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TArea De Psicologia

melina315 de Noviembre de 2011

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Hitos del Desarrollo

Psicomotor- Cognitivo-Emocional-Social

30/10/2011

UNAH CASUED/EL POGRESO

INDICE

1. INTRODUCCION

2. OBJETIVOS

3. MARCO CONCEPTUAL

4. CONCLUSIONES

5. ANEXOS

6. BIBLIOGRAFIA

INTRODUCCION

El propósito de este trabajo es informar a los estudiantes sobre la importancia que tiene el desarrollo psicomotor y cognitivo del infante, ya que en esta etapa el niño deberá de desarrollarse física y mentalmente, con la ayuda de sus semejantes es decir de la gente en la que se desarrollara el niño.

A partir del nacimiento, el recién nacido se encuentra inserto en la realidad del mundo, expuesto a las influencias del medio y en condiciones de responder a ellas en la medida que su propia estructura biológica lo permite.

Inicialmente sólo posee diversas respuestas programadas y prefijadas por la naturaleza: los reflejos. A partir de estas estructuras relativamente simples, que relacionan un receptor con algún efector (habitualmente un grupo de músculos, o una glándula) se desarrolla, gracias a los progresos de la maduración biológica y a las posibilidades de ejercitación (estimulación) que el medio le brinda, una progresiva complejización de las reacciones, que conlleva un gradual aumento de la conciencia de sí mismo y del consecuente control voluntario sobre su actividad, mediatizado todo por los procesos de aprendizaje.

El siguiente trabajo presenta una apretada síntesis de estos progresos, en una

secuencia ordenada por edad y destacando los cambios en el aspecto motor, del

lenguaje, social, emocional y cognitivo.

Objetivos Generales

 Conocer los principales Hitos del Desarrollo Psicomotor y Cognitivo del Infante.

 Analizar los beneficios de una Estimulacion Temprana y a su vez su debido control.

Objetivos Especificos

 Describir los principales Hitos del Desarrollo haciendo énfasis en la edad que comprende de 2 a 4 años.

 Poner en practica algunos métodos de evaluación del desarrollo en la implementación del Taller. 

Marco Conceptual

El desarrollo psicomotor es el proceso continuo a lo largo del cual el niño adquiere progresivamente las habilidades que le permitirán una plena interacción con su entorno. Este proceso es:

Secuencial: las distintas capacidades se adquieren siguiendo un orden determinado y cada una ayuda a que se alcance la siguiente.

Progresivo: va aumentando la complejidad de las funciones que se adquieren.

Coordinado: interactúan distintas áreas para alcanzar una determinada habilidad.

El recién nacido tiene en sus genes toda la información necesaria para dirigir su desarrollo, pero el proceso es largo y delicado, y para que llegue a buen término, no sólo es preciso que todos los órganos y estructuras implicados funcionen correctamente, sino que también deben recibir la estimulación adecuada. La detección precoz de un retraso en el desarrollo psicomotor es, pues, de enorme importancia; por eso conviene que, además del control que hace el pediatra en las revisiones periódicas, los padres conozcan el calendario de progresos de un bebé normal.

Sin embargo, el concepto de normalidad es siempre problemático, y el hecho de que un niño no haga lo que la mayoría de sus compañeros de igual edad son capaces de hacer, que es lo que en definitiva se comprueba cuando se valora su desarrollo, no significa necesariamente que tenga algún defecto o le falten estímulos. Cada niño tiene su propio ritmo de maduración; hay bebés que, sin carencias de ningún tipo, evolucionan más lentamente que otros y pueden llegar tanto o más lejos que ellos. De hecho, también puede suceder al revés: que un niño cuyo desarrollo psicomotor se halle dentro de los márgenes de la normalidad esté sufriendo algún problema que le impida evolucionar lo rápidamente que él debiera.

En todo caso, las padres deben advertir al pediatra de cualquier posible anomalía en el desarrollo psicomotor del bebé. Aunque lo más frecuente es que no haya problemas, en este terreno, más vale pecar por exceso que por defecto.

La falta de estímulos afectivos, sensoriales, físicos y ambientales producen retrasos en el desarrollo que podrían llegar a ser irreversibles. A partir de esta evidencia, en la década de los 70 se demostró que el pronóstico de los niños con enfermedades o problemas que afectan a su desarrollo psicomotor, mejoraba con la aplicación precoz de una intensa estimulación sensorial y motora, que hoy se considera fundamental en el tratamiento de estos bebés. De este modo, cuando un niño presenta un retraso, se le remite a centros especializados (hoy llamados “de atención precoz”), que además de completar el diagnóstico y tratar sus causas si es necesario y posible, inician unos ejercicios y actividades de estimulación para potenciar al máximo sus capacidades.

Tan pronto como esta estrategia fue de dominio público, casi de modo espontáneo se empezó a aplicar también a niños sin problemas, pensando que también ellos podrían obtener beneficios con una estimulación especial. No hay pruebas de que esto sea así, y si es cierto que la estimulación adecuada es imprescindible, también lo es que su exceso aplicado sin criterio es contraproducente, pues puede aturdir al bebé, frenando su propia iniciativa e incluso llegar a causarle lesiones físicas, como en algún caso ha sucedido.

Pero aun correctamente efectuada, con una estimulación “técnica” se corre el riesgo de relegar a un segundo plano la afectividad espontánea, que es un factor mucho más importante para el desarrollo del bebé que el fortalecimiento de cualquier habilidad motora. Por otro lado, tras el mismo empeño por lograr lo mejor para el hijo, algo lógico y encomiable, se esconden a veces unas expectativas desmesuradas, lo que acaba resultando negativo para el niño y frustrante para sus padres.

El niño sin problemas especiales no necesita más estímulo que el que recibe al ser atendido normalmente, cuando se responde a sus demandas y se le trata con todo el afecto que suscita. Desde el nacimiento, el mismo bebé se encarga de provocar con sus gestos la respuesta que le estimula, por ejemplo, cuando la mirada que dirige a sus padres induce y encuentra una mirada al otro lado o cuando más adelante estira la mano casi pidiendo explícitamente que le pongan un sonajero entre los dedos. Hablarle, cantarle, tocarle, abrazarle, moverle arriba y abajo, jugando y riendo con él, son reacciones normales, que, sin pretender nada, estimulan naturalmente al bebé, pero que tienen por sí mismas el valor de la comunicación afectiva.

Muchas veces se puede acertar con la actividad que más conviene al niño simplemente dejándose llevar por los propios sentimientos y observando el comportamiento y la respuesta del bebé. En cualquier caso, las funciones que se pretendan estimular serán obviamente aquéllas para las que va estando capacitado a medida que su sistema nervioso madura; ésta es otra de las aplicaciones que tiene conocer los hitos de su desarrollo psicomotor.

Los Hitos del desarrollo emocional en los primeros años de vida

1. Autorregulación e interés por el mundo: (del nacimiento a los tres meses).

• Los bebés afrontan dos retos simultáneos: sentirse equilibrados y tranquilos, no abrumados por su nuevo entorno y hacer uso de todos sus sentidos para interesarse por el mundo.(lo que oye, ve, huele, saborea y toca).

• La capacidad de organizar sensaciones y principalmente de sentirse tranquilo a pesar de ellas y de ir, activamente, en su búsqueda, constituye la primera fase.

• ¿Qué hacer? Ser sensible a las reacciones del bebé, ayudarle a potenciar sus sentidos, introducir experiencias placenteras y tranquilizantes (bebés sobrexcitados), introducir experiencias distintas e interesantes, enseñándole a utilizar todos sus sentidos. (bebés infraexcitados)

2. Enamorarse: (de los dos a los 7 meses).

• A medida que el recién nacido va creciendo, entre el 3er y 4° mes de vida, comenzará a mostrar un interés selectivo por la parte más significativa de su mundo, es decir, mamá, papá, hermanos.

• Empieza a responder más a las interacciones sociales externas, mientras que antes estaba influenciado por las sensaciones físicas internas ( hambre, gases). Su capacidad de respuesta hacía los seres que lo rodean, va sensiblemente en aumento volviéndose altamente selectiva.

• El bebé muestra una creciente sintonía con el mundo humano y parece aprender la esencia de una relación amorosa.

• ¿Qué hacer? Estimular la relación amorosa entre la diada madre-hijo o cualquier otra que se establezca, mediante actividades tales como

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