éste fuera, o nos costaría mucho saber apenas nada, sobre los resultados y la eficacia de la acción docente y de los procedimientos instruccionales utilizados. Sin la información que nos proporciona la evaluación, tampoco tendríamos argumentos suficientes para proponer correcciones y mejoras.

En este capítulo abordamos directamente las cuestiones relativas a la evaluación desde el marco conceptual constructivista. Para ello presentamos primero, una revisión sobre algunas consideraciones conceptuales que juzgamos relevantes para situar la evaluación psicoeducativa desde la perspectiva señalada; posteriormente, abundaremos de lleno sobre las cuestiones relacionadas con los tipos de evaluación psicoeducativa, los tipos de instrumentos y procedimientos. Como nota aclaratoria inicial para el lector, queremos expresar que el presente capítulo está desarrollado principalmente para que el docente reflexione sobre la tarea evaluativa desde el marco constructivista y que no contiene una exposición en la que se enfaticen los aspectos técnico-prácticos sobre diseño de instrumentos y técnicas o sobre su forma de su preciso. Consideramos que esta labor ha sido comúnmente desarrollada en varios textos sobre evaluación, que el lector podrá complementar cuando decida profundizar sobre dichos aspectos si así le interesa.

8.2. ¿Qué es evaluar?

Cuando nos acercamos al concepto de evaluación, inmediatamente lo asociamos a la tarea de realizar mediciones sobre la importancia de las características de un objeto, hecho o situación particular. Sin duda la evaluación incluye actividades de estimación cualitativa o cuantitativa las cuales se consideran imprenscindibles, pero al mismo tiempo, involucra otras cuestiones que van más allá y que en cierto modo la definen.

Evaluar, desde nuestro punto de vista, implica seis aspectos centrales (Miras y Solé, 1990; Santos, 1993: Wolf, 1988):

1. La demarcación del objeto, situación, o nivel de referencia a ser evaluado (en el caso de lo que vamos a tratar en este capítulo nos referiremos principalmente a la evaluación dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje).

2. El uso de determinados criterios para la realización de la evaluación, estos criterios deben tomar como fuente principal, las intenciones educativas predefinidas en la programación del plan de clase, del programa y/o del currículo en cuestión.

3. Una cierta sistematización mínima necesaria para la obtención de la información, a través de la aplicación de las diversas técnicas, procedimientos e instrumentos evaluativos según sea el caso y su pertinencia.

4. Con base en la obtención de la información a través de la aplicación de las técnicas la elaboración de una representación lo más fidedigna posible del objeto de evaluación. Esta comprensión será más rica si se toma en cuenta una mayor cantidad de elementos y fuentes para construirla.

5. La emisión de juicios de naturaleza esencialmente cualitativa sobre lo que hemos evaluado con base en los criterios predefinidos en las intenciones educativas y la construcción de la comprensión lograda.

6. La toma de decisiones para producir retroalimentaciones, ajustes y mejoras necesarias y sustantivas de la situación de aprendizaje y/o de la instrucción.

Por tanto, estas actividades son como hemos dicho las características básicas de todo acto evaluativo.

Ahora bien, para que podamos analizar la evaluación escolar en toda su complejidad, Coll y Martin (1993) consideran que debe hacerse teniendo en cuenta tres importantes dimensiones:

a) La dimensión psicopedagógica y curricular

b) La dimensión referida a las prácticas de evaluación

c) La dimensión normativa

Podríamos decir que en la dimensión psicopedagógica y curricular de la evaluación, se involucran directamente todos aquellos aspectos relacionados con un modelo o marco de referencia teórico y un planteamiento curricular determinado. Este ámbito se relaciona con los aspectos siguientes:

 La conceptualización de la evaluación a partir de un modelo teórico-conceptual

 Las funciones de las tareas de evaluación desde un planteamiento curricular determinado

 Las decisiones sobre qué, cómo, cuándo y para qué evaluar

En la dimensión de las prácticas de evaluación, puede incluirse lo relativo al conjunto de procedimientos, técnicas, instrumentos y criterios para realizar las actividades de evaluación. Procedimientos e instrumentos que sirven para la evaluación de las distintas capacidades y contenidos aprendidos por los alumnos, así como de todas aquellas actividades de enseñanza y gestión realizadas por el docente.

Y por último, dentro de la dimensión normativa, se implicarían las cuestiones relacionadas con fines administrativos e institucionales. Estas actividades tienen que ver con cuestiones tales como: la acreditación, la promoción, los documentos de evaluación, las evaluaciones sobre la institución, y la evaluación del profesorado.

Las tres dimensiones mencionadas, mantienen una relación de influencia recíproca entre sí. Empero, a nuestro juicio, es el referente psicopedagógico y curricular asumido, el que desempeña un papel determinante en todas las actividades evaluativas, y que de hecho puede darle un matiz o sesgo especial a los ámbitos técnico-práctico y normativo. Es evidente que sin un referente psicopedagógico y/o curricular claro, las actividades de evaluación pierden con mucho su razón de ser y pueden convertirse en prácticas con un fuerte sesgo tecnicista o en prácticas que privilegien lo burocrático-administrativo sobre lo académico. Sin un marco conceptual, las prácticas evaluativas, también pueden reducirse a cuantificaciones simplistas y perder toda su riqueza interpretativa aportando demasiado poco al proceso de aprendizaje y enseñanza.

8.3 Características de una

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